lunes, 31 de diciembre de 2018

Sutra del diamante


En tu interior, abriéndose,
un diamante en espíritu, la reina de las gemas,
tallado por la mente de un maestro que espera
el instante soñado
que separa el pasado del futuro
en el centro del tiempo y del espacio,
el cénit de la esfera del cosmos infinito. 

Espera que una estrella pasajera
refleje en él la luz de la consciencia
negando la razón que le aprisiona.

Espera el eco puro del vacío
donde su corazón de viejo roble
beba el ritmo vital de tus latidos
para que así florezcan las riberas,
árboles como música en el viento.

Espera aún en el tiempo detenido
de un eterno presente, más allá
de la sombra moral o la existencia,
del juicio, de la culpa o del olvido.

Espera aunque se paren las mareas,
aunque un eclipse cruel cierre sus lunas
aunque su cuerpo inerte se consuma
mortal en las cenizas del deseo.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Círculos (Budapest-Bratislava 30/12/2018)


Círculo abierto, río que no cesa
su fluir bajo puentes donde miles de amantes
sellaron con candado sus manos o sus labios
y arrojaron la llave al agua helada.

Cerrar quizás el círculo del alma
como un anillo cierra lo infinito
sobre la piel soñada de tus dedos,
o enlazarlo con otro aún más perfecto
consagrado a las íntimas esferas
donde espacio, luz, tiempo, no confluyen
sino que son un todo en el vacío. 

O bien dejarlo abierto eternamente
trazando una espiral como un derviche,
caracola, galaxia, laberinto
sin principio ni fin, giro perpetuo. 

O acaso, como el mar bebe la luna
y la hace añicos blancos en sus ondas
los círculos se rompan, se disuelvan,
crezcan, mengüen, se olviden y renazcan
para encontrarse en un fugaz abrazo
una de cada mil eternidades. 

Ahora, quizás, sí, solo junto al río
comprendo que este amor que invade todo
es tan solo un destello diminuto
del círculo intangible que nos une
aun cuando nuestros labios, sus palabras,
las noches de agua y fuego en la memoria
duelan en la distancia del invierno
como el viento indomable que atraviesa
mi pecho con cristal de puro hielo,
tu espalda con caricias de nostalgia.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Cisnes (marineros de Gante)


Cisnes nacidos de la blanca espuma
de un mar que el cielo gris de plata ahoga,
plumas tan blancas para amar la noche,
pieles de Venus en la madrugada.

Sentir el agua tibia o su caricia,
la humedad de los labios o el relieve
de los cuerpos amantes en su lecho
de pétalos de lirio y amapola... 

Sumergirse en la lengua que recibe,
navegar la tormenta con la quilla
rompiendo los latidos como olas
de un corazón que es carne de naufragio.

Derramar los licores de la vida
en los vientres o cálices que tiemblan
como alas de libélula entre juncos
mecidos por alisios que no cesan.

Y dormir, sí, dormir entre sus brazos,
soñando que la luna está despierta,
rogando por que el sol nunca amanezca
para que nunca zarpen nuestros barcos.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Espiral (Budapest, 28/12/2018)


Siento el camino vivo, 
dextrógiro, sublime, 
bajo mis pies ligeros.
Y no es la línea recta
la que recorre el cosmos. 

Espiral hacia el cielo
desde un olimpo helado
donde las amapolas
son de barro vidriado. 

Espiral que no cesa,
que me eleva imparable
sobre las altas cúpulas
coronadas de ángeles. 

Espiral de deseo,
velero en mar abierto
que no entiende de anclas,
de amarras ni de puertos.

Espiral que se lleva
mi corazón entero
desde este río enorme
al estanque perfecto
en el que tus raíces
son el reflejo trémulo
de mis desnudas ramas
acariciando el cielo. 

Espiral que renace
en la proporción áurea,
que arrastra mis sentidos
a tu piel de esperanza.

Espiral que en el tiempo
nos une y nos separa,
que en el espacio encierra
nuestros cuerpos de plata
y que, en el infinito,
enlaza nuestras almas.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Budapest



Las alas de los cuervos, sus estelas,
llenan el aire y el paisaje herido
por el suave puñal de un arco iris.

Emperatriz, ¿dónde quedó el secreto
de la luz que robaste a tantas flores?
¿Se ahogaron los colores en el río?

Coronas, corazones, cormoranes...
El río sin rencor arrastra sueños
para escupirlos luego en mis orillas.

He dejado mis pasos en los puentes
para que el viento se los lleve lejos
y se fundan así con tus latidos.

Porque tu ausencia clama en un susurro,
ráfaga fría en las desnudas ramas
que aún custodia mi piel de tus caricias.

En las calles atlantes y cariátides
con sus almas de piedra en carne viva
cómplices me regalan sus miradas.

Sobre mis hombros toda esta belleza
sin tus ojos de fuego para amarla...
Desearía ser también estatua.


miércoles, 26 de diciembre de 2018

En el tren


Viajar sin perder nunca el horizonte
con el alma enredada en el reflejo
de la estrella polar que hay en tus ojos.

Navegar por el río de tu boca
que crece y se desborda a cada instante
arrastrando mis sueños al océano.

Volar sobre el silencio de los bosques,
ámbar, topacio, esmeralda o jade,
gemas de cristal líquido infinito.

Viajar con tu memoria en la retina,
tu sabor en los labios y tu piel
como el único mapa que me guía.

