domingo, 27 de diciembre de 2020

Cuando me devuelvas todas las caricias

 

Cuando me devuelvas todas mis caricias
haré un mar con ellas.
Luego, en pie, a su orilla,
en un alba estática,
escucharé a las olas,
una a una, besar al fin
mis pies cansados
de correr hacia ti.

Cuando me devuelvas todo mi deseo
tenderé mi piel
en prados de heno
para que el rocío,
la luna y el vuelo
de tu ave de presa
desnuden despacio
las sombras de mi alma
y al fin libre, extática,
bañes de saliva
mis labios sedientos.

Cuando me devuelvas la flor de los besos
que sembré en tu espalda
e injerté en tu cuello
no habrá primavera
para tanto invierno,
ni rosas ni espinas
para mis recuerdos
que alivien el frío
del resentimiento,
que vistan jardines,
pétalos de cielo,
que aviven el fuego,
el rescoldo aún vivo
de los días muertos. 

Cuando me devuelvas todos mis sueños
quizás sea tarde.
Ya estaré despierto.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Encrucijada

 

Dos caminos.
Siempre hay dos caminos.
Izquierda o derecha.
Amar u odiar.
Arriba o abajo.
Muerte o vida.
Calma o tempestad.

Paralizado
en la encrucijada
como una estatua
lavada por las noches
de luna y escarcha,
blanqueada por el sol,
esperando una decisión,
callado. Líquenes en los labios.

Albas. 

Ocasos. 

Olas. 

Latidos. 

Vidas. 

Lunas fugaces. 

Ha decidido el alma
peregrina
dejar de andar.
No dar ni un paso más.
Esperar que el abismo
crezca a mis pies, 
porque rotas las velas
no puede ser ya el viento
quien decida.

Dos caminos.
Luz o sombra.
Ha decidido el alma,
destrozadas las alas
por miles de naufragios
echar raíces en el barro
del paraíso,
ese lecho donde habitan
los recuerdos del éxtasis,
el umbral de los templos
de la Diosa del bosque.

Caminantes,
ese árbol que os cobija,
que con sus ramas ágiles
exprime lágrimas en las estrellas
desafiando el paso de las noches,
fue una vez un simple amante
cansado,
descalzo
en la encrucijada.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Lluvia

 

Cuando sobre mis manos
abiertas y cansadas
se cierne la tormenta
solo puedo esperar
a que descampe,
a que cualquier herida
se torne cicatriz
y que amanezca
un paisaje de escarcha
ante mis ojos mudos.

De nuevo amé la noche
en que un otoño largo
cubrió de hojas mis sueños
y ese viento tan húmedo
que no seca las lágrimas
hizo volar las páginas
dejando las palabras
que nunca escribí en ellas.

En los acantilados
ajenos a las olas
rompen contra la luz
del solitario faro
las alas desplegadas
de miles de pelícanos.
Yo amo en silencio.
Callo
los gritos que quisiera
estrellar contra el cielo
cada vez que recuerdo
tus ojos de topacio.

Luego veo perderse
tu figura en el cielo
como si las estrellas
muertas de sed viviesen
de la luz de mi ocaso,
veo pasar la vida
entreteniéndose
en los pliegues del alma,
como el viento en las dunas,
como el agua de lluvia
en el ciego cristal
de mi memoria.


lunes, 7 de diciembre de 2020

No deseo vivir sin tu deseo

 

El mar pierde su límite
en los ojos de un gato.
Más allá de esa mirada
hay solo una línea tenue
entre el nirvana y la muerte.

¿Qué hay más trágico,
noche interminable,
que escupir el amor como un veneno
porque el ángel del alma que has amado
ha negado ya el alba a medianoche?

Se me antoja morir como una huída
del dolor que la vida no vivida
inflige en las heridas por abrir.

Se me antoja vivir en la memoria
de mentiras que forjan una historia
que merece la gloria de vivir.

Si en tus ojos de gata no hay presente,
preso de tu presencia está el futuro
y el ayer en un mar que se resiente
libre en la ausencia de horizonte puro.

