lunes, 31 de agosto de 2020

Leones marinos

 

Tras la escalera
soñando con leones
espero que la tarde
traiga tu aroma,
que tu sonrisa
llene este vacío.

Latir no es suficiente
para estar vivo.
Despertar
no es amanecer.
Llevo el mar dentro.
Me ahogo
cuando no escuchas
mis gritos mudos de socorro,
cuando las lágrimas
no te dejan ver
las mareas de caricias
que inundan tus playas.

Hoy no sale mi esquife
hacia altamar.
Me quedo en tierra,
farero solitario
buscando las estrellas
que San Lorenzo o Perseo
dejaron olvidadas.

Hoy nadas sola como un ave acuática,
dejando en mi horizonte
estelas luminosas
y un sabor en mis labios,
delicioso amargor,
como si me nacieran algas en la lengua.

Contigo, sirena de plata y ébano,
mi corazón puede sangrar
a salvo de los tiburones.

domingo, 30 de agosto de 2020

Ochocientos cuarenta y un kilómetros

 

Dale al mar tiempo
y espera.
¿Recuerdas cuando las anduriñas
volaban en la playa contra el viento?
Soñar contra la brisa y la marea
esos días con alma de naufragio
en que el mar es plata y el cielo plomo
es darle tiempo al mar,
es dejar la mirada vagar en las arenas con pasos de chorlito,
es dejar que la sal se disuelva en tus venas.

Vieja ciudad o puerto o estuario
donde es igual morir que no haber nacido,
donde hasta la muerte es dulce,
donde las flores viven en las calles,
donde la lluvia es parte del paisaje,
donde el alma del mundo
se exhibe esplendorosa
en blanco y negro.

No hay carretera que lleve hasta el amor.
No hay peaje.
El corazón es un motor extraño
que se acelera siempre cuesta arriba.
Dame la mano. El camino es largo.
Da igual el destino
si el mar espera.
Quiero empezar de nuevo.
Quiero vivir otra vez todo.
Quiero que la luna vuelva a creciente,
que baje la marea
para pintar en la arena tu nombre
más grande que la noche.

Dale al mar esta noche
y espera,
espera al alba.
Verás que el cielo se desnuda,
que todo el mar se muestra
desde el acantilado
bajo las alas ingrávidas de las gaviotas.
Verás el faro
desafiando la horizontalidad del paisaje.
Verás mis ojos reflejar tus ojos desbordados
por toda esa belleza.

Dale al mar tiempo.
Al viejo se le agota
bebiendo sorbo a sorbo de su vaso.
La urgencia de su cuerpo derramado
junto al tuyo, sirena,
es como la visión de una ballena
varada en la roca madre,
decuartizada de deseo
a la puerta del jardín de las delicias.

Cuando te abrazo, ninfa de mar y bosque,
arde la luna.
Es como si el otoño
profanase la primavera.

A veces pienso
que en parte tu belleza
es el silencio...
Ese silencio que deja el océano
suspendido entre ola y ola.

jueves, 27 de agosto de 2020

Lágrimas ajenas


Paseando ciego por el crepúsculo
entre los aleteos de los mirlos casi dormidos
rompí un pedazo de vidrio roto.

Tú adornas de lágrimas la distancia
que nos separa ilimitable
como si se cubriera de rocío
todo el desierto.

Esta noche no son para mí esas lágrimas...
Son para quien duele ante el dolor,
para quien se resigna ante la muerte o, peor, ante la propia vida
mientras mis dedos resbalan
por las dunas de tu piel
suave y cerrada.
Si bebo una sola de esas perlas salinas
profano
un llanto que es ajeno,
que no me pertenece.

Así perdimos noches cálidas de invierno
a la sombra del roble de Dodona.
Así se apagaron las antorchas
que suben a la acrópolis
desde la torre de los vientos.

Tú te crees maldita como ese aire
que dejas de respirar cuando sueñas.
“Voy a dejarlo todo" -dices,
cuando no tienes nada que abandonar
salvo tus propias alas,
libertad...
¡Solo porque no vuelan
las sirenas!
No vuelan, nunca vuelan.
Algunas veces aman.

Mi piel sobre tu piel
viva
ignorada.

