domingo, 27 de junio de 2021

El cementerio de los elefantes

 

Entre el marfil y el musgo
florece una amapola
solitaria
que llegó tarde a la primavera. 

Única gota de sangre
en el cementerio de los elefantes.

Hay rumores de fuentes nazaríes,
sonrisas de niño
y millones de lunas
enterradas
en el cementerio de los elefantes.

Azul el cielo, azules
los recuerdos desnudos
como cráneos besados
por el sol afilado del manantial del Nilo
en el cementerio de los elefantes.

Hay un áspid en una calavera
y rumores lejanos de fusiles,
y en las cajas torácicas inmensas
espíritus de enormes corazones
vestidos con el silencio de las aguas,
solemnes
en el cementerio de los elefantes.

Si me buscas estaré acaso allí, agonizante en el dulce barro.
Solo un ibis conoce el camino
leyendo en las estrellas con su vuelo.
Síguele con el alma.
Olvida cada paso.
Estaré celebrando la memoria,
escuchando el abismo de los pájaros,
remando lento en la laguna Estigia,
hasta quedar varado en una orilla
del cementerio de los elefantes.

No hay sepulcros
ni crisantemos
ni panteones
ni lágrimas.
Solo marfil bañado por la luna
y ruiseñores mudos
en el cementerio de los elefantes.

viernes, 25 de junio de 2021

Canción Triste del Pirata

  

Tornado de silencio,
piel de caracola,
el mar se acerca
latido a latido.
Restalla en la noche
tu voz de miel y albahaca
como un latigazo de esperanza,
eco de luz ahogado
en la ausencia de la tormenta.
Pero no estás aquí,
en el horizonte de proa
ni en cubierta en el cénit
con el alma abierta en los mástiles, 
sino en la estela.

Estrella de amar,
tus brazos o rumbos
dibujan soñando
la vastedad del azul
en los cinco puntos cardinales.
Si yo fuera ballena
me hundiría en tu pecho
en busca de auroras submarinas,
krill de luz proyectado
sobre mis propias sombras abisales.
Busco el mar en el cielo
con mis ojos de bosque
y la boca llena de tierra.
Mis músculos cansados
son pasto ya del musgo y las raíces,
la podredumbre noble
de esperarte doliente
mientras la luna rompe
el lienzo de la noche.

Déjame zarpar libre
con el pecho vacío
en mi bajel pirata
al confín sensual del paraíso.
El corazón se queda
enterrado en la isla del tesoro
sin saber que las islas
también viajan
mar arriba
a la deriva
arrastrando
miles de cofres
en sus entrañas.

Y el galeón navega.
Navega por tu cuerpo
como un delfín herido
por las olas sedientas
de naufragio.

jueves, 17 de junio de 2021

Vejez

 

Las venas dormidas, la sangre estancada
en los densos meandros de la vida,
las últimas miradas consumidas
en ver migrar las garzas milenarias.

Si pudiera latir de nuevo el mar
en tu pecho con alma de montaña
las olas y las horas romperían
esas nieblas ancladas en los párpados.

No hay otro amanecer tras el ocaso,
tan solo impera sobre el orbe herido
la limpia estela del solemne astro
que ha recorrido el cielo en tu memoria.

Se agotaron las últimas palabras
como si al aleteo de un arcángel
o los coros de un réquiem las robaran
el silencio sobre el que dibujarse.

Me preguntas, ¿ha muerto
María Magdalena?
Y yo no sé. Pregúntales a las aves
en qué cuerpo de luz se reencarna,
Yo no lo sé. Pregúntale a tu alma.

sábado, 12 de junio de 2021

Ciudades

 

Soy insignia.
No hay brisa
que me ondee.
A desiertos de ti
no tengo frío.
Me desnudo despacio
y en picado
me lanzo a las arenas
boreales
o australes.
Me soñaste
ahogado en luz
como una libélula
caída de la luna.
Me rescataste
de mi pozo de olvido
con una cadena
trenzada en caricias,
extraño equilibrio.
Tenía la mirada
llena de cielo
y helechos en las sienes.
Tiempo, no aceches
Desde oscuros rincones
del macrocosmos
mis instantes eternos.
Deja que la calima
estrangule despacio
todos mis pensamientos
y sueña con ciudades
marcadas en los mapas
de tu piel de leona
con símbolos secretos.
Estaré en sus jardines
viendo pasar la vida
sin desesperanza
como aquel niño
que veía hechizado
pasar los trenes.

miércoles, 2 de junio de 2021

Agua dulce, agua salada (soneto)

 

Cerrar los ojos ante el mar inmenso
para ver los abismos interiores,
buscar desierto donde solo hay flores,
sentir que no he soñado lo que pienso,

abrir la piel a miles de dolores,
flotar en el vacío, ese humo denso
del espíritu que arde como incienso
de la Ofrenda que a un beso cierra honores.

Decidle al mar que espere aún a mi barca
varada en la quietud de la tormenta.
Decid que fui pirata en una charca

y que mi libertad se fundamenta
en lo que un simple corazón abarca,
lo que la luz de la belleza alienta.