domingo, 27 de diciembre de 2020

Cuando me devuelvas todas las caricias

 

Cuando me devuelvas todas mis caricias
haré un mar con ellas.
Luego, en pie, a su orilla,
en un alba estática,
escucharé a las olas,
una a una, besar al fin
mis pies cansados
de correr hacia ti.

Cuando me devuelvas todo mi deseo
tenderé mi piel
en prados de heno
para que el rocío,
la luna y el vuelo
de tu ave de presa
desnuden despacio
las sombras de mi alma
y al fin libre, extática,
bañes de saliva
mis labios sedientos.

Cuando me devuelvas la flor de los besos
que sembré en tu espalda
e injerté en tu cuello
no habrá primavera
para tanto invierno,
ni rosas ni espinas
para mis recuerdos
que alivien el frío
del resentimiento,
que vistan jardines,
pétalos de cielo,
que aviven el fuego,
el rescoldo aún vivo
de los días muertos. 

Cuando me devuelvas todos mis sueños
quizás sea tarde.
Ya estaré despierto.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Encrucijada

 

Dos caminos.
Siempre hay dos caminos.
Izquierda o derecha.
Amar u odiar.
Arriba o abajo.
Muerte o vida.
Calma o tempestad.

Paralizado
en la encrucijada
como una estatua
lavada por las noches
de luna y escarcha,
blanqueada por el sol,
esperando una decisión,
callado. Líquenes en los labios.

Albas. 

Ocasos. 

Olas. 

Latidos. 

Vidas. 

Lunas fugaces. 

Ha decidido el alma
peregrina
dejar de andar.
No dar ni un paso más.
Esperar que el abismo
crezca a mis pies, 
porque rotas las velas
no puede ser ya el viento
quien decida.

Dos caminos.
Luz o sombra.
Ha decidido el alma,
destrozadas las alas
por miles de naufragios
echar raíces en el barro
del paraíso,
ese lecho donde habitan
los recuerdos del éxtasis,
el umbral de los templos
de la Diosa del bosque.

Caminantes,
ese árbol que os cobija,
que con sus ramas ágiles
exprime lágrimas en las estrellas
desafiando el paso de las noches,
fue una vez un simple amante
cansado,
descalzo
en la encrucijada.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Lluvia

 

Cuando sobre mis manos
abiertas y cansadas
se cierne la tormenta
solo puedo esperar
a que descampe,
a que cualquier herida
se torne cicatriz
y que amanezca
un paisaje de escarcha
ante mis ojos mudos.

De nuevo amé la noche
en que un otoño largo
cubrió de hojas mis sueños
y ese viento tan húmedo
que no seca las lágrimas
hizo volar las páginas
dejando las palabras
que nunca escribí en ellas.

En los acantilados
ajenos a las olas
rompen contra la luz
del solitario faro
las alas desplegadas
de miles de pelícanos.
Yo amo en silencio.
Callo
los gritos que quisiera
estrellar contra el cielo
cada vez que recuerdo
tus ojos de topacio.

Luego veo perderse
tu figura en el cielo
como si las estrellas
muertas de sed viviesen
de la luz de mi ocaso,
veo pasar la vida
entreteniéndose
en los pliegues del alma,
como el viento en las dunas,
como el agua de lluvia
en el ciego cristal
de mi memoria.


lunes, 7 de diciembre de 2020

No deseo vivir sin tu deseo

 

El mar pierde su límite
en los ojos de un gato.
Más allá de esa mirada
hay solo una línea tenue
entre el nirvana y la muerte.

¿Qué hay más trágico,
noche interminable,
que escupir el amor como un veneno
porque el ángel del alma que has amado
ha negado ya el alba a medianoche?

Se me antoja morir como una huída
del dolor que la vida no vivida
inflige en las heridas por abrir.

Se me antoja vivir en la memoria
de mentiras que forjan una historia
que merece la gloria de vivir.

Si en tus ojos de gata no hay presente,
preso de tu presencia está el futuro
y el ayer en un mar que se resiente
libre en la ausencia de horizonte puro.

Si en mis ojos de pájaro no hay flores
porque tu luz se apaga en la distancia
robándole al silencio los colores,
déjame al menos el jardín, la estancia
en que tu alma fluye en abundancia
de aromas, piel, texturas y sabores.

