lunes, 29 de junio de 2020

El ahogado y la sirena


A la deriva
el cuerpo del ahogado
flota en el índigo inmenso
a merced del rumbo de las medusas. 
Corazón de nautilo
en su proporción áurea,
abierta su espiral al eco
de latidos percutidos entre labios,
infinitamente hueco.

Alma, llévame lejos
donde no pueda ver
cómo su mirada
lo ilumina todo. 

Alma, llévame al último
repliegue de su piel
donde mis manos frías
escondan su deseo.

Allá en su roca mágica
con el pelo mojado, 
una estrella de mar
rojo coral o plata
acariciando su pecho
con millones de pies ambulacrales,
una sirena rompe
olas o alas como si fueran espejos diminutos.
“Si no vas a salvarme, sirena,
con tus dedos de arpa
devuélveme al abismo
oscuro de la muerte". 

Con los ojos cerrados
ve pasar al ahogado
rozando casi el pecio
del barco en que ella amaba. 

Con los labios cerrados
deja pasar la noche
negándole su luz
a una luna sedienta.

Así pasa otra noche
con las flores del vientre
atadas a la espalda
y el deseo enterrado
en dulces soledades.

¡Mar lejano, descansa!
¡Deja de escupir sal
en mis heridas!

miércoles, 24 de junio de 2020

Madrugada de San Juan


Deslizar un beso bajo la almohada
hasta ahogarlo. Respirar
al unísono con el pecho amante.
Desear que en el viento
se abra un camino de aliento vivo
anunciando una aurora boreal
en pleno trópico.
Saltar sobre una hoguera
que se encendió hace años,
festivales de fuego
en el calendario astral del alma.
Exaltar la amistad del mar
o de los bosques íntimos
donde una mano abierta
supo borrar la noche,
dársela de desayuno
al canto de los pájaros.
Amanecer con tu piel
pegajosa y dormida
sobre nubes de leve consciencia
y rumor de olas.
Robarte las palabras
como si un ángel de silencio
te hubiera mandado gritar
para que no se nos escapara
ese primer instante
de un día tan azul
que duele la tormenta.

Despertar con tu cuerpo
cerrado entre mis brazos
y el mío sin abrir, 
desintegrándose.

Despertar con todo lo que es bello e indómito
ronroneando a nuestros pies. 

domingo, 21 de junio de 2020

Solsticio vacío


Gritaré hasta que el dolor
rompa el cristal de los cielos
y se caigan las estrellas
en los pozos de mis ojos.
Gritaré hasta que el solsticio
restañe los sueños rotos.

Gritaré hasta que me escuches
desde el confín de la muerte,
sirena en un mar de anzuelos,
el alma en redes de arrastre...
¡Debí dejar que te ahogaras
en los abrazos del aire!

Gritaré hasta que no quede
ni rastro de sentimiento,
hasta que los corazones
no entiendan su propio eco.
Pintaré en esa sonrisa
los reflejos de tus miedos.

Gritaré hasta que los mares
desborden lindes del tiempo,
hasta que un collar de eclipses
estrangule los silencios.
¡Cómo amabas los delfines!
¡Cómo sonreían ellos!

Gritaré hasta que comprendas
que el amor ciego que guardo
quema en la piel y en los labios,
en las noches y en el trágico
vuelo del último Fénix,
que se apagó con los astros
que tú borraste del cénit
tan solo con no mirarlos.

Gritaré hasta que la eclíptica
intersecte tu regazo,
hasta que cruce tu pecho
un cometa extraviado.
Gritaré hasta echar tu nombre
al desierto de mi llanto.

martes, 16 de junio de 2020

Romanza del último latido


Por los caminos del aire
vuelan tu vida y la mía
como dos vencejos ciegos
jugando a ser golondrinas.

Tú te avergüenzas de amarme,
yo te ofrezco un alma herida...
Tú eres el sol de mis noches,
yo la luna de tus días.

Te dejé en la puerta un beso
escondido en una orquídea.
No será el último, no...
O quizás sí, en esta vida.

Por las estelas del agua
los pelícanos se olvidan
de devolver a mis ojos
las miradas que respiras.

