miércoles, 31 de marzo de 2021

Deslumbrado

 

Luna llena. Flor de lágrima.
Blanca como la sangre
de los nardos salvajes.
Duele mirarte el alma
y desearte.

Es la luz lo que duele,
es la ausencia de sombra
en mis ojos cerrados,
en mi profunda noche
cegadora.

Nunca más sobre el lago
de sus aguas doradas
reposarán mis cisnes
su afilado plumaje.
Es la luz lo que duele.
Cisne negro.
Sediento.

Nunca más volaremos
sobre el haz de las nubes
como labios alados,
libélulas de viento.
Es la luz lo que duele:
su silencio.

Lo dijimos cortando
con un alfanje el alma:
nunca más el instante
que trasciende los límites
de materia y de tiempo.
Ya estuvimos ahí.
La luz de la memoria...

Es la luz lo que duele,
el deseo indeleble
de ser eternos
también mañana.

Amanecer. Mar. Río.
Viñedos. Dunas. Playa.
Nueva luz. Mediodía.
La sonrisa. Los peces,
bancos de pieles vivas
desembocando acaso.
Salinas que no vemos
porque la luz nos quema.
Luz. Tulipanes blancos.

Musa, apaga esta luna.
Tengo los ojos llenos
de cristales de hielo
y es primavera, hora
de llorar de alegría.

Musa, enciende tu luna.
Sácame del eclipse
en que el fluir del cielo
ha dejado varadas
mis oscuras pupilas.


viernes, 26 de marzo de 2021

Caída libre

 

Ahora me alejo.
He zarpado al atardecer
rumbo a la noche abierta.
He soltado mi amarra
de la isla de los cuervos
hambrientos de pedazos de mi alma.
He dejado el amor que me quedaba
derramado en sus playas
como una marea de medusas.
He arrojado mi deseo,
lastre sin alas, 
a la boca de sus volcanes.

Ahora me alejo,
pierdo lentamente
la línea febril del horizonte.
Navego en caída libre
un cielo en calma.
Al mar encrespado le llamo
por sus nombres antiguos
pero no me responde.
Las velas de mi nave
son pétalos de orquídea
besados por el viento.
Mis heridas no sangran.
Destilan memoria.

Amo tu isla, sirena
regada por auroras boreales,
enterrada en estrellas.
Te amo a ti
huyendo como una gata
de su propio silencio,
pasando por el crepúsculo
sin dejar rastro.
Pero ahora me alejo
porque no hay labios vivos
para mis párpados cansados,
porque tu luz divina
atraviesa mi cuerpo
sin apagar sus sombras.
Me alejo y mi equipaje
no es más que libertad
y no me pesa en él
nada más
que tu ausencia.

lunes, 22 de marzo de 2021

Caminos

 

Caminos en el aire.
Encrucijadas.

Al éxtasis por la calma
de los lagos dormidos,
por el tacto descalzo
de un pétalo de loto.

A la nostalgia triste
que brota de la ausencia
de las manos amantes
por el silencio roto,
tu voz como un cuchillo
cortando lagrimales
noche tras noche
con un adiós apenas perceptible.
"Hoy quiero morir sola,
dejar dormir tu amor
entre los sauces,
para que se lo lleve
un atardecer más
la corriente del tiempo". 
¿Cúantas veces aún
ha de viajar mi cuerpo peregrino
desde la primavera hasta el otoño
con las alas cortadas?
¿La luna se refleja
en mi imagen sombría
o son canas de musgo
lo que el espejo ciego me revela?

A la redención
por el camino medio
mas no por el olvido.
Puedo olvidar mi nombre,
puedo olvidar el nombre de la muerte,
puedo olvidar el cielo que respiro,
pero no olvidaré que amo la estela
de tu mirada cuando ya te alejas.
No, no lo olvidaré
ni cuando se apaguen las luciérnagas
que habitan las entrañas de mi pecho,
ni cuando las mariposas de mi vientre,
en una metamorfosis inversa
se tornen en crisálidas de nostalgia
y luego en larvas de memoria hambrienta
que me coman por dentro
hasta que solo queden
mis huesos limpios
gritándole al desierto
que te he amado.

Caminos en el mar.
Al horizonte,
a la línea que el sol cruza al morir,
por la senda invisible
que trazan tus pupilas
al encontrar las mías.
Ese mismo camino
que siguen las gaviotas...

domingo, 21 de marzo de 2021

Sofía

 

La Madre Tierra
te dio un cuerpo precioso
como el diamante.

Con ese cuerpo
le regaló a tu alma
cinco sentidos.

¡Ah, qué egoísta...!
Porque tu alma es su alma:
Naturaleza,
plena consciencia
de ese fuego divino:
perpetuum mobile,
ese tesoro
de los seres mortales:
la propia vida.

Cierra los ojos
y sumérgete entera
porque eres agua,
eres océano
donde la luz primera
lo creó todo.

Ven. Ama. Escúchalo.
Es música o silencio
pero no ruido.

Cantan los pájaros
y te lo cuentan todo.
¿Lo has olvidado?

O te susurro
al alba que te amo,
que también vivo...