Jardines en mis sueños.
Flores nunca cortadas.
Te diría que te amo
si las olas te dejaran
escucharme.

¿Vuelan o nadan
sirenas
a la luz de la luna?
Algunas veces aman.

Nunca esta noche
de luna creciente.

Apenas a un viejo poeta
que no abre nunca cuellos,
que les hace cosquillas
con labios de impaciencia.

Quizás a un marinero...
Pero esas lágrimas
hundidas en el mar,
tampoco son mías
por mucho que desee
ahogarme en ellas.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Cabo Home

 

Vives. Amo.
Las nubes pasan.
Vuelan. 

El mar a tus pies
es más grande que mi corazón
pero es más pequeño que tu alma.

Si fuera libre
me arrancaría el musgo de las sienes,
lo estrellaría en el acantilado
y bebería el jugo de tus frutos prohibidos. 

Si fuera libre volaría,
oh, diosas de la Luna,
volaría hasta llenar el cielo entero
con mis hambrientas alas.
Si fuera libre de verdad
borraría el pecado original
con mi desnudez pura,
y mil ángeles de fuego
sumisos como perros
escribirían tu nombre en las estrellas
hasta que lo borrase
el reflejo en el cielo de las olas.
Si yo fuera libre
le rogaría al aire que respiras
que me acariciase. 

Si yo fuera libre
cruzaría el desierto de tus labios
navegando.

sábado, 15 de agosto de 2020

Cuarto menguante para una estrella

 

Buceas mar adentro.
En esa huída
mi corazón se ahoga.

No soy el primer ave
que se enreda las alas
en la belleza estática
de los corales frágiles.

¿Has dormido, lucero?
¿O bailaste al alba
en las playas lejanas?

¿Besaste marineros
con la mirada esquiva?
¡Ah, la piel de tus senos
bajo la seda líquida
se erizó recordándote
que eres piel de deseo!

¿Por qué no te quedaste
por siempre en tu paisaje
frente al faro que roba
al sol poniente ráfagas de luz
y las rompe furioso entre las olas?

En tierra. Bajo tierra.
Tan distante, sirena,
no necesito mares para ahogarme
cuando mis propias manos me estrangulan
al no poder ceñirse a tus caderas.

Tu silencio es libertad.
Tu voz ausente grita.
Háblame sin máscaras.
Dame mis alas.
Amputa si es preciso.
Drena toda la sangre
si el amor es veneno.
Corta, limpia mi herida.
No hay bisturí más diestro
que una palabra sincera.
Mientras suturas, estrella fugaz,
mírame a los ojos
dentro, bien dentro.
Zambúllete aunque no haya
ni una gota de mar en ellos,
sumérgete
en los rumores vivos del bosque.

Quiero volar
como un ave-delfín.
Dame mis alas, digo...
Y tú, de repente, 

me traes el mar crepuscular

vestido todo en plata...
Sus mágicos rumores.

Mírame a los ojos.
Detén el tiempo.
Que tu mar y mi cielo
se confundan, se abracen.
Puro éter.

viernes, 14 de agosto de 2020

Finis Terrae


Si sueño que olvido despertar

no me molestes. 

Si al alba no he llegado
amanéceme a besos,
ronronea
sin perturbar mis sueños.
¡Que no se rompa el mar!
¡Que no se rompa el cielo
cuando lo estoy soñando
cogido de tu mano de golondrina!

Todos los caminos
que pasan por tu corazón
llevan al fin del mundo.
Todos los caminos
conducen al paraíso
pero ninguno llega
al árbol de la vida
y no hay camino de vuelta.
De hecho no sé, peregrina,
si voy de ida o de vuelta
mientras florece el mar
o vuelan los albatros
nocturnos en el bosque
que cierra la vereda.
Lo importante es latir
en cada paso.

Lo que importa es que el labio
sobre todas las olas
rompiendo en los cantiles
esté esperando siempre
la humedad de otro labio.

Lo importante es andar
cuando volar no puedes.
Andar, niña de luz,
maestra de mareas...
Andar con los sentidos
el camino.
Caminar, no llegar.
El final no ha llegado.
El final es la muerte,
el camino que súbito
se precipita en el acantilado
ese abismo vestido de belleza,
el vacío desnudo.