Viajar a la belleza desde dentro
robándole arañazos a la luna,
vistiendo de caricias los rincones. 

El cielo sangra vivo ante mis ojos
hasta que todo se hace incandescente.
Así el ocaso bebe en mis sentidos
hasta la última gota de nostalgia.
Te llevo dentro, estrella... O no he venido.

martes, 25 de diciembre de 2018

Dos cementerios. (Navidad, Devinska Nova Ves)


Madrugar para ver amanecer,
abrir el cielo antes que los párpados
de aquellos que no viven o que aún duermen.

Madrugar con los ojos de la luna
mirando al interior de la belleza,
más allá de ese tiempo encarcelado
en la esfera cruel de los relojes.

A millones de labios de distancia,
aún robándole besos a otra noche,
se quema mi alma helada
en las velas que invocan otras almas ajenas,
llamas vivas que bailan sobre las frías lápidas
la insoportable danza de la ausencia
entre el recuerdo vago y el olvido.

Y tú, felina, libre por las calles vacías
o llenas de un silencio que te llama,
jugando a madrugar más que los pájaros,
ofreciendo candelas escondidas del viento
para alejar las sombras ominosas
de espíritus que el mundo ha condenado
a vagar por caminos escondidos
que conducen al cielo solamente
a través de la savia de los árboles.

¿Sabes que el cielo es un lugar finito
donde se pierde el eco de campanas,
el humo de las velas, mi mirada,
las alas de los ángeles que amas?

¿Sabes que el mar lejano siempre espera
a que tus manos vuelvan a mis manos,
a que las olas traigan nuestros cuerpos
al paraíso azul de los cometas?

No están las almas en los cementerios
ni son las flores para ser cortadas
ni ofrecidas a quien no puede amarlas.

La vida está en tus labios de sirena,
húmedos y entreabiertos en el alba
pronunciando en los míos sentimientos
que no pueden soñarse con palabras.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Otras vidas: Elia, la ladrona


Al salir de puerto, las naves que cruzan el Bósforo acarician el cielo con su velamen, avanzan silenciosas por el mar dorado rumbo a Poniente. Cada atardecer, al otro lado del estrecho, Elia sube a las rocas junto a las ruinas del viejo templo entre los pinos, abre sus ojos brillantes y sinceros, contiene la respiración hasta que los barcos se convierten en puntos diminutos que devora el mar. En el aire el ritmo pausado de las olas y las flautas de los pastores se confunden con el canto de las aves marinas. La brisa siempre cesa al atardecer, como por arte de magia. Elia reúne el rebaño y lo baja a encerrar a la aldea. Los pastores se ríen a menudo de ella porque habla con las cabras como si fueran personas mientras las ordeña con sus pequeñas manos. Les habla de cuándo florece cada planta y de cuándo sale cada estrella. Elia hoy no habla con los chivos... Está callada, pensativa. Mañana su hermana recién casada partirá en uno de esos barcos y ya no coserán juntas, ni bajarán a lavar, ni a coger flores para las coronas del festival de primavera, ni compartirán esas noches cómplices de confesiones íntimas. Elia quiere hacerle un regalo que no olvide nunca, que sea como una parte de ella que se ha de llevar consigo. Mañana de madrugada bajará a la ciudad con el abuelo a vender tres chivos y si el precio es bueno la comprará un anillo... Y si no, lo robará. Ella nunca ha hecho nada así, pero sabe que no tendrá suficientes nummi para comprarlo. Está decidida. Es astuta, rápida como un pájaro. Aprovechará un descuido del orfebre y se llevará una pieza de plata, metal de luna, con dos delfines o leones enfrentados y un cabujón con un azabache engarzado, grabado con uno de esos símbolos mágicos. Maniqueo, cristiano, egipcio, da igual... Uno de esos que te conectan con Dios y te protegen. Mañana, cuando pare la brisa al ocaso y los barcos se pierdan en las brumas, Elia dejará caer lentamente una lágrima ofrecida al horizonte desde su atalaya... Y no será por su conciencia.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Bosque (Devinska Nova Ves, 23/12/18)


Bosque,  muerde mis pasos,
entierra en hojarasca
la distancia infinita
que me une a mi deseo.

Dibuja un laberinto
que recorra mis párpados
mientras el crudo invierno
ahoga las mariposas
en cristales de hielo. 

Deja que el cielo entero
se desborde en mis labios
y que lluevan diamantes
para poder beberlos. 

No permitas que el muérdago
muera de sed de savia
ni que el musgo acaricie
pieles que no han amado.

Bosque, grita su nombre.
Haz que sus ojos-sauce
florezcan en mis ojos
y que el viento nos lleve
en los brazos del sueño
a un claro donde el tiempo
no obedezca relojes.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Silencio de luna llena


Luna llena de ausencias infinitas
quemando un cielo oscuro que ya es humo,
suelta el grito del pájaro abatido
que tienes encerrado en el silencio.

A miles de danubios de distancia
fluye el vacío que dejaste, amante,
por venas invisibles y por sendas de estrellas,
doliendo en los remansos de mi noche.

Tejiendo con mis dedos la nostalgia,
telaraña de lágrimas ocultas
que al no salir inundan de alfileres
el interior doliente de mi alma,
duermo con un desierto en la garganta,
mis deseos varados en la arena. 
Una palabra tuya en la distancia
¿sería un espejismo o un oasis? 

