viernes, 28 de febrero de 2020

He visto amanecer






Vi amanecer
en un remanso del río de la vida.
No me cegaba el sol
sino el deseo.

Entretuve la mirada,
telaraña de mis sentidos,
rozando con dedos imaginarios
la flor de los almendros y los prunos.
Su belleza reside
en su fugacidad...
¡Como si de repente
abrieran el corazón
millones de estrellas de cinco pétalos
proyectando en la plaza
mi jardín íntimo
en pleno día!

Diría que te añoro
hasta el dolor,
musa fugitiva de su propia magia,
manantial de la luna.
Lo gritaría aún
con la voz que me queda
pero hoy solo me escucha
un inmenso vacío
que me devuelve ecos de nostalgia.

He visto amanecer.
Ahora el sol quema en mi piel,
lame mis huesos,
y es su calor
un refrescante alivio
al ardor del deseo.

jueves, 27 de febrero de 2020

Estrella que se apaga


Estrella que se apaga,
flor que marchita.
Ojalá seas parte
del eterno retorno
y abone mi cadáver
el sustrato precioso,
las gemas verdaderas
en que enraízan neuronas
de tu memoria de golondrina. 

Yo seré para ti
el elefante muerto
que no aguantaba el peso
de su propio cariño
y espero, solo espero
que cuando no estés ciega
y veas al espejo
cómo crecen tus alas
defiendas con tu voz
y la espada de fuego
de tus ojos abiertos
mis huesos de marfil.

Espero que le cantes
a la primera aurora,
a las playas del tiempo
que nuestros pies no hollaron
la canción de las olas
que el corazón del bosque
compuso en nuestro lecho
bajo miles de estrellas.

Espero que le digas
al diablo que te roba
millones de domingos
que de verdad me amaste
como solo se aman
los recuerdos de infancia,
como solo se ama
cuando se entrega el cuerpo
a ese amante sediento
que ha de beberlo todo
gota a gota.

sábado, 22 de febrero de 2020

Carnaval


Acaricia la brisa melodías
sublimes o inaudibles,
arias de almendro en flor,
el embrión sonoro
de una primavera de topacio,
quizás la última en que la luz
del mediodía íntimo que fluye
entre mis labios de arena
y tus labios de agua salada
anticipe el silencio de una estrella
fugaz,
siempre efímera,
cruzando la cúpula del alma
de parte a parte.
No sé si esperarte o morir ya, estrella...

Cuando sonríes pienso
"esperaré otro eclipse
entre la luna y Venus...
Mi vida es esperar
escondido en las sombras
porque yo soy un astro
sin luz propia
y ninguna de mis caras
está oculta a tus ojos".

Cuando duermes en mi pecho
como una gata en flor,
latiendo, respirando
como si en ti naciera
toda vida, pienso
"quiero vivir
y despertar mañana
como si el tiempo fuera
tan solo una abstracción,
como si cada vida
amaneciera dentro de un suspiro,
como si cada instante de esta espera,
cada minuto de silencio
fuera un carnaval,
como si cada gesto dormido
fuera la semilla del éxtasis.

jueves, 20 de febrero de 2020

Envejecer


Envejezco junto al mar
de tus abrazos rotos
ola a ola, luna a luna.
Hoy creciente te acercas silenciosa,
te hundes en mi pecho en plenilunio
y menguante te escurres de mis dedos
igual que el viento, la arena, el agua,
el tiempo...

Envejezco en las cumbres
de tus senos soñados.
De día hay horizontes
hacia los cuatro puntos cardinales.
De noche el silencio
borra todo horizonte
pintando mi poniente
con lejanas promesas de aurora.
Luego hablan las estrellas
una lengua de luces y distancias.
Escucho con los ojos muy abiertos.
Escucho tu nombre
cruzando el firmamento.
La vía láctea
o una estrella fugaz
que nunca se ha apagado
en mi memoria.

Envejezco en el vacío
o vuelvo a nacer.
¿Quién sabe?
Desde que solo sueño
con tu alma imposible
ni siquiera la muerte
sabe si voy o vengo.

martes, 18 de febrero de 2020

Otra noche en vacío

Siento un escalofrío 
recorriendo las grietas de mi alma 
en las noches de tu silencio
o de abrazos huídos
o de palabras muertas en la lengua, 
de ese beso abortado
coagulado en la sombra, 
en el rincón oscuro
de esta escalera oculta 
que clava sus peldaños 
en mi soledad
en ángulo recto. 

