No me cabe la sangre en la memoria
ni la muerte en las venas.
Oigo doler la guerra en la distancia.
Toda medianoche me deslumbra
y no es la aurora.
¿A quién busco o qué espero?
¿Quién se dejó la vida prendida en una estrella?
No hay respuesta:
el cielo está envenenado de luz
y no es la aurora.
martes, 10 de marzo de 2009
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