miércoles, 29 de enero de 2020

Campo de batalla

Mirar al frente.
Esquivar las balas.
Blindar los párpados
a la luz oscura
de un enjambre sutil de supernovas.
Avanzar sin ceder a la tormenta
con las velas del alma desplegadas
mostrando sin pudor sus cicatrices.

Mirar atrás
la sombra que dejamos,
las vainas huecas
de reencarnaciones pasadas,
avatares de sabios o de bestias
que regresan vacíos
a las cunetas de la vía láctea.
Mirar atrás.
Cubrir la retaguardia.

Amanece en el campo de batalla
desvelando la luz su propia sangre.
No hay supervivientes.
No los hay, amor mío...
El invierno es muy largo
y los cuervos no esperan mariposas.
Aun así avanzamos
paso a paso
mirando hacia adelante
desnudos nuestros pechos
ante el amor que duele
o mirando hacia atrás
la estela de amapolas
dormidas
que dejamos.

martes, 28 de enero de 2020

Espérame


Espérame, luna nueva.
Templo, abre tus puertas.
¡Que taña la campana
los latidos oscuros,
lastimeros, dolientes
del valle de la muerte!
¡Que reverbere el eco
como vibra una estrella
a través de una lágrima!

Llama mi antiguo nombre,
Madre Tierra.
Abrázame en la cripta de tu seno.
¡Que los pájaros vuelen
en círculo en mi aura
sobre el túmulo yermo
sembrado de esperanzas!

Mi musa huele a bosque.
Si no pierdo la piel entre sus musgos
con el corazón lleno de luciérnagas
deseo echar raíces en la roca. 

Mi musa huele a peces voladores.
Si no he de bucear en su regazo
como un pez abisal enamorado
deseo ahogarme
ahora. 

Espérame, luna llena...
Abro caminos en la oscuridad
y todos
en mi interior
conducen hacia ella.

lunes, 27 de enero de 2020

Perro muerto ¿por su lengua?

Perro fiel, fiel reflejo,
perro hambriento,
borracho, ensangrentado,
que esperaba a tu puerta
a que le abrieras antes que a la muerte.

Se fue. Se fue agotando.
Se heló
o acaso
Se fue a buscar la puta primavera
bajo tierra.

Ese perro sediento de caricias
al que el arcángel del jardín divino,
podrido de soberbia, cruel, altivo,
le prohibió las estrellas y la música,
le ofrecío huesos vanos,
vacíos de puro tuétano o ternura.
¿Por qué? ¿Por qué ese perro
ignora el nombre oscuro
de la vara que azota su costado?
Duele. Duele. Duele. Castra incluso.

Ese perro sarnoso y demacrado,
corazón enterrado en plena vida,
ese perro que aullaba silencioso,
que temblaba en su herida descarnada
cientos, miles de noches a la puerta
ahogándose en su mierda, puro amor,
esperando
a que le escupieras otro silencio afilado,
a que le negaras hasta la mirada.

Maestra ciega,
mírate en la noche.
No eres tan bella como aquel felino
que entró en tu corazón de porcelana
con un martillo de diamante en bruto
a reventar tu soledad de acero.
Necesitas un perro lazarillo
que te guíe al espejo de los mares
donde toda amargura se refleja
y se pronuncia sin rencor ni angustia.

Maestra ciega, ¿buscas el camino?
Desbroza los fantasmas que envenenan
los párpados de sueño con quimeras.
Deja que el viejo perro te acompañe
a limpiar de tu alma los vestigios
del pecado de ser fruta prohibida.

Ese perro es un buda
que nunca sabe nada
salvo ladrar palabras ignoradas
que rompen los abrazos en el aire
como cuchillos hechos
con alas de colibrí.

Rodeado del eco de tu nombre
aun odiándome a mí mismo
por ser un perro muerto por su lengua
hasta el infierno huele a mariposas.

domingo, 26 de enero de 2020

Ondas sincronizadas



¿Transparente?
Quizás, pero no quieto.
¿Silencioso?
Sí, el alma de la música.

No es un estanque
ni es la tormenta perfecta.
No es el océano
rompiendo sin control
contra los arrecifes doloridos,
estrellando galeones de cristal
en los cantiles donde anida el aire
disfrazado de gaviota:
es el embrión de un milagro.

Verás...
Dos estrellas cayeron al mar.
La primera hace mucho tiempo,
un verano antes de que la luna
perdiera su virginidad.
Acaso fue aquella primera estrella
una lágrima lunar.
Su impacto en las aguas,
su tenue luz apagándose en los atolones,
generó unas ondas de larga frecuencia
entre el océano y la cuarta dimensión
que solo se ven desde las cumbres
de las montañas más sagradas.

