domingo, 31 de marzo de 2019

Jardín tropical


Jardines tras la lluvia, 
alfombra de rocío
tapizada de pétalos caídos
como gotas de sangre
en un lago de savia.

Caminar en un vuelo
por las hojas de palma
que le ofrecen al cielo
fuegos artificiales
en negativo: sombra sobre luz.

Ojos cerrados, brisa...
A través del océano,
de inmensos arrozales,
de manglares dormidos
y de campos de caña
tomo tu mano cálida
con un escalofrío.

Puedo sentir tu barca
amarrando en mi cuerpo,
tus brazos de nereida
al puerto de mi pecho.
Se ilumina el jardín
con una luz de beso,
de lotos ofrecidos
y de labios abiertos,
de noche en pleno día,
de rosas del desierto,
de caricias de argán,
de oasis de flamencos. 
En esta soledad
es donde más te siento,
¿Estás aquí conmigo?
Oleaje...
Silencio.

sábado, 30 de marzo de 2019

Selva esmeralda, mar nocturno


Selva esmeralda,
atrápame en tus lianas,
arráncame la piel con tus espinas.
Voy abriendo camino
a golpe de machete
de cristal de bohemia,
con miedo de pisar los caracoles,
de espantar a las aves temblorosas,
de vagar sin destino
con las venas abiertas,
con las velas del alma desplegadas
aun sin viento,
perdido a siglos-luz de su tormenta.

¿Qué inercia hace girar
la tierra contra el tiempo,
contra la voluntad de mis latidos?
¿Qué hay más triste, mi musa,
que mi reloj parado
en esta cara oculta de la luna
midiendo el tiempo en el que estás ausente?
¿Qué hay más triste, mimosa,
que vagar en la lluvia
con la piel encharcada
del deseo de tus dedos
azul turquesa?

Mar transparente
que reflejas el ánimo del Cielo,
ábrele tus colores
a mis ojos cansados,
húmedos de beber
brisa marina,
nostalgia sublimada.

Deja que este rumor
de olas nocturnas
me susurre su nombre,
que el héroe se duerma en su leyenda
y los monstruos marinos reinen siempre
bajo cúpulas ávidas de estrellas...
Que me lleven las aguas a su orilla,
a su desnudez pura,
diosa blanca,
a sus cabellos negros,
rosa blanca del Yang, 
Andrómeda o Isis, 
Yin, azabache,
gema en bruto, hialina,
sin pulir, cristalina, 
alma viva, luz pura,
diamante...
Mi amante.

viernes, 29 de marzo de 2019

Isla Catalina


Cortinas de luz verde,
auroras ecuatoriales
me desvelan los fondos de arrecife.
Peces fosforescentes,
corales de abanico en tonos púrpura,
bancos de vértigo al pie de los abismos.
¿Hay mariposas libres bajo el mar?
Silencio líquido.

No soy de agua, no.
Soy un curioso extraño
en este mundo ingrávido
donde nació la vida.

Yo soy como ese árbol
muerto en la playa,
plateado por el sol, lavado por las olas,
solitario,
los poros sellados de salitre y estrellas,
callado en mil noches de luna
y callado en mil noches sin luna.

Miento si no te digo
que siendo árbol añoro
estelas de tortuga
en bahías someras,
nadando libres fuera del manglar,
tus dedos en mi piel, sirena,
ese cuerpo de ninfa
tendido en mis arenas,
ese corazón libre
latiendo en los confines
abiertos, siempre abiertos
de mi isla.


Mar turquesa


Pierdo toda mirada
en este mar turquesa
roto por zambullidas de pelícano
y mástiles de falsas carabelas.
Las nubes rotas sueñan
con elevar su sombra
en columna hacia el cénit
y descargar tormentas
sobre los palmerales.

Y yo cierro los ojos
al pie de esa belleza
para evocar tus labios
como fruta madura,
para flotar inerte
en nubes de azahar
que inundan tu jardín
cuando amaneces,
para sentir caricias
que arrancan desde dentro
de ese espacio que el alma
nunca deja vacío.

