lunes, 23 de marzo de 2020

Desterrado


Aunque estés a años luz
de mi corazón abierto en las salinas
me entretengo contando
en tus cabellos dulcemente imaginados
la diminuta sombra de las estrellas.

Un halcón en llamas sobrevuela
majestuoso
todo lo que no ha muerto,
lo que no es aún carroña devastada
ni los huesos pelados del olvido.

Canta el pinzón. Florecen los narcisos.
Reverdecen los olmos en mis venas
de tigre encadenado
mientras los cadáveres
se apilan en el hielo.

Luna, luna, ten piedad
de todos los corazones vacíos
que inexplicablemente
siguen latiendo
atrapados en el invierno, 
aun muerto el beso.
Báñales con el azogue
blanco de la noche.

Si me abrieras tus brazos, 
tus caderas de almíbar, 
saltaría sin dolor,
pondría el tiempo a cero
y empezaría de nuevo
mi vida desde tus labios
palabra por palabra.

Te quiero, soledad.
No te temo, dolor.
Apenas soy ya nada.
Apenas soy amado.
Tengo corona acaso
pero no tengo reino.

jueves, 19 de marzo de 2020

Lejos del mar


Cada noche que pasa sin tu aliento,
sin abrazar tu cuerpo de pantera,
sin tu respiración ni tus latidos
es un paso que doy en el vacío
hacia el acantilado profundísimo donde rompe la vida ola tras ola.

No creo en la salvación, 
en Dios ni en Jesucristo ni en Mahoma
ni en la reencarnación, ni en la nada
pero, si muero ahora, en mi agonía
se abrirá una sonrisa
porque estaré soñando
que me haces el amor
en el jardín sagrado
y si aún no muero
quizás vuelva a vivir
el mismo sueño.

Cada noche que pasa sin tu labio
dibujando corales en mi pecho,
cada segundo que tu mar no anega
mi luz de luna en círculo de dólmenes,
aunque sé que no fuiste nunca mía
sino de los delfines que te amaron,
me ahogo en soledad,
se cierra el pecho
y mis brazos vacíos acarician
felinos que hoy acaso no han nacido.

No creo en mí.
No creo
prácticamente en nada
salvo en elfos y magos y dragones,
pero si he de morir
tan lejos de tu seno
y de tus dulces ojos
dile a la Madre Tierra
(en Ella creo)
cuando se trague entero 
mi dolorido cuerpo
que no hay en mí amargura:
que te amo.

martes, 17 de marzo de 2020

Neumonía


¿Qué sabe el cielo
en su eterno silencio
del rumor de los mares
o del brillo fulgente
de peces abisales
o estrellas sumergidas?

Amar a toda vela
a través de los párpados en calma
es lo que el alma dicta
contaminada de luz
crepuscular.

Lejos de ti, sirena,
la muerte es un oasis
de paz en una ausencia
irrespirable.

Cuando el mundo se ahoga
y se detiene el tiempo en su delirio,
el eco de un latido
despierta mariposas
en tus sueños.

En esta soledad o laberinto
que es todo el universo
cuando tus brazos callan,
cuando tus ojos cierran
la flor de su mirada,
cuando tu piel se olvida
del tacto de la luna,
yo simplemente respiro
tu nombre de aguamarina
con agujas de lágrima
en el pecho.



miércoles, 4 de marzo de 2020

Cuarentena


Estaré bien.

Cuando no me queden lágrimas
estaré bien.

Cuando se me acabe el miedo
estaré bien.

Cuando todo el amor sea arrastrado
por tormentas de tiempo y soledad nocturna
estaré bien.

Cuando un asteroide impacte
en el centro de mi corazón
y se extinga la magia del planeta,
convertido en una estatua de sal y ceniza
estaré bien.

Desde el infierno de tu adiós
como un pájaro sin alas
con alacranes en el sexo
y la esperanza despedazada,
con la palabra al filo de una lágrima
o el vacío clavado en los ojos,
perdóname si duele,
pero no, no estoy bien.

Cuando entiendas
que te cambio el minuto
miserable de un beso,
un simple gesto acariciado
en lo inmenso del crepúsculo,
por algo que es eterno
e infinito,
cuando veas que hay vida
fuera de las fronteras
que guardan con recelo 
tu secreta belleza,
estaré bien.

domingo, 1 de marzo de 2020

Estrella que renace


Estrella que renace
de la luz de tu iris,
haz que mis largas noches
se empapen de esos labios,
que mi pubis despierte
como un tallo de orquídea,
que mi sed de tu mar
sea inmune a la sal de tus lágrimas.

En tu jardín interior, vivo,
a la sombra del árbol de la vida
Eva despereza su desnudez divina
mientras Sofía ordena desde el éter
las doce esferas del alma,
Afrodita Urania viste el macrocosmos
de una belleza áurea o cristalina
y amanece en el corazón
de un Adán cosmopolita
que ha encontrado en tu piel el paraíso,
la semilla de un árbol
que abrirá sus raíces
en tu corazón puro,
enorme,
un árbol que no sabe
del tiempo y de la muerte
porque es la esencia eterna
del amor reencarnado.

Anoche renació una estrella,
un precioso cuerpo celeste...
¡Tan pequeño,
tan frágil y aún así
contiene en tu mirada
si no huye
la propia energía creadora
de toda naturaleza,
oh, paraíso.