Si he de sangrar, morir, ser olvidado,
si es tu designio odiarte en mi reflejo,
que el olvido me encuentre en la memoria,
mas no de lo que fui:
de lo que he amado.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Definiciones de Soledad

 

Soledad
es amar las estrellas,
disolver la esperanza
en el vacío cósmico.

Soledad
es una noche fría en vela
advirtiendo que en el firmamento
ninguna constelación
tiene forma de caballito de mar.

Soledad
es buscar en la luna nueva
un reflejo abandonado de tu retina.

Soledad
es sentarse junto al mar
y que las lágrimas
te impidan ver las olas.

Soledad
es darle la mano al viento
y un beso a la estatua de la libertad
preguntándole a sus ojos de piedra
por qué no la esculpieron alas.

Soledad
es soñar con delfines
nadando muy despacio
en un océano de barro y redes.

Soledad
es la mirada de un centauro
antes de que se pierda en el bosque
para siempre.

Soledad
es la sabina en el páramo,
la ruina de la torre sobre el acantilado,
la palabra atragantada ante la tumba de un amigo,
las campanadas que rompen la medianoche.

La soledad es un templo
que llevamos dentro.
Cuando no estás conmigo,
musa o górgona, dríade o tigresa, niña u odalisca,
escucho el eco frío de sus inmensas bóvedas
aun en la más cálida de las multitudes.

Soledad
es toda esa roca de lastre en el alma
que un abrazo amante
dinamita.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Sonata de insomnio

 

Deshacer el vacío cuando llena
los rincones del alma con sus nudos
lleva noches enteras de desvelo,
lunas que se desnudan de su halo.

Esperar la palabra de los labios
de quien amas y calla. Larga espera
al amparo del tejo milenario
que oculta las estrellas a mis ojos.

Negarle el mar a quien navega siempre
en una barca llamada esperanza
a la deriva en el deseo herido
de dibujar las olas en tus brazos.

No comprender el azar o el capricho,
ese juego en que Eros y la Muerte
sobre nuestros destinos rivalizan
por clavar su saeta envenenada.

Sentir como un dolor ese silencio
que me ofrece tu orgullo cuando ignora
que el amor es una luz tan frágil
que no proyecta ni color ni sombra.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Hoy no estuve

 

No estuve allí
cuando se rompió el amanecer
como un espejo en tus ojos.

No estuve allí
mientras escribías en el cielo
estelas de libélulas.

No estuve allí
cuando acaso esperabas
que floreciera delicada
tu alma en mis brazos.

No estuve allí
tampoco
amaestrando dragones en tu sexo.

No estuve allí
durmiendo en tu regazo
bajo un silencioso enjambre de luciérnagas.

No estuve allí
en tus palabras de arena
cuando les hablabas de mí
a los relojes.

No estuve allí
contigo, sudando pétalos
por los poros de la noche.

No estuve allí,
mi vida, desayunando luna.

Todo ese tiempo lo perdí
soñando contigo.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Urgencia del dharma

 

Nuestro tesoro abarca
todo lo que nos dan
y todo lo que nos niegan.
Si me niegas el tiempo que me habita
ya no habrá otro latido.
Habrás perdido
todo lo que yo nunca te hubiera negado. 
Si me amas, escucha:
estoy en el silencio.
Y si me añoras, mira
esta luna bebiéndose la noche,
tan solo un reflejo
de la cara oculta del sol.
Si aún vives abre las olas
ante del espejo de los cielos,
sirena-mariposa,
y vuela por el fondo
de mi alma cristalina
sin dejarte la piel
en los pecios profundos,
sin quedarte en la superficie
de las constelaciones rotas.

No hay futuro, pitonisa,
que no haya transcurrido
siempre
en este preciso instante.

Dame esperanza,
flor de luna...
Dame el ahora.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Heridas

 

En un rincón olvidado
de ese alma que perdura
desde el primer latido
todos los días dormidos
todas las noches abiertas
sangrando cieno y éter
supurando polvo de estrellas
cubiertos de dolores diminutos
como motas de polvo
como serrín del tiempo
ajenos a los tsunamis de mercurio
bajo párpados de hojarasca
yacen los ojos cerrados
que esconden esa sombra
que proyecta la memoria
en la conciencia.