Si un día desvanece
la esencia del cometa
recordaré su luz
llenando TODO el cielo.

Dime, Buda de viento.
Si no lo es este amor
en la distancia abierta
entre dos paraísos,
entre dos almas frágiles,
entre dos cuerpos,
dime, ¿hay algo eterno?

miércoles, 27 de marzo de 2019

Rosa y Vuelo


Una rosa y un vuelo.
La flor cortada y bella,
mi noche en tu cintura. 

Un masaje balsámico
recorre entre los pétalos
las vértebras del alma. 

En tus ojos cerrados
se adivina la espera
del beso que regresa
a tapizar su nido
de infinita ternura.

Despertar en tus brazos
es esconder la noche
en corolas fragantes
de blancas azucenas.

Entrar vivo en tu cuerpo
es dejar que el océano
me invite a lo profundo.
Flotabilidad cero.
El cronómetro muerto.
Amar el azul
sin lastre, sin tiempo.

Te siento respirar
junto a mi boca.
Eres como la voz
de las mareas.

Hay tormentas en mí
que no se aplacan,
que estallan en el clímax,
se incuban en la calma,
que me rompen las velas,
las cadenas, las anclas,
me arrancan las palabras,
me arrastran a tu costa
gritando tan callada...

Luego vuelo a una isla
donde tu ausencia pesa
doscientas atmósferas
en las diez direcciones
del espacio interior
en el que habitas.

Te he dejado una flor
que se está abriendo.
Siente mi corazón
en pleno vuelo.





lunes, 25 de marzo de 2019

No hay mar sin ti


Nos lleva la marea
como frágiles barcas que se cruzan
en mares solitarios.

Bajo la quilla vibra
un mosaico de peces
mientras yo miro al cielo
buscando tus caricias
en esos halos nítidos
que mis cansados ojos
le roban a la luna.

Cada día amanece
cargado de belleza
y navegamos trágicos
en dirección opuesta
mientras todas las aves
recitan nuestro nombre
invocando al destino...

Unid los cuerpos -dicen-
o las lenguas de arena silenciosas.
Cerrad los ojos labio contra labio
para ver la luz pura.
Desembocad despacio
en orgasmo de velas desplegadas,
luces en la bahía,
hogueras de Equinoccio.

Me pregunta el espejo
si sueño con el mar.
No hay mar sin ti,
sirena. Las olas,
sus espumas de sal
no visten la distancia
entre mi noche y Venus
nacida de las aguas.
No me digas que vuele
sin tu piel en mis alas
porque no hay paraíso
que soporte las brumas
y el aliento febril de la nostalgia

sábado, 23 de marzo de 2019

Respiración sincrónica


Toda la noche en vela respirando tu aliento como si fuera el hilo que me une a lo vivo, sintiendo que tus labios se quedan suspendidos al pie de ese vacío al que me precipito como un halcón herido por las flechas perdidas que disparé ciego al aire cuando fui ballestero en un bosque de olvido. Si alguno de esos dardos te rozara tan solo con mi culpa sangraría hasta ahogarme en el mar de tu herida porque tú te mereces tan solo el amor puro y cuando me susurras que tu piel se hace noche sin que mis dedos vibren a la luz de la luna yo quedo a la deriva soñando que te amo sin límites de tiempo, de pasión, de ternura... Siento en todas mis venas el amor que coagula, las mariposas trágicas que alborotan mis párpados, que palpitan, palpitan, palpitan... Y si ahora muero o corto la cuerda de mi vida, el hilo que me une y que a la vez me ata al pasado y futuro como un afán contínuo, será una transición, como el hielo fundido que fluye por torrentes, cañaverales, puentes, hasta el mar que le espera con el azul abierto, será un vuelo de fénix que anclará mis cenizas en tu jardín de orquídeas con vistas a las playas y a los acantilados en donde vive el placer vestido de oleaje que rompe interminable aquí en mi pecho, esas olas que un día traen nostálgicas los restos del naufragio y otro amables los esconden y visten nuestras almas de arena con seda y con corales arrancados en secreto del fondo insondable de nuestros corazones.