Aun en brazos ajenos y en miradas
confidentes o en labios que te atrapan
sin desgarrar tu libertad de viento,
sin detener la fuerza de tus olas,
sé que guardas con celo ahí en tu pecho
la llave de mi celda, mi esperanza...

viernes, 21 de diciembre de 2018

Sueños de sirena


Cuando soñabas sola,
agua salada y libre,
espuma de memorias,
tus sueños eran ecos del océano.
Ahora tus sueños beben
rocío de mis manos,
agua dulce, torrente cristalino,
tu alma al otro lado del espejo
como una gema inmensamente viva.
No te olvides, Andrómeda,
de desatar tus sueños
frente al acantilado.

A través del espacio y en la estela del tiempo
cuanto más se separan los labios y los cuerpos
más crece inmaterial el éter que los une,
espíritu indeleble de abrazos y de besos.
No es el pasado, no, cuando aún lo llevas dentro,
cuando tiñe de plata todos tus sentimientos,
cuando afloran sonrisas pintadas por recuerdos
y sonrisa a sonrisa el amor va creciendo.

No es tampoco el futuro, siempre incierto,
que proyecta las luces y las sombras del miedo
en un cielo vacío, profundísimo, abierto...
El futuro no existe, pero sí la emoción,
la esperanza, el anhelo.
Nunca olvides, sirena,
el color de los sueños.

Azahares, vainilla, las lágrimas del sexo
surcado por las lenguas felinas del deseo,
algas, azúcar, lúpulo, el paladar intrépido,
canela, chocolate, cardamomo y romero,
el olor de las sábanas que han envuelto tu cuerpo,
las especias de seda de tu piel y tu aliento...
Entrégate sin límite
al sabor de tus sueños.

No es nostalgia en las manos vacías del amante
que sienten las cuchillas de no poder tocarte,
que lanzan sus caricias a las nubes y al aire
para que así, hechas lluvia, puedan acariciarte. 

No es la hiriente añoranza de tu voz susurrante,
de tus silencios mágicos, de la esencia del arte
que irradia improvisada de tus gestos de ángel.

No busques en la luna nunca una cara oculta, 
–me dice una sirena que viaja a mi lado
iluminada por tu luz divina. 

Hoy nace un nuevo príncipe que reinará en los astros,
Nace envuelto en las hojas de nuestro otoño mágico.
¡Viene a traernos muchas nuevas hojas en blanco!
Recuerda que tus sueños,
alas de mariposa,
te están siempre esperando.
Y no olvides tampoco,
amapola de pétalos descalzos,
que nunca sueñas sola.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Tiempo-espacio. Poema de amor.


Dame tiempo, demiurgo,
desnuda las estrellas,
llena el cielo de eclipses,
cierra las lunas llenas,
satura los océanos
de colas de cometa,
inunda el firmamento
de auroras y perseidas.

Dame espacio, universo,
mandala de materia
o vacío y deseo,
empújame hacia ella,
funde mis elementos
en su mágica estela,
en sus manos de nácar,
su vientre de sirena,
en la piel de esas alas
que acarician mi espera.

Dame la eternidad.
Quiero gastarla entera
en noches-paraíso
navegables a vela,
en otoños que huelen
a piel de primavera,
en playas que regalan
sus olas a la arena,
en bosques de bambú
gimiendo en la tormenta.

O dame el infinito
en viaje de ida y vuelta,
distancias como labios,
madrugadas abiertas,
horizontes cercanos,
esperanzas despiertas...
Déjala entre mis brazos
como si en mí cupieran
su corazón errante
y su alma sin fronteras.



martes, 18 de diciembre de 2018

Cleopatra


Desnuda el aire
una pluma de ibis:
vuela mi alma.

La luna reina
en el templo de Isis
solo hasta el alba.

El sol despunta
luego tras las pirámides.
Café y nostalgia.

Vuelve el escriba
a esculpir unos versos
sobre la arena.

Solo nos resta
esperar al cruel viento
o a las mareas.

Amar es miel,
canela y azafrán,
labios hambrientos.

Amar es sed
de savia húmeda y fresca
en el desierto.

Quiere la esfinge
ser víctima y verdugo
de tus deseos.

¡Ay, libertad
enterrada en las dunas...!
¡Y aún tan lejos!

domingo, 16 de diciembre de 2018

Gemínidas


La magia del fuego desnuda las sombras,
salpica de chispas la senda infinita
que dibuja sueños en el firmamento,
y duerme en sus ascuas como una caricia.

Se escucha el silencio besando la escarcha,
se oyen los jardines lejanos del agua...
Tus dedos son sauces que temen al viento
mientras roban lunas en mi pecho abierto.

El cielo hoy no tiene delfines ni límites,
recibe a las nubes que borran los astros,
captura miradas que se sienten libres,
devuelve centellas que caen en tus brazos.

¿Hoy se te ha olvidado pedir un deseo?
No es el meteoro quien te los concede:
¡es todo mi cielo!  El cosmos entero
refleja en tus ojos la luz que estremece...

Ya despierta la música latente
que dormía en las sombras olvidada.
Te recuestas y escuchas dulcemente
el fluir silencioso de una lágrima.

Detén el tiempo aquí, anciano Cronos,
rompe el reloj de arena que aprisiona
la eternidad que canta mi guitarra,
ofrenda de mil noches a mi diosa.

Llamas de ámbar ascienden como lenguas
por la noble madera temblorosa
que entre gemidos se consume lenta.
¿Es la lumbre que aún brilla o es la aurora?