Cuando la luna
se viste de esmeralda
no estás soñando.

Son las señales
de que la vida toda
es un milagro.

Acantilado.
Como el mar a las rocas
deseo amarte.

Fuerza y cariño
por una eternidad.
Inseparables.

Vuelven las aves
a anidar en las rocas.
Es primavera.


sábado, 20 de marzo de 2021

Vacuo

Vacío.

Estoy vacío.

Lleno de ese vacío

en el que caben todas las ausencias.

Pero no ese vacío

que ha dejado en el aire 

el vuelo de los pájaros

ni ese vacío de fondo de espejo

que amenaza romperse con la lluvia. 

Siento un vacío inmenso

que cabe en una lágrima, 

que me traspasa de dentro hacia fuera

como si huyera del agujero de mi tiempo. 

No el vacío del dharma,

luz de la mente abierta al gran silencio

ni el vacío que enraíza en la retina

al contemplar el firmamento estrellado.

No el vacío que espera 

amanecer desnudo, sin palabras, 

rumor de caracolas irrompibles 

o alas de mariposa.

Siento o presiento 

un vacío densísimo, 

como si el alma muerta

me cerrara los párpados,

un vacío que solo

una caricia tuya

llenaría de pétalos.


¡Ah, volver a respirar

y llenar de belleza los pulmones!

¡Abrir los ojos y ver todo el océano

sabiendo que tu cuerpo es un velero

y tu espíritu es viento, viento libre!


Canto un vacío sordo

en busca de armonía.

Escúchalo, Madre Tierra,

siembra en él la semilla

de un olvido que colme

de musas sin memoria

las laderas etéreas del Parnaso

que se erige en mi larga noche.


¿De qué llenar los nidos de mi pecho

cuando todas las aves olvidaron

sentir la primavera? 

viernes, 19 de marzo de 2021

Recordar que me amabas

 

Me amabas en los silencios,
cerca o lejos del mar,
indiferente a las olas,
en un presente puro, luminoso,
ajeno al ruido del pasado
o de un futuro de ensordecedora ausencia.

Me amabas o te amabas
porque todo era recíproco,
el día y la noche,
la sombra y la luz,
mientras en un universo de ritmos frenéticos
donde cada objeto, cada emoción
gritaba su nombre en todas direcciones
amalgamando músicas en un confuso llanto,
el epicentro del silencio,
donde por un instante
floreció la armonía,
estaba en nuestros labios.

Un manantial cristalino
de ángeles callados
brotaba de tu piel
y tus brazos desnudos
eran un templo vivo
donde adorar tu luz.

Me amabas
como si no existiera el miedo,
como consciente en plenitud
de que el abismo en que caíamos,
en el que nuestros cuerpos unidos se aceleraban, 
no tenía fondo,
como si cualquier posible colisión
fuese ala contra nube.

Me amabas, sirena en tierra,
orquídea varada en arrecifes de luna,
salamandra de plata en la ceniza alquímica.
Sí, me amabas,
y solo recordarlo,
augurarlo o soñarlo
me convierte en cautivo
del deseo.


viernes, 5 de marzo de 2021

Fin del invierno

 

A veces el sol se oculta en un velo
de cataratas de sueño y calima
como si el cielo abierto fuera océano
en el que ahogar el tiempo y los recuerdos.
Ya se espera en los párpados cansados
la luz amable de la primavera,
abre los pétalos el fulgor de Venus
entre las tristes ruinas de mi invierno.
Antes de que un tifón borre las pieles
decidle a Eros que tatúe un ave
con las alas abiertas en mi pecho,
un mudo ruiseñor con doce nombres.
Antes de que el amor lo queme todo
y el desamor devore las cenizas
resérvame un rincón del paraíso
para sembrar semillas de nostalgia.
Esperaré sentado a qué florezcan
las noches que he robado entre tus brazos,
que abran su luz al cielo las estrellas
que no quisimos ver por no llorarnos.

jueves, 4 de marzo de 2021

Desorientado

 

A través del páramo de tu piel,
a través de una multitud de soledades,
duna a duna camino hacia tus valles,
descalzo y tembloroso
para libar el néctar cristalino,
secreto que secretan
tus labios como pétalos,
dulce flor entre espinas de letargo.

No estoy perdido, solo estoy cansado
de derramar estrellas en tus ojos,
de regalarle al viento mis narcisos fugaces.
de dibujar estelas en la arena
evocando la vaga memoria
que dejaron tus pasos al huir,
tan solo estoy cansado
de tropezar con el avispero de tus miedos.
No estoy perdido, no. Desorientado.
Sé volver siempre a mi rincón oscuro
donde soy minotauro solitario.
No estoy herido, solamente muerto
en el paisaje azul marino de tu deseo.
No sangro. Lloro seda,
telarañas o ámbar.
No hay tempestad abierta
que disipe el aroma del incienso,
ni catarata viva cuyo estruendo
acalle el cruel latir de los relojes.
No hay tragedia. Manos frías.
¿Respiran las estatuas?

Despierta a mis caricias, golondrina de nieve,
vístete al fin de piel
y devuélveme el alma que te entrego.