Amanece, el vacío se tiñe de luz mágica y tú despiertas cálida, sin cicatriz ninguna, como una gata egipcia, como una nube blanca, como un rumor de pétalos lamidos por la brisa... Te desnudas al fin en mi lecho de lágrimas, deslizas las caricias, te zambulles y nadas. Es un alineamiento entre cuerpos y almas sin eclipses ni sombras, es tu sonrisa inmune a flechas y a palabras. Se ha acabado el camino... ¡Caminante, descansa! ¿Dónde vas de viaje si aún no sabes con certeza cuál es tu casa?

viernes, 22 de marzo de 2019

Guardián


Que nadie entre en la estancia
donde se desenvuelve
la flor de nuestras almas.

Que nadie nos despierte
del sueño de la vida
más allá de la muerte.

Que nadie abra una herida
en el seno del bosque
que desnudo respira.

Que nadie robe azogue
en nuestro espejo íntimo
de amaneceres cómplices. 

Que nadie borre el istmo
que ata mi pecho lleno
a la isla de tu abismo. 

Que nadie invoque el fuego
en el bosque sagrado
donde yo te venero. 

Que nadie rompa el pacto
que sellaron las aguas
con el cielo estrellado. 

Que nadie oiga palabras
que de tu labio al mío
son secretos de cábala. 

Que ningún viento frío
se lleve tus abrazos
a orillas de otro río. 

Que nadie, ningún pájaro
con malicia en el pico
profane ningún ginkgo
de los bosques paganos
en los que el mar ha ahogado
sus rumores prohibidos. 

Vigila, búho amigo
mientras duermo las horas
en que me siento vivo.

martes, 19 de marzo de 2019

Plenilunio/Equinoccio


Se acercan los espejos
a la orilla del agua
sedientos de esa luz
que rompe el alba.

Se adivina en tus ojos
el plenilunio-lágrima,
la emoción de fluir,
sentirte amada.

Equinoccio vernal,
verde esmeralda
los árboles y el mar,
brisa en la cara.

¿Qué hacer con tanto amor?
¿Dónde se guarda?
Hay que dejar que corra
por los cauces del alma
desde en corazón-fuente
en mi montaña
hasta tu bello océano,
tu inmensidad, tu playa...

lunes, 18 de marzo de 2019

El lenguaje de las plantas

Todos mis caminos
convergen en tus labios,
como los nervios de una hoja de ginkgo.
Todo este silencio,
el murmullo del bosque
son páginas en blanco
para escribir la música en tu pecho.
Tú hablas
el lenguaje callado de las plantas.
Yo escucho
la canción de las aves.
Que el viento no haga ruido
ni el mar ni la tormenta,
ni un latido.
¡Detened las auroras boreales,
las órbitas celestes,
los eclipses!
Mi dríade está hablando con los árboles,
con las flores abiertas, con los lotos
que tapizan estanques en mi iris.
¿Las plantas hablan, sienten?
Las plantas callan.
Sienten.

Tus dedos me envuelven
como el borde de una hoja de roble.
Tus frutos alimentan mi memoria
con el aroma fresco de ese musgo
sobre la roca al pie de la cascada.

Tu ausencia me duele
como una hoja de acebo,
como el tallo del rosal
que en este corazón echó raíces.
Porque de tus labios
salen palabras, versos,
gemidos, besos,
silbidos, gestos,
humo, silencio.
Porque tus secretos
son también míos
y del mar, de los árboles sagrados,
de la divina Isis, del augur
que ha leído tu nombre en mis entrañas.

domingo, 17 de marzo de 2019

Deshielo


Dulce labio soñado, si besaras
la roca viva que un glaciar de lágrimas
erosiona en los valles de mi karma,
si pudieras, estrella de mi noche,
desenterrar el corazón que aguarda
el deshielo en las cumbres de mi alma,
si estuvieras aquí, milana en vuelo,
acechando una presa en mis palabras,
midiendo el viento que lleva 
mis velas hacia ti...

