lunes, 31 de mayo de 2021

Aurora boreal

 

Todas las noches que duermo solo,
casi todas las noches
sueño con la aurora boreal.
Fosforecen los cielos
con la energía que sobró de la creación
como un relámpago íntimo,
quieto y silencioso...
En mi pecho de niño galopa una gacela.

Todas las noches que duermo solo,
casi todas las noches
siento una fiebre luminosa
en la médula de mis huesos.
Sueño que la aurora boreal
empapa mi cuerpo yerto
como si fueran caricias de lluvia.
Participo del alma del mundo,
un misterio al que sólo las ballenas
saben cantarle.

Todas las noches que duermo solo,
casi todas las noches
duermo en un rinconcito
dejando libre siempre
tu lado de la cama,
un altar a tu ausencia.
Y cuando se despeja ante mis ojos cerrados
el cielo ártico, limpísimo,
tomó tu mano ausente
y comparto con tu cuerpo de nereida
el asombro infinito
de las luces del Norte,
milagro palpitante de los polos magnéticos
entre tu piel de seda
y mis escalofríos.
Tengo una fiebre dulce
en un lugar oculto
de mi espíritu amante
o solitario:
la aurora boreal.

¿Qué si no, hija del mar,
si no tengo tus ojos
en la noche sin luna
desluce a las estrellas?

domingo, 30 de mayo de 2021

El Séptimo día

 

Todo muere
o marchita.
El rocío posado
en los ojos abiertos,
la escarcha en la mirada,
la lágrima que busca
sus cauces en tu rostro
se secan con el sol
cuando apenas el alba
se ha hundido en un olvido
de luz incandescente.

Cuando cierro los párpados
veo una mancha roja,
el color de la sangre
que tiñó el caos ardiente
al principio del mundo.

Entonces veo claro
que en el séptimo día
Dios no descansó apenas
sino que con verbo airado
creó dulce y plenamente
la muerte.

Porque Dios no ha alcanzado
la iluminación plena.
Se ha enredado en la rueda
del renacer constante,
del retorno a lo oscuro.
Primavera. Verano.
Otoño. Invierno. Primavera.
Luna nueva, creciente, luna llena,
menguante, luna nueva.
Por eso la muerte tiene mil nombres.
Fruto, crisálida, crepúsculo.
Niña. Ave. Tierra.
Por eso renace la luz de la sombra.
Semilla, mariposa, alborada.
Mujer. Vuelo. Cielo.
Solo para caer en la sombra de nuevo
deslizando en el cosmos
torrentes de belleza
ascendente,
descendente.
Ascendente.

Todo muere
o se pudre
para renacer luego
tras el séptimo día.

¿Y el amor?
¿Y el deseo?
Flores.
Fruto. Simiente.
Flores. Más flores
tras el séptimo día.

Soñé que era una viña


Manos, alas, remos,
ramas.
Gestos lanzados al aire
como si deseáramos que volasen.
Sueño que estoy plantado,
abrazado a la entraña profundísima
de nuestra Madre Tierra
con mis ramas podadas,
muñones silenciosos apuntando
a un firmamento móvil,
rueda de la existencia.
Cae la doncella pronto en la noche.
Spica. Vindemiatrix.
Sueño que hay primavera
surgiendo como savia.
Lloran mis cicatrices
en la memoria mortal
del jardinero ausente
y siento abrir mis yemas a los vientos
y siento el mar tan lejos
y deseo,
deseo el mar
tan lejos.

Aspas, vilanos, hojas.
Ojos.
Miradas arrojadas al océano
sin saber si han de flotar o hundirse.
Sueño que estoy volando
a ras de las mareas
Sueño que soy la playa misma
bañada por las lágrimas del tiempo
y son olas tus manos
sonrientes,
eterno fluir del ser. 
Siempre el mismo azul,
nunca la misma ola. 

Asciende la corona boreal

despacio hacia su cénit. 

Vega. Altair. 


Y siento que el salitre
me resaca los pámpanos,
y siento que mis flores
no quisieran ceder
su último pétalo a la brisa
y deseo, 
deseo el agua dulce,
fluyendo entre los trinos
del ruiseñor
tan lejos.

sábado, 15 de mayo de 2021

Noche vacía

 

Vacía la luna creciente,

vacías las palabras lanzadas con ballesta
como flechas de fuego,
vacío el corazón-diana al filo del vértigo.
Vacío el cielo iluminado,
Maestra de la Luz,
por tu deslumbrante ausencia
en esta oscura noche.
Vacía tu mirada fugitiva
que en lugar de abrazar mi larga sombra
se deslizó al interior de un espejo
ahogando mi nombre en el azogue.
Y yo lejos del mar, del paraíso,
del rumor de torrentes cristalinos
o fuentes en jardines nazaríes,
lejos de mí también,
desmoronándome
como un castillo de pétalos de rosa.
Amanece,
amanece,
por favor,
¡amanece!
No más noches vacías.
No más noche.

jueves, 13 de mayo de 2021

Noche de primavera

 

Rumor de estrellas y el fluir del río,
vida láctea, ojos entreabiertos,
hojas verdes en pechos descubiertos,
noche de primavera ajena al frío...

No es el sueño de pájaros despiertos,
nocturnos ruiseñores, lo que ansío:
es tu cuerpo de sal besando el mío,
horas de vida en los minutos muertos.

En la sábana púrpura del alba
las nubes dibujadas en tu pecho
pintan un beso en luz de azogue y malva.

Desembocan dos mares en tu lecho...

En mis islas de nácar tu alma salva

sus naves de tormentas al acecho.

lunes, 10 de mayo de 2021

Rosas

 

Las rosas tienen nombre.
Rosa de Alejandría,
mito, luz, templo,
pérgola de cadencias
en el acantilado,
reflejo de Andrómeda
en el jardín del mar,
rosa los vientos,
el rocío aún dormido,
la suavidad del pétalo,
rosaleda en la yema
de mis dedos callados,
sauce en flor en la palma
de mis manos abiertas.

Las rosas tienen espinas
clavadas hacia fuera
para sentir tan solo
los dolores ajenos
a su propia belleza.

Las rosas son la flor y el laberinto,
una vulva infinita que se abre
a caprichos de viento y de llovizna
tras estos muros blancos que edifica
mi pecho descubierto.
A tu alrededor, rosa de sal y lágrima,
epicentro de todos los temblores,
el aire es permeable
al vuelo de las golondrinas.

Las rosas tienen raíces
que penetran la tierra
hasta encontrar los huesos
de quienes nos amaron
cuando aún éramos ángeles.

Cuando se abre una rosa
no queda del invierno
ni una leve nostalgia.

lunes, 3 de mayo de 2021

El árbol

 

Si fuera un árbol
vivo
con la raíz profunda
en tu pecho de amante
y las ramas tocando las estrellas
alumbraría flores
desnudas, delicadas,
farolillos de néctar de la luna,
para que con tu lengua temblorosa
fecundaras mi alma hasta que el fruto
reventado de mieles y de aromas
se torne en esa ofrenda
donde se cierra el beso
y alrededor del tronco
adornado de musgos,
espíritus de helechos o canciones
los niños y los perros
se arropasen de sombra.

Tálame y en un tálamo
para tu sueño dulce
dormirá mi madera
sin temor al otoño.

O reposa a mis pies
mientras la lluvia
viste de lentejuelas
el haz de mis secretos.

O aléjate y que el viento
acerque mi ramaje
y mis hojas vencidas
hasta el puerto en que amarras
en el umbral del sueño
tu silenciosa barca.