Siento que el universo es solo piel,
que un paraíso, seda húmeda y cálida,
me envuelve, mariposa en su crisálida...
Quiero quedarme para siempre en él.

Respiras como el árbol de la vida.
Amas como una Venus entregada
a la espuma del mar que te desnuda.
Sonríes como el viento entre las olas.

Amanece despacio en las cenizas
de los sueños que ardieron en la noche.
En la bruma se ahogan las memorias
pero en mi alma aún vuelan las caricias
como estelas de pura luz divina.
Jamás olvidaré la noche y día
en que el viento cesó para dejarnos
desplegar majestuosas nuestras alas.




miércoles, 12 de diciembre de 2018

Viajar, amar


Viajar, surcar los cielos como un ave,
cruzar lagos bebiendo sus reflejos,
despertar cada beso algo más lejos
de la estela que deja nuestra nave.

Aterrizar despacio en tu piel suave
sumergirme en tus ojos como espejos,
dejar astros y océanos perplejos
cuando me abres el alma con tu llave.

Abraza el corazón cuando me abras,
sangra el fuego que abrasa los sentidos.
No intentes dibujarlo con palabras.

¡Que en tu pecho hagan eco mis latidos!
¡Que se agoten tus olas en mis playas!
Que el silencio nos rompa los oídos...

martes, 11 de diciembre de 2018

Paraíso (Epílogo del Salto; Neuchatel, 11/12/18)


Saltamos, sí, saltamos
a un abismo de nácar y de pétalos
con los ojos cerrados
y los labios abiertos o entornados.
Saltamos de la mano, entrelazados,
en el núcleo vivo de un cometa
cuya estela atraviesa mi costado
de parte a parte, luz sobre la luz,
la luna amando el agua, reflejando
corazones de plata, almas de peces...
Saltamos y se abrieron nuestras alas
y cubrieron el cielo de caricias,
de plumas con el raquis incrustado
en el numen de todos los placeres.
Volamos contra el viento y volaremos.
Migraremos al paraíso mismo
a anidar en el seno de ese árbol
que enraíza lo humano en lo divino.
Volaremos con rumbo a las estrellas.
Casiopea, Andrómeda, las Pléyades,
el Delfín, el Cisne, el Dragón, Vega...
Sobre desiertos, mares o planetas.
Saltamos al vacío y lo llenamos.
Lo llenamos de bosque y de libélulas,
de fruta tierna y flores delicadas.
Lo llenamos de vida y nos dormimos.
No pudimos soñar porque no hay nada
más que soñar ya desde el sueño mismo.

lunes, 10 de diciembre de 2018

El salto


Quise evitar que el labio
chocara con la estrella,
que las almas rompieran
el último latido en nuestro acantilado.

Quise rozar tus manos
como único destino
planeando en silencio
sobre las cumbres blancas del deseo.

Quise beber la luz
en tus ojos de mirlo acurrucado
sin despertar la estela
de nuestra rutilante supernova.

Quise sellar un trato
de caricias eternas
que dejaran tus labios
a merced de la lluvia y de la brisa.

Quise evitar el salto
al vacío bellísimo,
al océano limpio,
infinito y profundo.

Quise que nos quedáramos
a una micra del labio
como un beso imposible
en el espacio ingrávido.

Quise que fuera eterna
la entrada al paraíso,
que los cuerpos mortales
sublimaran al éter.

Quise que en mi regazo
construyeras tu nido
y cedieras los párpados
a un sueño no prohibido.

Quise que en nuestro árbol
floreciera la noche,
con frutos como lámparas
de un bazar legendario.

Quise, acaso, quería
que tus labios de seda
siguieran escondidos en mi pecho,
vestidos para siempre de misterio.

Quise que nuestro anillo
que te ha tornado en diosa
nos llevase al Olimpo
cabalgando la noche con los ojos cerrados.

Quise abrirle a la luna
el tiempo y el espacio
en los que nuestras pieles
bebieran los abrazos.

No quería empujar
nuestros cuerpos minúsculos
a un géiser de pasión,
en el confín del mundo...

No quería que el río
caudaloso del tiempo
nos arrastrase a la desembocadura
donde la noche acaba.

No quería beberme todo el nectar
de tu boca entregada
como un cáliz sagrado
ofrecido a la luz de tu corola.

No quería, mi reina,
conquistar tus palacios
ni tus valles frondosos
ni tus jardines mágicos.

Te quiero siempre libre
volando en mis abrazos,
siempre amando y latiendo
como el mar, como un pájaro.

Te quiero en flor, sonrisa,
mirada que se rinde a la luz que la ama,
vientre de escalofríos,
caricia de vilanos y de plumas.

Te quiero como el ibis
que juega con tu pelo
buscando jeroglíficos
en el templo secreto de tu cuello. 

Te quiero incandescente,
irradiando ese alba
que eclipsa plenilunios
en mis íntimas playas.

Pero salté, saltamos,
rompimos las distancias,
hablaron nuestros cuerpos
con sus voces de plata
y el hechizo, el silencio,
el océano en calma,
desnudaron sus olas,
sus espumas, sus lágrimas...
Los sentidos gritaron
lo que el corazón calla,
la sangre en nuestras venas
cubrió la dulce savia
de ese amor que es más fuerte
que los cuerpos que arrastra.








sábado, 8 de diciembre de 2018

Sensualidades

Vergeles en los patios,
esencia de azahar,
tus cabellos al viento,
a la brisa del mar.