Piel de ángel robada al halo de la luna,
si pudiera sentirte en la esfera del sueño
dibujando cometas en el agua,
si pudiera bailar con tus caricias
lanzadas a mis labios como olas
en el tifón callado del deseo, 
si pudiera volar entre las rosas
que florecen desnudas en tu seno
sin rozar las espinas que las horas
de tu ausencia en mis alas dibujaron... 

Si en tu soledad mágica, mi genio
saliera de la lámpara o la aurora
y te pintara un plenilunio, un sauce
cabalgando las olas en silencio...
¿Llegarías descalza hasta mi playa?
¿Borrarías la cicatriz del tiempo
de mis cansadas manos, de mi cuerpo...?
¿Descansarías noches sin fronteras
entregando tu luz a mis jardines?
¿Vendrías a mi templo,
peregrina de plata,
a beber los reflejos
de mi agua?

viernes, 15 de marzo de 2019

Esta noche quisiera


Desplazarme en el aire
como el ala de un ibis o un vilano,
como una alfombra mágica
sobre las cúpulas
de una Bagdad soñada
o de un París dormido.

Deslizar las caricias
sobre tus senos húmedos de anhelo,
de un corazón a otro, 
con mis labios atados a tus labios
como si te abrazara
una estrella de mar.

Seguir la vía láctea
con los ojos cerrados,
escuchando las olas
romper contra el silencio
como si el cielo fuera
una vidriera a oscuras.

Follar como si el sexo
fuese un violín sediento
de armonías celestes
en un adagio extático
que eclipsa la memoria.

Besar el paraíso
con la boca inflamada
de una pasión sublime
buscando el primer grito
que llamará a la luna
por su auténtico nombre.

Dormir, soñar
y despertar de nuevo.
Respirar, amar, suspirar.
Entrelazar las manos.
Buscarme en tus ojos
como un adivino
olvida el pasado
en su bola de cristal.
Confiar.

Meditar.
Vaciarnos la mente
de todas las ideas,
de todas las imágenes,
para hallar en la luz
interior, en el último
vacío de tu ser
sonriendo
escondida
el alma de tu amante
deseando
posar la eternidad
sobre esa piel ofrecida
s
 u
  a
   v
    e
     m
      e
       n
        t
         e.

jueves, 14 de marzo de 2019

Montmartre


Donde vive el silencio
está su nombre escrito con estrellas.

Ola tras ola tras ola
fuma sola, escondida
a la orilla del sol y de las sombras.
Todo en su cielo es púrpura.
Todo París perdido entre los siglos
renace en su sonrisa. Media luna.
Toda verdad o ruego de mis labios
rebota en su conciencia como un eco
que me ama o que me lleva la contraria,
como si el cuerpo fuera un violoncello
que lleva en su interior toda la música
pero también todo el silencio.

Gatos negros, poetas, bailarinas.
Manos blancas, caricias, tal vez lágrimas.
¿Emoción? ¿Compasión? Libertad. 
¿Qué corazón sensible,
por muy rebelde que fuese,
se reiría de un triste perro lunático
que se alimenta sólo de belleza?

Dejadme soñar que huye hacia mí,
que su soledad es mi espacio
como una isla de sal en el océano,
como una puerta abierta en el tiempo
por la que los relojes no pueden pasar.

Dejadme soñar
que bebo el propio sueño de su boca
y que cierro los ojos al besarla
para no ver el tiempo que se escapa. 

Dejadme libre al fin ante la vida,
buscándome en el quinto capítulo
fascinado por las yemas que brotan
del viejo tronco que en mi piel habita. 

Cada vez que ella vuele
llevándose mi aliento en su sonrisa
dejadme solo
porque todo lo soy y lo que siento
es el nido vacío de mis brazos.

martes, 12 de marzo de 2019

Lamento del ánade huído


Dejame solo entonces
si has volado del nido
dejándome tus plumas
en recuerdo del aire
que respiramos juntos.