La segunda estrella cayó
ventiún soles después.
Era una estrella de verdad,
toda de luz,
nacida de los bosques milenarios
pero, extrañamente,
no cayó del cielo
sino desde el fondo del mar
desde donde las raíces de algas y corales
se besan secretamente
con las de los pinos y las hayas.
Su impacto reverso
generó en las aguas
desde las entrañas mismas
de la Madre Tierra
unas ondas de la misma frecuencia
que aquella lágrima de la luna,
ondas que son la música
que bailan las ballenas
desde tiempos remotos,
las ondas que dirigen
los movimientos mágicos
de los bancos de peces.

No es un estanque quieto,
es la esencia infinita de la vida
lo que oscila en tus venas
al ritmo de los astros con consciencia. 

Casi treinta soles después
la Madre Tierra
sintió un escalofrío.
¿Cambio climático?
Las ondas de ambas estrellas
se sincronizaban.
Energías de la misma frecuencia
desfasadas en una longitud de onda
se anulan.
En fase, se potencian. Se suman.
Luna llena, luna nueva.
Día y noche.
Yang y Yin.
Condenados a ser contrarios, 
a anularse
o a crear el cosmos unidos. 

Te conmino, estrella, naturaleza pura,
puerta a una dimensión
donde la muerte es solo una sombra,
a que subas a la cumbre
y a que bajes al fondo del océano...
A que escuches palpitar
a la Madre Tierra
al ritmo de esas ondas en fase.
Busca en tu corazón.
Encontrarás
más que un ritmo frenético
aferrado a la vida.
Encontrarás
entre latido y latido
el silencio vibrando
al ritmo de dos estrellas
precipitadas
en distintos espacios,
en distintos tiempos,
pero en el mismo abrazo.
En la misma fase.

Puedes cerrar los ojos.
Puedes quedarte ciega.
Pero no podrás
dejar de verlo.




sábado, 25 de enero de 2020

Desayuna conmigo


Pinta en la umbría divina
de mi soledad descalza
una sonrisa de luz
que se proyecte en el alma.
Dales un beso a las las nubes
para que baje la lluvia
hasta mis labios de escarcha.
Déjame saciar la sed
de náufrago de coral
entre tus muslos de agua,
escuchar entre tus pechos
latidos o cataratas,
cabalgar la luna llena
por la arena de tus playas. 

Guíame contra mi estela
por caminos sin distancia,
arráncales los minutos
a los relojes que aguardan
primaveras que no llegan
tras inviernos de esperanza.
A la orilla de tu río
agota todas mis lágrimas
nadando contra corriente
entre cuerdas de guitarra. 

Ya se me agotan los días
que abrazan nuestras mañanas
cuando tu piel y la mía
se bañan de luz del alba.
¿Desayunarás conmigo?
Silencio.
Paz.
Tu mirada.
Tu mar.
Mi tormenta en calma.


martes, 21 de enero de 2020

El gato negro

Negro. 
Quieto
como un fantasma
en el vacío. 
Su mirada felina
detiene en el aire
los hilos del tiempo. 
Negro como esa sombra
que deja el mar nocturno en tus ojos
al cerrar la ventana de los sueños.
Ojos de búho, dos lunas gemelas. 
Me deja el alma ahogada
en un desierto inmenso
como si fuera yo
en su lugar
la pantera enjaulada
en el invernadero.
Negro. 

Tu corazón de lágrima
latiendo oscuridad. 
Negro. Aurora boreal
apagada. 
A veces eres sombra, 
solo la pura sombra
de las luces que irradias, 
anillo fluorescente, 
estela de tu órbita infinita. 
¿Por qué Venus 
no reina en medio de la noche? 
Isis... ¿Por qué lloraba? 

No es negro, no, 
tu corazón de cuarzo
y no estás ciega. 
Si no lo ves, Perséfone, 
es que no abres los ojos, 
simplemente. 
Suelta el lastre y navega 
la luna y las estrellas
antes de que la noche
te robe siete vidas 
en una sola ráfaga...
Antes de que la nieve 
lo vuelva todo
negro. 






viernes, 17 de enero de 2020

Cuatro estaciones


Navegando una lágrima infinita,
velando noches sin polvo de estrellas,
caminando desiertos subterráneos, 
volando por crepúsculos de niebla
sin rumbo, sin cuaderno de bitácora,
sin puntos cardinales, sin veletas
y sin otro destino
que volver palpitando hasta tus brazos
herido de deseo y de tormentas.

Cuando el alma despega de la tierra
contra la gravedad de la rutina
con las fugaces alas que da el beso
se diluye en el cielo que ya espera
con los astros abiertos o pupilas
que vuelan más allá del pensamiento.

