lunes, 24 de octubre de 2022

Samurai

 

Desarmadas las últimas corazas
la piel de los violines queda expuesta
al abrazo implacable del rosal.
Una vida de sangre no es bastante
para colmar las fuentes del otoño.
En la casa del té todo es nostalgia.
No es por honor el filo de la espada.
Es simplemente por cortar el aire
que lleva tus palabras en sus garzas
sin tocar el silencio. Siempre al alba
entre la niebla hay una alondra blanca:
la campana en el templo.

jueves, 13 de octubre de 2022

Tránsito (elegía por César Nombela)

 

Despierta el mar antes de la tormenta
ajeno a los millones de anclas como espinas
que olvidados ulceran sus fondos coralinos.
Despierta el mar como si no dolieran
en su memoria ártica los glaciares perdidos
y rompe cada ola como una enorme lágrima
en la arena desnuda de nuestras soledades.
Despierta el mar en mí cuando me abrazas
para arrastrarme luego en sus mareas
hacia el profundo abismo de tu ausencia.
Duerme la tierra cansada, delirio cristalino
en brazos de la muerte que impaciente
devora con sus alas la nobleza
que atesora tu pecho enorme, silencioso.
Duerme. Si Dios supiera
o quisiera saber
que existe el hombre en esplendor tan amplio
no cerraría ya jamás tus párpados,
abriría tu torso de alabastro
para borrar la muerte de tus ojos
y esparciría tu mirada viva
por todos los rincones del océano.

lunes, 10 de octubre de 2022

La rosa de los vientos

 

Desde que se fue el sol
ya no me quemo más
la piel del alma.
Las lágrimas son lágrimas.
No tengo que esconderlas.
El silencio es mi música
y vivir en las sombras
es como ese letargo
del bosque en sus inviernos.

Desde que cerró el teatro
mi vida, esa comedia
que acaba con la muerte
se representa aún (es increíble)
frente a butacas vacías
donde mis sentimientos
llenan palcos de ausencia.
En el anfiteatro del deseo
el terciopelo es musgo
y el techo bombardeado
por estrellas fugaces
dibuja los perfiles de su ruina
en la noche vacía.

Mil voces de delfines
huídos de las fuentes
anuncian por las calles
espectáculos de magia.
Pero yo llevo la segunda piel
de un gato negro
que ha perdido la cuenta de sus vidas.
Desde que dibujé un vacío
insondable a los vértigos
en el sólido puente
que me llevaba al Sur
por la Ruta de la Seda
he perdido ya el Norte.
He encontrado mi rumbo
ciegamente escondido
en el agujero negro
que hay en el centro
de la rosa de los vientos.

Nadie lo sabe. Nadie.
Más allá del dolor
y de toda nostalgia
hay un viaje íntimo
a un huracán callado
donde la vida no se representa.
¡Qué bellos los recuerdos
de tantas travesías
vistos desde este vértice!
Hay un agujero negro
en el centro absoluto
de la rosa de los vientos.