Deja que caiga el sol
como una lágrima.
Deja que se la beba el horizonte
sediento de perlas
mientras viajas callada hacia el poniente
dibujando una estela de nostalgia.

Deja que mi deseo se diluya
en las pesadas sombras de la noche,
que un día más pronuncie las palabras
"Quizás... Quizás mañana
los espejos reflejen nuestros nombres
y cada amanecer nos desnude
como a una sola piel."

Deja que el corazon me quede hueco
como una calavera enamorada
para que eco sordo de tu ausencia
amplifique en tu playa mis latidos.

Deja que grite tu nombre a las olas
hasta que se me apaguen los sentidos.
Deja que abrace el viento hasta que vuelvas
y retorne el aliento que he perdido.

lunes, 11 de marzo de 2019

Mirlo negro, flores blancas


Un mirlo canta en la florida rama.
La luna me sonríe. El cielo escucha
mientras se desvanecen sus colores.
Atardecer, preludio de constelaciones.
Dragón o serpiente, toro, león, águila,
memoria de milenios, piel de diosa
mortal, como las flores.
Tu mirlo canta.

Háblame, diosa blanca, de tus horas
ofrecidas al mar o a sus caricias.
Háblame de los peces en tus ojos,
del coral de tus manos o del nácar
en muslos imposibles, oh, sirena.

Háblame, rosa pálida.
El mirlo canta.
O calla... Deja latir
tu corazón ardiente...
Que el silencio se ahogue
en un ayer desnudo de futuro,
en un mañana robado al pasado
donde sólo atardece en el presente.

Ya es de noche.
Abrázame. Entrégale tu cuerpo a la marea,
tus ojos a la oscuridad más pura,
tu piel a una brizna de hierba,
a un copo de algodón.
¿Debes partir?
Se paran los relojes.
El mirlo calla.

sábado, 9 de marzo de 2019

Curry rojo


Me quedo.
Me quedo dentro.
Me quedo para siempre
dentro de tu cuerpo
porque la luz divina
de la que todo emana,
la creación entera
nace de entre tus pétalos
y cuando te penetro
como un rayo de luna
mil derviches giróvagos
se instalan en mi alma
y dibujan mis olas
en tu piel de lucero.

Me quedo dentro
hasta que el sol se apague,
hasta que este planeta
cese sus rotaciones
alrededor del eje
que tus manos sujetan,
hasta que el cielo mismo
que tus labios de seda
tibios, húmedos, vivos,
dibujan en los míos
agote sus colores
de aurora irrepetible.

Me quedo dentro,
aquí, en tu hogar,
en tu espacio,
en tu cama, en tu tiempo,
Se me enganchó el espíritu
en la flor de tus senos,
en tu aroma de almizcle,
en tu lengua de océano,
en tus ojos abiertos
reflejando el silencio.

Me quedo, sí, me quedo,
dentro de tus caderas,
de tu abrazo sincero,
de tu aura, de tu templo,
de tu bosque sagrado,
de tu jardín de invierno
donde miles de orquídeas
acarician el viento.

Tú eres agua y yo tierra,
tú eres aire y yo fuego.
Tú eres luz, yo soy sombra.
Tú eres diosa. Yo creo.

Me quedo aquí, entregado,
cada átomo en mi cuerpo
cabe en una palabra
que es tu nombre
secreto.
Como anillo en tu dedo,
plata, luz y deseo.
No salgo ya.
Me quedo.

martes, 5 de marzo de 2019

Deslumbrada


Mira pasar las nubes
tan deprisa...
El cielo tan azul.
¿Te deslumbra?

Cierra los ojos
y mira con los labios
hacia un cielo interior.

Mira en tu corazón.
Hay una luz.
No, no es el sol.
¿No te deslumbra?
No, no es la luna
acariciando el mar.

Son las lenguas
jugando
en silencio.
Sin palabras.

Mira tu piel,
mi piel. Su tacto.
Su sabor. Miel. 
¿Nunca te sacias?