Tú navegas en las lágrimas
que lloramos a escondidas.
Yo me embarco en la nostalgia
de los ecos de tu risa.

Te dejé en la puerta el último
latido que me quedaba.
Se apagó mientras decías:
"No me avergüenzo de nada".

lunes, 15 de junio de 2020

Romanza de la orquídea blanca


Por las calles del deseo
vaga una orquídea blanca
desenlazando los vuelos
de golondrinas y águilas.

En la esquina de los sueños
hay una flor olvidada
desnuda, sangrante, abierta,
vestida de piel, cerrada.

En la Plaza del Silencio
hay una sombra estancada.
Es una sombra sin árbol.
La luz no quiere mirarla.

Sal a por la flor, sirena.
Sal a por la flor, amada,
que el diablo no está aquí
ni en tu casa ni en tu cama.

Está en esa sombra triste
que tienes en la mirada.

sábado, 13 de junio de 2020

Montón de arena


¿Ves a tu amante, madreperla,
como un grano de arena?
Te llorarán los ojos cristalinos.

Llorarás esas lágrimas
que lloran las sirenas
al ver el agua dulce
barrida por los sauces.

Si ves a quien te abraza
como un grano de arena
tu vida no será
sino un desierto.

Llorarás esa savia
que las flores de cactus
lloran por la nostalgia del rocío.

Si ves a quien te ama
como un grano de arena
del reloj silencioso de la muerte,
llorarás tus eternas primaveras
pétalo a pétalo.

Llorarás ese tiempo que arrojaste
a la inmensa vastedad de las dunas
mirando a las estrellas
con ojos de luciérnaga.

Si ves a quien te ama
con los ojos cerrados
para evitar en vano
la tormenta de arena
quedarás enterrada
bajo una duna cálida
y de tus dulces lágrimas
nacerán los oasis
donde las aves de la memoria,
las esfinges del olvido
y las caravanas de sentimientos nómadas
sacien su sed de vida
o de belleza.

miércoles, 3 de junio de 2020

Último fulgor


Desde el dolor la rosa es más profunda.
Se clavan más adentro
los pétalos de sangre
en mi costado abierto y en mi frente.
Todo el cielo se ahoga en las espinas
y la raíz penetra hasta mi sexo
para exprimir así la última lágrima.

En tu jardín crece la hiedra oscura
hacia tus ojos que se desvanecen
huyendo de la luna en pleno día,
envenenando el alma de los pájaros. 

¿No queda ni un rescoldo
oculto en la linterna japonesa
junto al lago de todos nuestros sueños?
¿No queda ni una mísera luciérnaga? 

Condéname al otoño y la amargura
pero no al odio, nunca al odio vivo
que nace del amor que se marchita.

Guardo una flor, absurda siempreviva,
encerrada en el pecho. 

Un día tus palabras
son orquídeas blancas.
Otro son puñaladas
al alma de los ángeles. 

No vengas si no quieres ver morir
al más herido de los elefantes.
No vengas si te duelen los silencios.
Estaré en el jardín
desesperándote.

martes, 2 de junio de 2020

¿Por qué no?


¿Por qué no amar desnuda
de prejuicios,
abrir tu playa al marinero ahogado
que trae la frente llena de naufragios,
los ojos inundados
de alga y noche? 

¿Por qué no amar este rayo de luna
que el éter ha esculpido en tu ventana,
la suave opalescencia de mi anhelo
que enfrenta la tiniebla en tu mirada?

¿Por qué no amar
hasta el orgasmo pleno
con lágrimas trazando
la estela del dolor y del deseo
mientras el mundo fuera arde olvidado,
ceniza y pólvora
lejos de nuestra piel de nácares?

¿Por qué no amar el mar o su silencio
mientras espero el grito de la muerte
entre el batir de mil alas de pájaro? 

¿Por qué no amar un día y otro día,
noche tras noche un círculo vacío,
una broma del tiempo que se agota? 

Como cuando llegamos a la feria
a punto de cerrar en plena lluvia
y sin querer, soñando, sonreímos... 

¿Por qué no amar?