En los acantilados
la salvia y el romero,
tus manos de agua y seda,
la magia de tus dedos.

El jazmín de las noches
que acaricia la luna,
los jardines prohibidos
de las pieles desnudas.

La cúrcuma de Oriente,
en navíos de ensueño,
el anis estrellado...
¡Estrellado en mi pecho!

En las lenguas y labios
esencia de jengibre
despertando los besos
desatados y libres.

Las jaras en la piel
y en el alma el incienso.
La odalisca dormida...
Sherezade... ¿Y tu cuento?

Aromas de vainilla,
de café y chocolate,
anís, clavo y canela...
¿El sexo de los ángeles?

En la fuente de Venus
cayena, miel, pimienta...
Saciarse de tu vientre...
¡Ay, ladrón! ¿Quién pudiera?

¿A qué saben tus labios?
¿A qué huele tu seno?
¿Cómo será el aroma
del amor verdadero?

viernes, 7 de diciembre de 2018

Mar sin sirena

Gaviota libre,
espíritu del mar,
alza tu vuelo.

El vasto océano
es tu único destino.
Su piel mi espejo.

Mar en mis ojos
como una inmensa lágrima...
Te siento lejos.

Amor de agua,
líquido, fresco, limpio,
siempre fluyendo.

Olvidó el mar
disfrazado de perla
vestir sus olas.

Jardín de anémonas,
¡No empujes la marea,
que sube sola!

Azul o verde,
plata, cielo o cristal
de caracolas.

Lonja de sueños,
¿Qué traen tus barcas hoy
a mi memoria?

Aroma a sal,
plumas de cormorán,
islas remotas...

Enamorado
de los lejanos bosques
el mar me duele.

Savia de sándalo,
riega con tus esencias
mis viejas sienes.

Trae tu fragancia
a la playa infinita
de nuestras pieles.

Un día mágico
las copas de los árboles
besarán peces.

Vientos de otoño
arrastrarán las algas
por las corrientes.

Íntimos pétalos
en los fondos marinos.
Coral, vergeles...

Estrellas vivas
brillarán en tu orilla,
tan transparente.

Ramas doradas,
mecidas por las olas
eternamente.

A ras de luna,
en selvas subacuáticas,
atardeceres...

Solo hoy tu ausencia
impide que mis frondas
a tu mar lleguen.

Ágave y salvia
en los acantilados
donde te extraño.

¿Qué es más bello?,
¿El faro entre las brumas
o los castaños?

¿Un remolino
o las hayas-derviche
siempre girando?

Incontenible,
mi hojarasca en tus playas
colma el espacio.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Viajero de alma ausente

El Oriente en mis venas, palpitando,
tocado por la cola de un cometa
me he dejado llevar suspendido en el viento
que, atravesando azul mis frágiles alas,
tiñéndolas de sol y de jazmines,
han pintado en el cielo el arco-ibis...
Mientras mi musa en las lejanas nieblas
baña su corazón en manantiales
de eterna juventud y piel de helecho
custodiada por hayas centenarias,
el musgo acariciando sus mejillas,
los líquenes de ensueño su mirada,
enredando sus recuerdos de cristal
en la telaraña del tiempo...

Palabras, sí, palabras... Pero el silencio inquiere
-y Orión es esta noche mi testigo-,
por qué traje estos labios hoy al Sur
mientras mis besos viajan hacia el Norte.

El Oriente en mis venas, palpitando,
el Poniente en mis sienes
al borde del ocaso.
La rosa de los vientos tatuada en el alma,
absorta en el viaje sin rumbo que es la vida...
Oigo la voz del mar no muy lejana
pero mi espíritu se quedó enganchado
en un bosque secreto, distante, bello, mágico.

El Oriente en mis venas, palpitando, y yo...
Desorientado.



miércoles, 5 de diciembre de 2018

Trance del ginkgo de Goethe

Dos espíritus juntos en un único árbol,
sus raíces profundas en la luz del océano,
su tronco vertical como un pilar celeste,
sus ramas abrazadas, trenzando almas con cuerpos,
sus hojas abanicos para el éter, no el viento...
Y sus ojos cerrados acariciando sueños,
sus bocas quietas, como si besaran
a la estrella polar con sus labios de invierno,
labios húmedos, escarcha sobre un corazón nuevo,
chispas de luna virgen en el cielo,
estelas de cariño estratosférico,
aurora boreal en el aliento.

¿Respiras aún, amor, planeta abierto?
Minuto tras minuto tras latido en silencio
se paran las esferas, complicidad del tiempo,
la savia fluye viva, asciende al firmamento
por nuestras ramas dulces, las yemas de los dedos...
Lo que tengo en mis manos es el mayor secreto,
la llave de lo oculto, la puerta de lo eterno,
la flor que brotará del botón de mi pecho
cuando la primavera encienda el fuego. 
No necesito más en la vida que esto...
Solo somos un árbol en este bosque inmenso
pero esta noche, ninfa, no hay ninguno más bello.
Nuestras almas fundidas. Un abrazo perfecto.

martes, 4 de diciembre de 2018

La noche del ladrón


Es en la larga espera cuando el tiempo
se sumerge en la sombra irrespirable.
Solo un rayo de luna que araña la memoria
cierra heridas abiertas en el oscuro estanque
desde cuyas orillas te he esperado.

Luego apareces, lucero de mil albas,
aérea, ligera como niebla descalza,
sonriendo a la noche, esquivando miradas,
despertando a las musas en mi alma.

