viernes, 9 de diciembre de 2022

El viaje interior. Iniciación (para Roman)

 

Allá donde confluyen los torrentes del alma,
donde el silencio engendra el canto de los pájaros,
donde la muerte es sólo manantial de memorias
y la paz es un bosque de bambúes y hayas,
donde los sueños duermen al abrigo del viento
hay un templo interior.

Para llegar, viajero de la psique, príncipe vagabundo,
hay que caminar despacio a través de desiertos y montañas
sin senderos ni atajos,
días sin sol y noches sin luna,
la ruta de la seda
siete veces
ida y vuelta;
hay que remar siempre a favor de corriente,
como un nenúfar que se desprende de la orilla, siempre hacia el mar
y, una vez en las olas, 
romper remos, izar velas,
nadar con la marea;
hay que volar con las alas desenterradas y abiertas,
en una espiral áurea
o donde el tifón o el siroco
arrastren a los pétalos del sakura
o a las hojas sangrantes de los arces;
hay que arder en la hoguera
de la pasión y el éxtasis,
del amor sin barreras o la fe
porque al final del viaje
tu ofrenda ante el espejo
en el centro de ese templo
que en ti anida
serán esas cenizas
y una leve sonrisa
murmurando
"He llegado".