No me cierres el alma 
solo porque construyo
castillos en el aire
con crueles princesas 
que custodian cautivos 
bellísimos dragones. 

No me niegues el agua
cuando la sed de amarte 
duele más que el naufragio. 
No me escondas el sol
en cada amanecer
que despiertas tan lejos de mis brazos. 

Te espero en la escalera
que sube al sótano profundo
rodeado de dragones vegetales, 
contando los minutos que separan
el tiempo de tus labios y los míos. 
Esta noche 
ese tiempo es
una vez más
siempre. 




Deceleración del corazón (soneto)


Me torné en tren sin freno a toda máquina
entrando en un palacio de cristal,
un elefante ciego en el umbral
de un templo de vidrieras y cerámica.

He sentido el dolor descomunal
de estrellas ya apagadas, luces mágicas
ahogadas en las lágrimas más trágicas,
el alma a oscuras y en los ojos sal.

Ahora se calma el viento y la tormenta
cede el pulso al abrazo de la paz.
Cae la angustia rabiosa y virulenta.

La marea sosiega la ansiedad,
la ahoga en mis playas con caricia lenta.
¡Anida el alma en esta soledad!

jueves, 13 de febrero de 2020

Cinética cósmica


¿Puede todo orbitar
en torno a un sueño?

Y cuando digo todo,
no solo me refiero
a las esferas vivas
del propio firmamento.

Me refiero a la luz
de la flor del almendro
en las noches sin luna. 

Me refiero a mi cuerpo
muriendo poco a poco
en los brazos del tiempo. 

Me refiero a tu pelo
enredado en las algas
por escapar del viento. 

Me refiero a tu pecho
navegando en las alas
de un ángel marinero. 

Me refiero al momento
en que queda en suspenso
el universo entero
porque se anuncia un beso
y es sincero... ¡Sincero!

¿Puede todo existir
en torno a un sueño?

miércoles, 12 de febrero de 2020

Condensación

Escapa la piel, aérea,
del cuerpo de azufre y sangre
que le niega caricias diminutas.

Las palabras se tornan
peregrinas del aire,
de un corazón a otro
sin rozarlos apenas.

Respiro tu aliento
y mi pecho se abre
como una granada.

¿Ves qué señala el viento?
Veletas apuntando
al centro de tu alma.

Abraza mis sentidos.
Solo el tacto me ciega.
Solo el sabor de la música
me sugiere palabras:
azahar, rubí, anémona...

Si pudiera besarte
como besa un amante
la luz que baña al alba
tu cámara secreta...

Si pudiera incrustar
entre tus labios mágicos
la fórmula divina
que torna el vino en savia,
la linfa en agua pura,
el deseo en abrazos
de hiedra y de saliva,
la arena en esmeraldas.

Quiero llorar
y el cielo
es del color del agua.
Azul, gris, negro,
oro... Verde
turquesa, sí, esmeralda.

Nunca saliste,
ermitaño en su concha.
No saliste, sirena,
ni tu cuerpo ni el alma
de esa playa
en la que cada ola que se acerca
trae su huída integrada.

Las palabras se ahogan,
peregrinas,
si viajan
desde el aire
hasta el agua.

Tsunami, elefante:
mis palabras.
Silencio,
perpetua maestra en retirada:
tu palabra.

Ya líquida. 

Silencio:
tus palabras.

martes, 11 de febrero de 2020

El Arca de Noé


¿Para qué quiero alas,
madrugada de niebla,
si sigo prisionero
encerrado en mi cuerpo?

Armonía felina
nacida de la boca del león.
Poesía celeste y sueños desterrados.
Tagore y Jung.
Contrapunto.
Jerusalén celeste.
Esperanza:
hablando del arca de Noé
me miraste a los ojos.

"No puedes, no, dar la vuelta al mundo
pero yo sí" - dijiste
empuñando la voz como un cuchillo.
Mis ojos se llenaron de ratones
esperando un naufragio en el diluvio.

Te equivocas, Isis-Bastet
en tu inmensa sabiduría
leyendo el alma de las flores.
Hay circumnavegaciones automáticas
a esferas vacías
que no valen lo que un solo paso
en la vía láctea
que se expande
inmaterial
entre tus labios.