Si en mis ojos de pájaro no hay flores
porque tu luz se apaga en la distancia
robándole al silencio los colores,
déjame al menos el jardín, la estancia
en que tu alma fluye en abundancia
de aromas, piel, texturas y sabores.

Si he de sangrar, morir, ser olvidado,
si es tu designio odiarte en mi reflejo,
que el olvido me encuentre en la memoria,
mas no de lo que fui:
de lo que he amado.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Definiciones de Soledad

 

Soledad
es amar las estrellas,
disolver la esperanza
en el vacío cósmico.

Soledad
es una noche fría en vela
advirtiendo que en el firmamento
ninguna constelación
tiene forma de caballito de mar.

Soledad
es buscar en la luna nueva
un reflejo abandonado de tu retina.

Soledad
es sentarse junto al mar
y que las lágrimas
te impidan ver las olas.

Soledad
es darle la mano al viento
y un beso a la estatua de la libertad
preguntándole a sus ojos de piedra
por qué no la esculpieron alas.

Soledad
es soñar con delfines
nadando muy despacio
en un océano de barro y redes.

Soledad
es la mirada de un centauro
antes de que se pierda en el bosque
para siempre.

Soledad
es la sabina en el páramo,
la ruina de la torre sobre el acantilado,
la palabra atragantada ante la tumba de un amigo,
las campanadas que rompen la medianoche.

La soledad es un templo
que llevamos dentro.
Cuando no estás conmigo,
musa o górgona, dríade o tigresa, niña u odalisca,
escucho el eco frío de sus inmensas bóvedas
aun en la más cálida de las multitudes.

Soledad
es toda esa roca de lastre en el alma
que un abrazo amante
dinamita.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Sonata de insomnio

 

Deshacer el vacío cuando llena
los rincones del alma con sus nudos
lleva noches enteras de desvelo,
lunas que se desnudan de su halo.

Esperar la palabra de los labios
de quien amas y calla. Larga espera
al amparo del tejo milenario
que oculta las estrellas a mis ojos.

Negarle el mar a quien navega siempre
en una barca llamada esperanza
a la deriva en el deseo herido
de dibujar las olas en tus brazos.

No comprender el azar o el capricho,
ese juego en que Eros y la Muerte
sobre nuestros destinos rivalizan
por clavar su saeta envenenada.

Sentir como un dolor ese silencio
que me ofrece tu orgullo cuando ignora
que el amor es una luz tan frágil
que no proyecta ni color ni sombra.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Hoy no estuve

 

No estuve allí
cuando se rompió el amanecer
como un espejo en tus ojos.

No estuve allí
mientras escribías en el cielo
estelas de libélulas.

No estuve allí
cuando acaso esperabas
que floreciera delicada
tu alma en mis brazos.

No estuve allí
tampoco
amaestrando dragones en tu sexo.

No estuve allí
durmiendo en tu regazo
bajo un silencioso enjambre de luciérnagas.

No estuve allí
en tus palabras de arena
cuando les hablabas de mí
a los relojes.

No estuve allí
contigo, sudando pétalos
por los poros de la noche.

No estuve allí,
mi vida, desayunando luna.

Todo ese tiempo lo perdí
soñando contigo.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Urgencia del dharma

 

Nuestro tesoro abarca
todo lo que nos dan
y todo lo que nos niegan.
Si me niegas el tiempo que me habita
ya no habrá otro latido.
Habrás perdido
todo lo que yo nunca te hubiera negado. 
Si me amas, escucha:
estoy en el silencio.
Y si me añoras, mira
esta luna bebiéndose la noche,
tan solo un reflejo
de la cara oculta del sol.
Si aún vives abre las olas
ante del espejo de los cielos,
sirena-mariposa,
y vuela por el fondo
de mi alma cristalina
sin dejarte la piel
en los pecios profundos,
sin quedarte en la superficie
de las constelaciones rotas.

No hay futuro, pitonisa,
que no haya transcurrido
siempre
en este preciso instante.

Dame esperanza,
flor de luna...
Dame el ahora.