Me regalas tu piel como un zodiaco vivo
donde miles de estrellas dibujan mi destino,
donde mi labio es viento en dunas de cariño,
donde para encontrarme, cometa, me he perdido.

Tú, fuerte junto al mar que bate en tus cimientos,
aguanta el temporal que la vida te arroja.
No eres de piedra, no, tu corazón me llama
latiendo entre silencios donde levar el ancla. 

Nunca respires sola todo el aire vacío
cuando mi abrazo eterno te ofrece sus rincones.
No llores nunca ajena a mi sed de tus lágrimas,
a mi océano inmenso de pequeños consuelos.

¡Vuela, vuela, ave bella, hacia tus sueños!
O no vueles, alondra, que hace frío.
Quédate en estos sueños, que son míos
soñados para ti desde la luz
que mueve el universo.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Gracias, belleza


Belleza, luz de alba
que acaricia mis pétalos dormidos
antes de que la flor abra y despierte.
Háblame de cuando tu alma
cayó desde su nido hasta la playa
y una niña-sirena la dio agua... 
Una infusión de vida dulce y cálida.

Belleza, en los rincones del silencio
solo me cabe el eco de tu risa
y tu voz que repite "vuela, vuela"
mientras sueño que duermo con tus alas.

Belleza, abrázame desde tu cama,
sábanas con aroma
de bosque y de montaña,
de manantial, de musgo,
de la primera lluvia
tras la calima que me quema el alma.

Belleza, tus colores me arrebatan,
tu piel de luz, vainilla, miel, canela,
tu cuerpo de amapola junto al mío,
mecidos por el viento en un abrazo
que allá en lo alto envidian las estrellas.

Belleza, me has traído del olvido
una voz que dolía tan callada.
Solo el amor podía despertarla.
La voz del corazón cuando te canta,
luna de otoño, luna
de plenitud, pasiones o nostalgias.
Has devuelto a la vida, paraíso,
la voz de mi guitarra.

Gracias, belleza.
Gracias.
Cuando tú estás aquí
no temo nada.

sábado, 1 de diciembre de 2018

Haikus tristes de ausencia


Jardín vacío.
No encuentra el ruiseñor
su viejo nido.

Siento tu ausencia
clavada en mi costado
como un cuchillo.

Un instrumento
espera que tu aliento
le dé el sonido.

Guitarra muerta...
La dejamos callada
en el olvido.

No quedan flores.
Víctimas del otoño,
muertas de frío.

Oh, mi jardín
regado por las lágrimas,
ciprés caído.

Mi corazón
late en su propio eco,
desfallecido.

Estás tan lejos...
Me siento tan ajeno,
gorrión herido.

Es tu silencio
testimonio de un tiempo
no compartido.

Es mi dolor
el precio de un amor
puro... Y prohibido.

viernes, 30 de noviembre de 2018

Tus umbrales


El umbral del paraíso
está en tus labios prohibidos.
Es tu voluntad cerrarlos
pero es mi deseo abrirlos.

Es el umbral de la entrega
total de tu cuerpo al mío.
Cruzarlo sería fuego.
No cruzarlo fuego frío.

Como desemboca el cielo
en amaneceres vivos
o las nubes en el sol
o los mares en los ríos
o en las playas esas olas
que las rocas no han herido,
así imagino tus besos,
en el tiempo suspendidos.

Quisiera ser como el agua
que acaricia tus sentidos.
Quisiera ser como el viento
en tus cabellos perdido.
Quisiera ser esa luz
en tus ojos, ese brillo...

Pero soy solo deseo,
monje, perro peregrino
que postrado en ese umbral
va contando tus latidos.
Estaré a tu puerta, ondina, 
aunque me tiña de olvido,
días, noches, madrugadas
mendigando tu cariño.







jueves, 29 de noviembre de 2018

Acantilado


¿Es un crimen soñar,
abrir las alas sobre un mar abierto
al espejo interior de la memoria?

¿Es pecado el deseo en carne viva
cuando la piel no oculta sentimientos?
¿Es tu ausencia el veneno de mis noches
y tu presencia el luminoso antídoto?

Suspendido sobre el acantilado
siento a mis pies romper
ola a ola la espuma de mis días.

La ansiedad de la espera anuncia tensa
el gozo del encuentro o la esperanza
de robarle tal vez al infinito
un círculo que encierre nuestras almas.

Allí donde tu sangre es rubí y plata,
donde tu corazón se despereza,
he perdido la cola de un cometa
enredada en tu pelo de odalisca.

Y al besar en tu frente la ternura
que irradia al respirar la noche misma,
al sentir el abrazo de tu alma
atravesar mi amor de parte a parte,
me fundo con tu ser en una estrella
que rompe el firmamento... Y lo ilumina.

¿Es un crimen soñar
que el tiempo es nuestro,
que un abrazo caben muchas vidas?

Voy a volar desde el acantilado.
Daré el salto a un vacío de caricias
para acaso en tu mar, delfín sin sombra,
estrellarme en tus labios como olas.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Desnudez o deseo


Piel, libertad, noches siempre desnudas,
deseo en flor de lirios ¿o delirios?
Ahora bella hojarasca
barrida por las brisas del otoño. 

Mis labios en tus sienes,
en tus ojos cerrados, temblorosos,
labios como cuchillos de seda
cortando sin palabras las voces del silencio,
precipitando mi alma líquida
en pura catarata sobre tu cuerpo.
Decidme, derviches giróvagos,
¿es la palabra nunca pronunciada,
los mil nombres de Dios
o simplemente amor?