O me equivoco yo,
hijo de Démeter, presa de Anubis,
y zambullirme vivo,
sensual, desnudo,
en un océano de luz y orquídeas,
es el instante eterno que deseo
y aunque ya salté, Andrómeda,
a las fauces de un Ceto milagroso
aún estoy cayendo
y dejando en el aire
una estela de amor
incorruptible.

domingo, 9 de febrero de 2020

Aprender a Nadar (Resurrección de la Musa; Plenilunio)


Dame tu alma.
Ponla en la palma
de mi mano abierta.
Entra.
Deja tus miedos
a la puerta.

Pon tu piel
en mi piel
y atrévete
ahora
a hablar de magia 
muerta.

Tu pupila en la mía.
Deja que fluya
tu luz hacia mi luz
hasta que los párpados
se cierren silenciosos,
al ritmo de desmayo
del labio que se encuentra
con el labio.

No hay muros colosales,
monasterios titánicos
ahí fuera enredando
sus torres en la niebla.
Sólo en tu corazón
que silencias acaso
con alfileres íntimos
hay templos infinitos.

No mires al vacío
de la noche invernal
si mis ojos te esperan
con la luz escondida
de las mil y una noches
que ha soñado la luna
contigo, sí, contigo,
corazón de sirena,
desde su cara oculta.

Llora en mis ojos,
arráncame las prisas
con las que quiero amarte,
que me queman...

Bebe en mis ojos
que te esperan con la lágrima
a punto de romper diques,
de florecer líquida,
de pasar la barrera del silencio,
de convertirse en ola
para barrer la playa del deseo
donde quedó varada mi alma extraña
como un calamar gigante.

Dame tu mano,
ese árbol de caricias.
Tus ramas en mis ramas,
las yemas de tus dedos
henchidas de pura vida,
reverdeciendo íntimas,
la primavera abierta
de tu vagina en flor
rebosante de néctares y aromas.

No me dejes perdido
en ciénagas de huída, 
sonrisas desterradas
a algún rincón sombrío.

Mi espacio está repleto
en sus diez dimensiones
de un amor que ha crecido
hasta inundarlo todo...
Y yo no sé nadar.
No sé nadar, sirena.

Dame tu alma, tu piel,
tus ojos, tus labios,
tu aroma, tu sonrisa
y tu mano...
Tu mano que me guíe
con solo una caricia
por las profundidades
de esta mar infinito
que me brota
incesante
desde dentro.





miércoles, 5 de febrero de 2020

El Vacío

Musa, ¿estás muerta?
¡Devuélveme la luna!
Erial... ¡Vacío!

sábado, 1 de febrero de 2020

Luna ahogada en palabras muertas


No vistas, marinero,
el alma de palabras.
Déjatela desnuda.
Que la voz no disfrace
con su tono engañoso
lo que el corazón guarda.

No escribas en las nubes
con pinceles de viento
su nombre de hojarasca.
Ella odia el viento, ¿sabes?
Ella mueve sus alas
contra sus propias lágrimas.
Ella nada en sus mares
entre delfines blancos
contra la madrugada. 

No rompas el silencio
de pétalos caídos
que esconde su mirada.
No profanes su templo
de labios como bosques,
espirales de incienso
y aroma de montaña.

¡Ciego estás, marinero,
completamente ciego!
Al timón de tu nave
precipitas tu cuerpo
contra los arrecifes,
con las venas abiertas
al ardor del deseo,
una orquídea de sangre
estrangulando el sexo,
tu pulso en duelo a muerte
contra el maldito tiempo.
Ese tiempo sin ella...
¡Ese maldito tiempo!

No vistas, marinero,
el alma de palabras.
Cállate. Vete lejos.
Ella no lee poemas
escritos por tu pluma
de ala de ibis mudo,
de cola de vencejo. 

Ella no lee lunas
perdidas en el cielo.
Ella lee en el alma.
Lee los sentimientos.

Vete, ojos de sal, vete
adonde nadie sepa
que una estrella se ha muerto
ahogada en tus palabras,
adonde yace triste
la música callada,
adonde una voz fría,
flor de almendro y ceniza,
al calor de una rosa
te susurre al oído
la última esperanza:

El amor es eterno
y vanas las palabras.