¿Quieres que sangre y duela,
que los filos penetren
en tus pequeñas venas
del color del océano,
quieres sentir aún viva
la momia descarnada
de tus resentimientos?

Cuando la adormidera
aún no ha nacido
no sabe que es una simple amapola
embriagada de opio.
La noche preñada de estrellas
solitarias
augura el alba, roja,
con nubes como arterias intactas
surcando el silencio de los cielos.
Deja el abismo enterrado bajo la piel.
Abre los ojos a la luz sin límites.
Mañana va a ser un buen día.
Mañana también
va a ser un buen día.

sábado, 14 de noviembre de 2020

A veces, siempre

 

A veces la vida
pende del vacío
o flota en él
sin ancla.

A veces el cielo
pierde sus azules
y es gris,
gris ceniza
por mucho que abramos los ojos
y alcemos la mirada
suplicando
colores.

A veces el alma
se tiñe de rojo
como si sangrara,
como si vistiese
su propio otoño
y duelen los párpados despiertos
heridos de sueños
irrealizables
pero irrenunciables.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Oigo llorar al viento del Otoño

 

El viento a la amapola
le susurró un poema.
"Regálame esa belleza
que arrancas a la tierra con tu savia.
Deja libres los pétalos,
que sea mi caricia
y no el filo del tiempo
quien salpique de sangre
el cielo limpio.
Te amo ahora.
En otoño
serás solo un recuerdo
entre millones de hojas
de tonos infinitos
que abrazaré con furia.
Ninguna con tu tono,
ese rojo que hiere la memoria.
Ninguna con tu textura,
esa delicadeza que conmueve."

Y la amapola al viento
le dijo en un suspiro:
"Déjame sola al sol,
aprende a amar las olas
o los campos de avena,
Soy fugaz y tus ráfagas
desnudan mi corola.
Yo quisiera crecer
en el fondo del mar
donde tú nunca puedas
enredarte en mis sueños...
Aunque en esa quietud
pueda soñar contigo
silenciosa."

¿Quién acaricia a quién?
El viento y la amapola.


miércoles, 4 de noviembre de 2020

Corazón de Estrella

 

A LA ESTRELLA

Estrella de mar
lejos del fondo.
¿Qué manos de sirena
te arrancaron?
¿Qué columnas de aire
rompen el azul puro
en ascenso frenético,
perturban el silencio
de la callada Atlántida?

Estrella de mar,
tu cuerpo
sale a flote
con los cinco sentidos desplegados
pero tu corazón
sigue en el fondo,
acaso ahogado
o quizás enredado
en corales hipnóticos
que ningún cambio climático
podría blanquear
desesperadamente.

Tu corazón de estrella
en el fondo marino,
tu cuerpo en la hojarasca
del bosque que te ama
a merced de los lobos.
Tu corazón aún vivo, siempre vivo,
palpita en convulsiones,
no en latidos.

AL MARINERO

Amarla es esperar
en su playa desnuda
o cubierta por el velo de la noche,
ojos de gata y luz de luna,
a que aflore una estrella
que se dejó el alma
abrazada o anclada
en lo más profundo su azul,
arropada por los reflejos
de mil bancos de peces.

Amarla es vencer
la gravedad,
el peso submarino
de un amante perfecto
que cuida sus estrellas.

Al fin y al cabo,
marinero en tierra,
tu templo es el océano.
Tú bailaste en la lluvia con mi diosa
cuando el bosque sagrado era silencio.
Mi templo son sus brazos.
Si la amo
no importa la tormenta.
Tendré que bucear
hasta tu pecho
y arrancarte la estrella
de entre tus ojos tristes.

Pero no, me resigno.
Respeto tu mirada de delfín.
Esperarán mis canas en la orilla
a que afloren una y mil estrellas...
Al fin y al cabo
yo encontré un anillo de plata
cerca de la orilla. 