Llevo tu nombre en las alas
y si vuelo
mi lastre se llama amor.
Llevo tu aliento en las velas
y si navego
mi ancla se llama libertad.

Cuatro estaciones y mi vida entera,
un secreto jardín dejé en tu mano,
mil pedazos de luna y mil de sueño.
Las flores que cuidaste en primavera
perfumaron de aromas el verano
tras las mágicas luces del invierno...

Y aquel otoño de agua, tapizado
de las lágrimas de oro de los ginkgos
en que enterré en tu pecho lo sagrado
y liberé en mi pecho lo divino.

Llevo aún tu alma en los labios.
Si respiro
es para dedicarte mis palabras.

miércoles, 15 de enero de 2020

Umbral (cuartetos)


Hay un umbral entre el placer y el sueño
donde la piel se funde con el músculo,
donde un labio encontrado en el crepúsculo
es libre para amar... No tiene dueño.

Hay un ángel que es presa de un abrazo
entre el silencio azul de los amantes
y el tiempo, que estrangula los instantes
atando madrugadas en su lazo.

Hay una eternidad en cada ausencia
que se rompe en la magia del presente,
pinta estrellas fugaces en tu frente
sobre la estela de su impermanencia.

Si enraízo en tu sábana mojada
es que el instinto vivo del amor
ha sembrado una selva en mi interior
y no puedo negarme a su llamada.

Hay un umbral entre la luz y el cielo,
y abrazado a tu piel puedo cruzarlo.
Si ves que tiemblo solo con soñarlo
es que mi alma se torna gata en celo.

domingo, 12 de enero de 2020

Propósito de año nuevo


Anémonas abiertas en mi mente.
Dientes de león. Pétalos de nieve.
Sueño.

Soñar que las ménades
devoran todo el miedo,
ávidas de vida,
enloquecidas de deseo,
soñar que las musas escancian el soma
en tus labios sedientos,
soñar que la vía láctea
es el orgasmo del cielo,
soñar con el alma erguida
y los ojos muy abiertos,
soñar que estás vivo aún
cuando las flores han muerto,
soñar con no despertar
cuando se acaben los sueños.

Violetas de libertad.
Águilas de sentimientos.
Tu mano en mi soledad
acariciando el silencio.

Vuelve, armonía, te ruego,
a reposar en mi pecho.
Vuelve a amarnos sin dudar...
¿Duele la luna en el mar?
¿Duele tu piel en el cielo?

viernes, 10 de enero de 2020

Eclipse parcial de luna


Si la sangre se hiela no hay latido. 
Cuando el mar se retira ya no hay playa.
Si el corazón no suena es porque calla
las horas que dejaste en el olvido.

Lloras porque algo ha muerto en la atalaya
de tu monte de Venus escondido.
Lloras porque las aves en su nido
sucumben al fragor de la batalla.

No me niegues la entrada al paraíso.
No me escondas la fruta de tu beso...
Dime ¿no hizo ya el diablo cuanto quiso?

Si se me enciendió el alma en un exceso
o he llamado a tus puertas sin permiso,
perdóname. Tu mar me inspiró eso.







martes, 7 de enero de 2020

La escalera vacía


Me voy
adonde el viento
no me rompa las alas.

Me voy
adonde el tiempo
no mida las distancias.

Me voy
adonde el sueño
se apiade de mi alma.


Me voy
donde el silencio
apague el rompeolas.

Me voy
donde tu imagen
no me eclipse las sombras.

Me voy
donde mi sangre
se ahogue en amapolas.


Me voy
donde el amor
se escriba en las estrellas.

Me voy
donde el Dios-Ibis
yazca hundido en la tierra.

Me voy
donde el invierno
no augure primaveras.


Me voy
donde las sendas
se pierdan en la noche.

Me voy
donde el amor
se escriba con tu nombre.

Me voy
donde las hienas
de olvido me devoren.


Me voy
donde la muerte
me libere del cuerpo.

Me voy
donde tu voz
sea el único eco.

Me voy
donde tu ausencia
no llene el universo.

lunes, 6 de enero de 2020

Noche de Reyes (la vereda)


Los caminos del alma
son estrechos.
Perderse es fácil,
estrella vagabunda. Ten cuidado
si la luna te eclipsa. Verás 
su cara oculta
como un mar que se apaga.

Los caminos del alma son largos y escondidos.
Solo en la soledad o en el amor más puro
se recorren volando, levitando,
iluminados por los reflejos vivos
de la luz interior de esa gema,
el diamante pulido
de más de once mil facetas
que crece entre tu pecho y tu aura.