Si sueño que he llegado
a las puertas de tu edén
ábremelas despacio,
bésame como el mar besa a las rocas
pero no me despiertes
que quiero ser soñado
destilando belleza
en tu viaje.


domingo, 9 de agosto de 2020

Blanco

 

Piel de cuarzo, arena de corales,
reflejo de la luna en mar de espejos,
pétalo de azucena, pecho de golondrina,
semen de nieve pura,
éxtasis, primavera virgen,
soma, leche que nutre
el alma del firmamento primigenio,
la esencia que salpica
como linterna mágica invertida
la eterna vía láctea.
Luz pura, síntesis del iris,
el color de la paz inmaculada,
del espíritu íntimo de la madreperla. 

Casas de alma encalada,
pueblo mediterráneo,
mármol vivo en los senos de Afrodita,
caracola desnuda de su nácar,
calavera lavada por el sol,
cisne, jazmín, gaviota,
flor de almendro. 

Si yo fuera mar, ángel de deseo,
quisiera besar tus pies
ola tras ola. 

Si yo fuera un artista japonés
escribiría mis versos de amor callado
sobre el inmenso silencio
de papel de arroz
de tu mirada.

jueves, 6 de agosto de 2020

Eucaliptos


Dile al mar que no calle
el rumor de sus olas
que penetre y perfore
mi silencio de roca
como un reloj de agua
clepsidra universal
que arroja mis crepúsculos
de dulce soledad
a un firmamento pleno
de estrellas misteriosas 
tan hambrientas de sueños
que nacen en mis ojos
y atraviesan tu alma
como si estuviera dibujada en un papiro.

Si digo que te amo
y es el mar quien me escucha
no hay silencio más grave
o más profundo.

Dejó una ola desnudo
en los brazos de una estrella de mar
un beso de sirena...
Aún me duelen los labios de soñarlo.

En un lecho de hojas de eucalipto
duermo sin rumbo fijo
esperando a la luna.


martes, 4 de agosto de 2020

Cielo, Tierra, Mar, Cielo

Con el cielo en las manos,
el pubis cubierto de helechos,
savia espesa en las venas
y una mirada limpia de abismos en el iris,
la Tierra se despierta
recibiendo en silencio
la raíz de los árboles.

Te lo diré callado
con mi tacto en tu piel:
la música es un grito
de silencio del bosque
y los violines todos
están hechos del alma
de los árboles sabios.
Cuando escuches el canto
desnudo de las aves
recuérdame que te recuerde
que te he amado en silencio
desde que el bosque es bosque.

Con el mar en los labios,
la magia de las olas acariciando playas,
sal gema en las arterias,
la mirada rendida ante todo horizonte,
el Océano duerme
bañando con sus sueños
tu cuerpo en sus bahías.

Te lo diré gritando
con alas de gaviota.
Cuanto más cerca vuelo
del horizonte limpio
más dentro estoy de ti,
acariciando el fondo de tu océano.


domingo, 2 de agosto de 2020

Júpiter sobre la luna

Ama, abre el alma.
Vive
sin máscara.
Respira
sin mascarillas.
Ciérrame en tu seno
como si me tragase una orquídea
palpitante, líquida, cálida.
Dibuja un laberinto
con tus labios en mi pecho
para que mis latidos
se pierdan en tu memoria.
Eres luz en mi noche,
me ciega la belleza
como si me salpicara
en los pliegues más íntimos del alma
la vía láctea.
Cabes en un abrazo
pero ese abrazo nuestro
no cabe en el espacio
ni en el tiempo
de este universo límite
porque el cielo es al mar
lo que mi cuerpo al tuyo.

Deja que toda niebla
disfrazada de lengua
armada con aromas
despierte los instintos
sin entornar los párpados apenas,
deja que muy despacio
bajo un manto de estrellas
la vieja tierra madre
nos lama las entrañas,
hasta ahogar corazones
en sus secretas simas.

Tu mirada, sirena de otros mares,
es la bahía calma
donde refresco lágrima a lágrima
la flor desesperada
de todos mis deseos.