Ahora deja que el cuerpo
se quede a la deriva
como si se expandiera
en las diez direcciones. 

Mira a través de mí.
Está en mis ojos.
Más allá de mi cuerpo
y más allá de todo.

Mira la flor que nace en nuestras manos
¿Sientes lo que yo siento?
¿A qué sabe
la cara oculta
de la luna?

Como el río a la mar
yo te deseo.

Y como el aire al cielo
yo te siento.

Pon tu alma en la mía.
¿Te deslumbras?

lunes, 4 de marzo de 2019

Un repentino abrazo de medusa


No mires hacia atrás, delfín-sirena...
¿Alguna vez las olas retroceden?
¿Acaso el río fluye cauce arriba?
¿Se refleja el estanque en las estrellas?
¿Se siente antes el beso que el deseo en los labios?

Si te duele el amor que se ha quedado
varado en un jardín de posidonias
que florecieron solo en el pasado
sumérgete a pulmón para abrazarlo,
no lo dejes ahogado en el olvido...
Pero te advierto, musa: el mar nos viene grande.
Bajo el océano
las lágrimas
son invisibles.

¡No, diosa de mis noches de estrellas!
Si respiras pausada de este cielo
el momento presente que es la música
de las olas que baten aún lejanas
o acaso el viento amable en la foresta,
llora esas lágrimas, mar que llevas dentro
y respira muy hondo este presente,
inhálalo con todos tus sentidos
hasta que el corazón
limpio de arena y algas
sienta esta luz desnuda
que el tiempo
nunca apaga. 

domingo, 3 de marzo de 2019

Eroastronomía

Alzo la vista a la bóveda celeste,
inmersión en océanos del tiempo.
Mis pupilas reflejan el zodiaco,
mis párpados las fases de la luna.

¡Ay, si la gravedad que me ata al suelo
cesara en un instante o para siempre
caería hacia el inmenso firmamento,
flotaría como un diente de león
en un arrecife de constelaciones!

En otro paraíso o primavera
tus ojos soñadores le regalan
miradas como un vuelo de los cisnes
al mismo firmamento en que yo bebo.

Cierro mis párpados a una luna nueva
y busco las estrellas con el alma,
mi corazón como un saturno errante
acariciando el cielo con su anillo.

¡Ah, magia! Siento... Siento tu mirada
allá en la nebulosa del caballo
o en ese resplandor que son las pléyades.
Siento una estrella roja luminosa,
corazón de delfín o de cometa
a un segundo-luz
apenas
de mis labios.

¿Cuerda o viento?


Musa, música, cuarto menguante,
las noches bajo el signo del león
encendiendo de flores los almendros,
los labios desatando tempestades
que esperaban dormidas en mi pecho.

Si tú fueras música en vez de agua fresca
para mis ojos sedientos de belleza
¿serías cuerda o viento?

A veces eres arpa de sirena,
a veces un rumor de caracola,
siempre una vibración de las cuerdas del alma
que desliza armonías o acordes imposibles
en la caja de resonancia de una cúpula celeste
que lo corona todo en mi memoria.
¿Serán nuestros latidos
cuando tu piel sublime se disuelve en la mía
y rompen en las olas al unísono
el ritmo de ese poema sinfónico
inspirado a los dioses para amarnos?
Florecemos, precoces o tardías
primaveras... ¿Qué importa?
Vivimos.

Sí, vivimos
andante, presto, adagio...

Andante cuando nuestras manos
unidas como el yin-yang de las teclas de un piano
juegan a recorrer aromas y sabores
por calles, playas, bosques o montañas
dentro o fuera del mundo o nuestros cuerpos. 

Presto cuando los labios aceleran
el paso que recorre la distancia
infinita del beso que comienza
con las bocas al borde del silencio
hasta el clímax o el éxtasis que rige el universo. 

Adagio cuando el tiempo se detiene
y no hay límite apenas para amarse,
cuando sólo esperar a que amanezca
justifica un abrazo o su nostalgia.