Tú, marinero, 

encontraste una perla

en lo más profundo. 





martes, 3 de noviembre de 2020

Abedules

 

Fluye el río del tiempo,
La luz escupe perlas en sus aguas.
Nievan sobre tus senos
escamas de abedul.
El musgo me acaricia
con humedades nuevas
y tus ojos reflejan las astas de los ciervos
milenarios
que en mi pupila crean
la ilusión de tus bosques,
el maya de una atlántida
sumergida en mis lágrimas,
esas lágrimas íntimas
que surgen del instante
que se sabe infinito
y a la vez
desesperadamente irrepetible.

Fluye el sol a un ocaso prematuro.
Bajan las vacas a beber la luna.
Te descalzas y vas besando el agua helada,
cruzas
como la balsa del venerable Buda
ante la atenta mirada de Perseo,
como Andrómeda que escapa a su destino
mientras el héroe se transmuta en monstruo,
cetáceo de labios y caricias,
y lanza la cabeza de Medusa
para que se estrelle
delicada
en la otra orilla.

Se nos agota el tiempo.
Somos como esa hoja
que la corriente arrastra
por torrentes y remansos
o la ahoga...
Piel contra piel
me pregunto
¿No podemos quedarnos
eternos
escuchando el rumor adormecido, bebiendo su pureza,
viendo fluir el tiempo
desde la orilla?

miércoles, 28 de octubre de 2020

Lamentaciones sobre el ruido

 

Es el dolor,
ese minúsculo arpón de la palabra
lo que hirió el cristalino
de tus ballenas ciegas.
Ahora, nadando en círculos,
abren un remolino insondable
que ahoga todas mis vísceras
(no ya el corazón solo)
en el océano infinito
de tu estridente ausencia.

Es el ruido,
esa mancha de sangre en el silencio
lo que enturbia tu lago sosegado
adonde fluyen mis lágrimas
sinceramente envenenadas
con tu propia sal.
Ese ruido que se expande
en ondas concéntricas
gritando amor
en las diez direcciones
del espacio y del tiempo,
ese ruido que ensordece tu consciencia,
que perfora tu sueño,
que se hace insoportable
hasta la locura,
hasta que coagula en tu lagrimal
con toda la energía del otoño
y fluye como un grito
contenido,
más profundo que el silencio.

Si soy dolor
o ruido
entonces
solo entonces
es mejor que me vaya
con los brazos abiertos
y vacíos,
es mejor que me pierda
como un punto de luz
aquí en el horizonte.

Solo el miedo a apagarme
me mantiene encendido.

jueves, 22 de octubre de 2020

Tras la colisión

 

Nuestros caminos se cruzan.
En el instante de la intersección,
clímax fugaz, fusión de pieles vivas,
espirales de labios en la humedad que impregna
el germen de la vida,
nos abrazamos,
alianza de espíritus errantes
que desean amar el mismo rumbo.
Luego partimos, nuestras manos ceden,
las miradas
se alejan
hasta quedarse ciegas de nostalgia.

Adiós al silencioso tacto de la seda.
Adiós a los colores del otoño en tus ojos.
Adiós a tu besar de mar sin viento.
Partes y dejas una inmensa sombra,
la ausencia insoportable de tu luz
cerniéndose en horizontes de espacio y tiempo.
Partes y dejas en el centro de la galaxia
un agujero negro de esperanza
en torno al cual orbita todo...
Incluso la materia oscura
e infinita
de mi deseo.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Contaminación

 

¿Heriría a un pájaro en vuelo
con mi mirada ansiosa?
¿Dejaría a su suerte
en el desierto sin oasis de mi alma
a millones de ballenas diminutas?
¿Escalaría cascadas de estrellas
si supiera que pueden apagarse?

Surca el silencio
la luz del corazón.
Fugaz estela.

Me miras desde otra noche
con esos ojos llenos de cristal
y eres como una gata de alabastro
que entre rayos de luna
ha dejado su presa en mi memoria.

Te quiero fuerte, luz primigenia,
porque de tu Ser emana el Nous que nutre el Espíritu universal
del que bebe mi alma...
Ese espíritu mágico que abarca
todo el cosmos
de ala en ala,
mariposa-espejo,
seno en flor del que nace
toda naturaleza.