Tú sabes que al cerrar los ojos veo
en mi cielo interior que es infinito
tu desnudez en sábanas de luz.
Tú, Isis, Sofía o simplemente diosa
observándome tímida en las aguas,
un ojo de Medusa abriendo lágrimas.

Me susurra la esfinge, paradoja...
Me siento ahora tan fuerte yo, mortal,
ante ti, diosa-pájaro tan frágil.

Escúchame, sirena liberada...
Olvida las distancias:
esta noche mientras la luna vive
deja dormir tu piel entre mis brazos.

Hay tesoros ocultos
que dudan ser abiertos.
¿No hay ternura en tus labios?
¿Tienen miedo?

martes, 27 de noviembre de 2018

Sirena varada junto al templo



Sirena de luz, inconsciente,
varada en mi playa.
¿Te trajeron las mareas
envuelta en las algas,
abrazos de amantes
arrancados del fondo del océano?
¿Te trajo la tormenta
hasta mi pecho ciego
desde un naufragio amargo
que encontraste jugando con las olas?
Si llevas la semilla
de un amor consumido
o el germen de pureza
de otro amor que se enciende…
No importa. Nada importa
si en tus ojos de niña
la palabra es sincera,
si el silencio que fluye
cuando rozo tus manos
es más grande que el cielo
y las tormentas muertas.

Mi templo estará abierto
siempre, siempre, sirena.
Latiendo en sus umbrales
mi corazón de tierra
arrancado del bosque de mis venas.
Las velas encendidas
y el incienso, memorias que se queman.
El viento en los jardines
borrando sin piedad las primaveras.
Te esperaré soñando
y te esperaré, vengas… O no vengas.

¡Ay, sirena de luz
que proyecta mis sombras!
En tu vientre un adiós
y en mi alma de estrellas
la puerta siempre abierta…
En mis ojos las lágrimas
vanas que aún alimentan
este mar de distancias nunca ajenas
que te arroja en mis brazos
rompiendo las promesas.

lunes, 26 de noviembre de 2018

El día que llovieron mariposas

El día que llovieron mariposas
las aves navegaban, lejanas, al ocaso
entre nubes-nido color de amapola
como filas de sueños diminutos.

Un pequeño ciclón despertó al alba.
Jugaban con el los abanicos
antes de regalarle su oro al cielo
desnudando al jardín sus nobles ramas.

Luego las garzas dibujaron olas
en la tranquila fuente de tus ojos
entre alisedas, fresnos y serbales,
manantial de sonrisas como lunas.

Y al salir las pléyades, sirena,
duermes desnuda en tu jardín de sueños...
Me embriagan tus esencias aun lejanas,
la suavidad celeste de tu cuerpo.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Cristales rotos


Cálida. Suave. Limpia.
Orquídea de invierno.
Pétalo aterciopelado.
Labio de seda húmeda.

Vengo desde la lluvia
pisando hojas de otoño
y torrentes de luna.

Vengo desde el silencio
(me dan miedo las sombras)
hasta tu espacio nuevo
donde reina una luz que tranquiliza
y en mi retina-espejo se hace lago.
Nadan en luz los cisnes de mis sueños.

Es la fragilidad de los instantes mágicos,
rendidos al poder de la belleza
lo que les hace únicos.

Tan solo el estallido de los cristales rotos
nos recuerda que, acaso, ha caído una estrella
y que el mundo podría hacerse añicos
justo cuando empezábamos a amarnos.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Lágrima-milagro



Líquida
agua salada
como una perla,
lágrima bellísima
que surge silenciosa
del manantial de magia
de tus ojos despiertos.

Lágrima que tú lloras
y no te pertenece,
que escapa de mi alma
como un fantasma herido
que, agotado el dolor,
me acaricia muy suave la memoria.

Estrellas, mares, cielos, corazones,
contemplad el milagro:
es mi alma es la que llora por sus ojos,
es un hilo que une su frágil corazón
a mis latidos sordos o a su eco,
es el aire tan denso que respiro
que arrastra por mis manos sus caricias.

He besado sus ojos de sirena
ahora tan alejados de mi playa,
bebí esas perlas limpias y sagradas
con la sed de un amante peregrino.

Y en ese instante, miles de centauros
cabalgaron a muerte por mi pecho
y se encendió una hoguera tan profunda
en mi alma, en mi mente y en mi cuerpo
que ardieron las fugaces mariposas
y quedaron prendidas en el cielo.

Ese cielo, sirena, que esta noche refleja
mi soledad, tu ausencia y la del mar,
la lluvia, la distancia y el anhelo.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Resaca de cometas

Desnuda ante una luna
herida por las nieblas del otoño
una princesa azteca, toda plata,
abrazó noches eternas y prohibidas
bajo un viejo árbol de agua.

Allí dejé mi esencia abandonada...
Mis labios en tus párpados regalándote un sueño
tan profundo como una caracola.
Los cometas quemaron nuestras pieles.
Te asomaste al eclipse de las almas
y respiraste el vértigo infinito.

La ciudad es rumor, escaleras y esquinas,
millones de miradas desconocidas
deslizándose como serpientes de asombro
por nuestras raíces centenarias.

