Igual que el negro océano
no refleja la luz de las estrellas,
el alma inmaterial
aun sedienta de ternura
no siente las caricias,
ya negadas, ya tensas:
a la orilla del llanto,
al pie de acantilados
de vértigo y memoria
el tiempo se convierte
en soledad.
Igual que el lago helado
se viste de silencios
y sobre su blancura
los cisnes negros cantan
el eco de su vuelo,
así es en la distancia
el anhelo pendiente
de cables invisibles
tendidos sobre abismos
entre pieles y labios.
Peor que las palabras
groseras que dibujan
garabatos de dolor
en lienzos de conciencia
son las líneas en blanco
en las que no se lee:
"Vi la luna esta noche
a través de las lágrimas
y mi sangre apagada
aún te añoraba, ave,
enredadas tus plumas
entre el bosque y la noche."