Dime por un instante (y hazlo eterno) que es este Amor quien reina,
este silencio
sobre el ruido del mundo.
Dime que aquí,
en mis brazos,
nada nos contamina.

domingo, 18 de octubre de 2020

Siempre

 

Guirnalda de flores
colgada del tiempo en que no amamos,
¿ya marchitas? ¿Ya está el suelo que piso
tapizado de pétalos caídos?
¡Si ni siquiera comenzó el invierno!

Porque amaste. Tú amaste.
Temblabas en mis brazos
como una hoja de otoño,
buscabas en mi sexo
las raíces del cosmos
y al besarnos no sabíamos
qué era saliva, savia o lágrima.

En tu cama las noches
son mares en silencio.
La luna en tu ventana
es del color del sueño.
Las estrellas fugaces
pintan un trazo lento.
Respiro éter, no aire
de tu cálido aliento.
El cosmos gira, pétalos
en puro movimiento.

Pero cuando mi hedor
desborda tus aromas,
o cuando en tu silencio
sagrado escupo un grito,
cuando profano umbrales
en tu piel de amapola,
cuando tus ojos pierden
la luz del infinito,
cuando tú, vulnerable,
pintas la aurora sola
porque soy una mancha,
una erosión, un ruido...
Entonces solo odiarme
es el justo castigo
por marchitar tus flores.
Debo beber las horas
amargas del olvido,
esperar que el otoño
cubra mis sucias canas
de escarcha o de rocío.

Rogar que me perdones
es pedirle reflejos
a un estanque vacío.

Pero amaste. Tú amaste.
Tú le diste a mi nave
estelas de ballena,
lumbre a mis noches frías,
desnudez al deseo,
magia, paz, alegría
a mi pecho entreabierto.
Y porque amaste, niña,
siempre espero
despierto.



El rumor del arroyo

 

Corría ayer cristalina,
hoy sucia de lodos pasados
el agua del arroyo
como si fluyera
fría
por mi médula espinal.

El viento del otoño
desnudando los chopos
me susurra al oído
verdades afiladas.
Que soy como una hoja,
que mi destino cierto
será caer al agua
con el liviano peso
de todo lo que amo.

Que abandoné la luz,
que olvidé mi sentir
tras las cortinas
de tu ventana.
Que dejé el corazón
cosido a ellas.
Que abandoné mi sueño.
Que entré en la oscuridad
arrastrando mi orgullo
de pájaro envenenado
por este cielo ajeno
cubierto de zarzales
que yo mismo sembré

en otro presente .

Ahora solo deseo
desinfectar tu herida,
extraer la toxina
de la víbora triste de la culpa.
Ahora solo deseo
no haber nacido muerto
de tus brazos divinos.
Deseo que el arroyo
remanse en tu sonrisa
y que yo pueda ver
esta mueca de perro
reflejada en sus aguas.

Pero tú eres ahora
un huracán de silencio
generado por alas
de la cruel mariposa
de mi ausencia
y yo cierro los ojos
con párpados-cortina
tejidos con los nervios blancos
del puro remordimiento,
baño mi amor desnudo en el arroyo
(¡qué fría está el agua!)
y deseo morir...
Morir en este instante
escuchando tan solo
ese rumor sereno.

Y si me voy
con el rumor
corriente abajo
solo espero encontrar
en el Paraíso
un Remolino vivo
y el vértice perfecto
de tu sonrisa.

martes, 13 de octubre de 2020

Tulipanes

 

Otoño,
lanzas al aire
preguntas y temores
como si fueran hojas
de arce, olmos o libros
de poemas no escritos.

Sol de otoño, quemaste
con alma de cayena
los labios de mi amada
y no quiere besar
mis párpados de luna.

Luna de otoño,
caen todos los sueños
al estanque de plata
manchados por la culpa
de ser sueños tan sólo:
Libertad, paz
e independencia
conseguidas sin sangre
ni renuncias.

Si yo pudiera amarte
detrás de esa coraza
de ansiedades ajenas
sembraría tu piel
a través del invierno
de tulipanes blancos.

viernes, 9 de octubre de 2020

Vestido azul

 

En el ojo del huracán
reina un silencio ciego.
Los peces voladores
se quedan suspendidos sobre el agua.
¿Son estelas o heridas en el mar?
El océano se hunde en la arena. 

El cielo estalla...

Y tú llevas un vestido azul
precioso.