Cansarse es fácil, renunciar, desviarse,
embriagarse en cualquiera
de los millones de tabernas malditas
entre marineros de ojos vacíos de mar,
luces de neon salpicadas de orín
y sirenas sin voz,
piernas esculturales,
algas tristes en el sexo
y lágrimas de vodka o (peor) agua dulce.

Los caminos del alma no conducen
a ninguna parte. No corras, meteoro,
desesperada, ansiosa
en busca de una meta
o un sentido. No llores
en los humilladeros del alma,
no dudes en los cruces y horquillas 
por cuál debes seguir. No mires
las cunetas, vertederos de cuerpos
en descomposición
de santas y filósofos,
de putas y de príncipes,
de brujas y soldados,
de diosas y de monstruos
que perdieron su rumbo.
Sigue la estela del silencio
(en finísimos hilos).

Escoge siempre la vereda,
la que el jardín esconde.
La vereda que señala
tu instinto felino.
¡Ay, tigresa con sangre de estrella
de mar!
La vereda tortuosa,
hoyada por los sabios,
borrada por los elfos,
no el camino asfaltado
que en tropel te señalan
las gentes del olvido
con sus alas de cuervo.

La vereda hacia las cumbres
sumergidas en el océano
donde ya está mi pecho
ahogado y enterrado,
no ese camino enorme
de azúcar y de barro
que conduce a la misma noche
donde comezaste
hace más de once mil encrucijadas.

domingo, 5 de enero de 2020

Deja la muerte



Deja la muerte una huella fría,
escarcha en el corazón,
noche en las manos
desnudas.

Despierta, pétalo de inocencia.
Ponte el anillo, plata
que el jardinero de la luna
forjó del agua. Alquimia.

Esa intuición felina...
Antes de que llegara
la hora de las máscaras
los maullidos del alma
rompían ese silencio
sordo
que enterraba los aullidos
de mi perro a la puerta
del claustro luminoso,
íntimo,
monasterio que ha huído
del peso de su roca.

Antes de que llegara
la hora de la lágrima perfecta
Ulises hundió todos sus barcos
en el mar de sus propios sueños
como señal de respeto
al duelo de las sirenas.

Cuando se fue dejó
las esferas paradas,
los relojes ardiendo
en nuestras manos,
las pesadas cenizas
de horas de crepúsculo
que nunca viviremos.

Arranca el grito, niña, de la noche,
que amanece y el bosque
necesita tu aliento.

En ese inmenso bosque
yo solo soy un pájaro
con miedo a la mañana
revolviendo su nido
en busca de sus alas.

Arranca ya la lágrima que riega
con su rocío mágico este bosque
en el que viven lobos y delfines,
todas las criaturas
que viven
porque aman.

sábado, 4 de enero de 2020

Expansión


Es en la ausencia de horizonte donde se engendra el vacío, donde la estrella polar no distingue el cénit de las antípodas y la vía láctea pierde el rumbo y atraviesa el corazón del caminante salpicándolo todo de sombra y de nostalgia.

Es en el horizonte ausente donde la muerte nace de su propia paradoja, donde vivir sin rumbo es una excusa para cortar las alas a los pájaros, para plegar las velas, para ignorar de dónde sopla el viento, para convertir el errar de los astros en un eterno eclipse, para encerrar el alma en la jaula del pecho...

Porque sin horizonte no sabe el alma qué camino asciende al cielo y el cuerpo se acurruca en un rincón en busca de un silencio adormecido que reconforta e invita al sueño, o se levanta y gira, gira, gira, en busca de una órbita, de un eje, de una perpendicularidad en torno a la cual trazar una pirámide orientada a los puntos cardinales, cuya base proyectada en un plano infinito, amor en expansión, dibuje, por fin, el horizonte.

jueves, 2 de enero de 2020

El hilo de la vida


Deshacer el hilo de la vida
en cada amanecer.
Amar cada palabra
que se escribe sin miedo.
Volar con alas limpias
sobre el cauce del tiempo.
Saborear la savia
del jardín del Edén.

Mañana será tarde
para el último abrazo,
para sentir tu piel
abrazada a mi tacto,
tarde para ese beso
que se espera descalzo,
tarde para esperar
o estar desesperando.

Sólo hay una vida
para ver las estrellas,
para entregar el alma
y el cuerpo a la belleza,
para robar la magia
del mar y los planetas,
para beber la miel
en tus manos de seda.

Quiero ver tu sonrisa
reflejada en las olas
desafiando al tiempo
cuando lleguen las Horas
a cercenar el vuelo
de tus alas de alondra...

Una sonrisa limpia
que, teñida de aurora,
se encarame a las sombras
y les cante "¡He vivido!"

Solo lo eterno importa.