El tiempo va robando las demás dimensiones...
Nos arranca el espacio que nos une
a lo largo y lo ancho del cariño
y debemos partir. Salir del paraíso,
dejar atrás el árbol bello y amargo que nos llama
hacia páramos de dulce soledad.

No te abandones nunca a la nostalgia...
Hay un vacío en tí maravilloso
y cabe en él un mar de sentimientos.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Siete lunas


Abrazar una estrella silenciosa
hasta quedar dormida en mis latidos
o hasta que nuestros labios enraícen
en la esfera del bosque de los sueños...

Un abrazo que dure siete lunas
sin despertar, bailando en la tormenta,
al abrigo del viento y de la helada,
a la espera de orquídeas abiertas.

Un abrazo de luz que nace dentro,
en la íntima espiral del alma viva,
que no conoce ni desea sombras,
prisma que torna noche en arco iris.

Un abrazo como la vía láctea,
de mares que se funden con el cielo
o de estrellas de mar que se entrelazan
desnudando y vistiendo las mareas.

Un abrazo de noche de arrecife
que devuelve la luna a los corales...
Un abrazo robado al paraíso
desde que el árbol de la vida es nuestro.



martes, 20 de noviembre de 2018

Árbol-alma


Hoy, luna de agua, las nubes
parecen huir libres de la noche,
pasando ante la luna sin tocarla
mientras los corazones ya se funden
en un latido suave, incandescente.

Abrir, amor, como quien abre un sueño,
un tesoro escondido bajo tierra
y misteriosamente iluminado.
Abrir el alma como se abre el cielo,
de horizonte a horizonte, limpio y puro.

Vida es luz y es el árbol en otoño
que regala sus hojas a los vientos
cuando ya no le cabe más belleza.
Abanico amarillo. Llama. Cáliz.
Vida es acariciar tu piel de nácar.

Te imagino a la orilla de un estanque
regalando a los cisnes la blancura,
golondrinas y miel en la mirada,
lanzando tus deseos cristalinos
al espejo de luna que te espera.

En un labio no cabe tanto anhelo
ni en una piel tantos escalofríos
ni los ángeles caben en tus ojos
cuando surgen las lágrimas desnudas... 
Van fluyendo gozosas sin retorno.

Noble árbol, tus raíces en mi vientre
y tu savia en mis venas orgullosas,
catedrales tus ramas silenciosas...
Desnudas al otoño tus secretos
porque sabes que el viento te los cuida.

Si gritara tu nombre a las mareas
la pleamar me ensordecería. 
El eco de tu amor como reflejo
saltando de ola en ola me acaricia
incluso en la distancia
enorme
que nos une.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Mudanza



Piensa un deseo, estrella.
Ser espacio, despacio,
o tiempo, lento…
Ser vacío infinito
o plenitud cerrada en su crisálida.
Ser libertad vestida de horizonte
o el ala de las aves que desnudas escapan.
Ser frío en nuestra piel de luna nueva,
esa que está prohibida a flor de alma,
o calor en océanos ajenos
a pleno sol llorando madrugadas.

No podemos, amor, rozar el labio.
No podemos vivir, soñar apenas
las noches que nos roba la distancia.
Entre mi mano y tu piel
hay siete mares sin agua
y siete lunas de fuego
clavadas en mi mirada.
Te he buscado y no te encuentro.
Grito tu nombre y te callas.
Luego regresas, sonrisa
de madreperlas y nácar,
me acaricias sin tus miedos
y me rindo a la esperanza.

Nace la luz del negro de tus ojos,
baña los manantiales de mi vida,
desnuda sombra a sombra mis temores,
deja la noche limpia, sin heridas.

Cada noche me acuesto con tu ausencia
mientras un mar lejano me susurra
nombres de caracolas y naufragios,
secretos del manglar de nuestras vidas.

Piensa una estrella.
Pasa. ¿Dónde vives?
¿Cuál es tu hogar, lucero peregrino?
¿Del que partes acaso
o donde llegas?
Tal vez ni uno ni el otro.
Tal vez tu hogar sea el propio camino,
esta puerta sin puerta,
esta flor de latidos,
esta montaña altísima
donde tú yo y las nubes
un día
subiremos…

jueves, 15 de noviembre de 2018

Tras la tormenta


Sueño soñarte.
Huir por tus veredas
entre amapolas.

Las golondrinas
de mis ojos sedientos
bebiendo de tus lágrimas
gozo y memoria.

Todo está escrito
y todo por vivir...
!Qué paradoja!

Tras el tifón,
amanecer de perla
en las pagodas.

Viajo contigo,
alondra de mis noches,
en tus silencios
y en tus palabras-pétalo,
caricia en mi alma frágil
que se hunde en este anhelo
y desemboca en ti
luna tras luna.

Jardín dormido.
Tú eres la noche fresca.
Yo soy la enredadera.

Siento cercano
el rumor de las olas,
la divina presencia de tus manos
dando la vuelta a mi reloj de arena,
acariciando el tiempo y el espacio,
dibujando en mi mente caracolas.

¿Puede un ahogado
amar tanto las olas?
-le pregunté a una luna
que gritaba tu nombre.
Y tú me lo recuerdas,
abres flores de azahar
en mi memoria.

Sueño y sueño tenerte.
Tu corazón, granada,
abierto entre mis labios.
Tu piel en mis silencios.
Tu mirada en el lago
de mis ojos de pájaro.

Calmada la tormenta...
¡Qué bien se duerme ahora,
cuando el mar te susurra,
sirena, entre canciones,
las buenas noches!