Los imperios se extinguen
ruina sobre ruina sobre ruina. 
La muerte, como un pájaro,
va incubando la noche,
pero si hay algo inmune
a sus alas de acero
es tu sonrisa cálida.
Tarde de otoño.
Llevas un vestido azul
precioso.

Lamento de crisálidas

El universo pende
de un hilo diminuto
que invisible conecta
tu alma con mis sueños.

Si se rompe ese hilo...
¡Ay, si se rompe!

La lágrima desciende
por un cauce de crisantemos
que florecen tan solo
para adornar tus ojos.

Si se seca ese cauce...
¡Ay, si se seca!

El cielo se ha cubierto
de alas de mariposa
liberadas de súbito
de un huracán de pánico.

Si vuelven sus colores
a crisálidas muertas...
¡Ay, si regresan!

La luz del alba, perla,
espera a tu sonrisa,
esa que te robó
un elefante triste.

Si no amanece, niña...

¡Ay, si no amaneciese! 

jueves, 8 de octubre de 2020

Quien no ama

 

Quien entiende el océano
como una infinita sucesión
de gotas de agua
jamás comprenderá su inmensidad.

Quién juzga el corazón
como una frágil víscera contráctil
no sentirá el pulso frenético
de cada beso en flor,
de cada amante.

Quien concibe la vida
como una larga espera
morirá con los ojos abiertos
como vidrios vacíos.

Quien bebe el tiempo
para aplacar su sed de vida
sin amar cada segundo
con los seis sentidos
sus texturas, sabores,
aromas, sonidos,
colores, emociones,
vive cerrado, sin latir jamás,
como un girasol nocturno,
como un loto en las dunas,
siempre sediento.

Quien esquiva belleza
cegado por el miedo
a dominar su miedo
dejará en las mareas
una huella invisible
de dolor en quien ama.

Y quien odia,
quien simplemente odia
porque la luz del alba
no le ha enseñado a amar
sin sentir vértigo,
que no rompa a llorar
al ritmo que se rompe
su rostro en los espejos.

lunes, 5 de octubre de 2020

El árbol de la vida

 

Mis alas desplegadas
son del color de la noche
manchada de lunas menguantes.
Al volar en tus sueños
remonto cataratas
hasta la última rama
del árbol de la vida.
Si hubiera un paraíso
del que nunca escapáramos
a lomos de un delfín,
si hubiera una fruta prohibida
que yo no deseara
comer hasta agotar
colgado de tus caderas firmes...
Pero no son así los sueños vivos,
no es así mi deseo despierto.
Yo quiero el paraíso
corriendo por mis venas,
quiero penetrar hondo
con mis propias raíces
de luz y de dulzura
el umbral de tu templo,
tornar el barro en savia
que alimente tu seno
hasta que entre temblores
los ángeles de fuego
o dragones del agua
o robles milenarios
o pájaros de viento
dancen como derviches
al principio del tiempo.

Quiero ser nave-océano.
Quiero ser sentimiento.
Quiero tomar tu alma
y llenar el silencio...
Que cada hoja de otoño
se descalce de un labio
y cubra mis raíces
de una alfombra de besos.

viernes, 2 de octubre de 2020

Estelas

 

Nunca dejan estela
los árboles que mueren
heridos por el viento.
Si yo fuera a morir,
si fuera solo esta
mi penúltima luna
no dejaría estela.

Hundida. Estás hundida
solo porque tuviste
sensación de flotar
por un instante.
¡Si sabes bucear
entre corales!
"¡Ya! "-me dirás- "pero...
¿Y las corrientes frías?
¿Y los pecios clavados
bajo mi piel de nácares?
¿Y las tristes gaviotas
envenenando el cielo,
pintándole carcajadas
a la sonrisa del delfín?"

Nunca dejan estela
las golondrinas que partieron
como naves fugaces
sedientas de horizonte.
Un día, simplemente,
ya no están en el aire.
El cielo, el mar, vacíos,
ya no guardan secretos.
Tus ojos, garabatos,
no alborotan la tarde.
El sol se va callado.
Se zambulle en la noche.

Abrázame. Respira.
Sal a flote. No olvides.
Amar no es una huída
de aquello que no amamos.
Es solo un devenir. Un vivir
días, noches
dejando tras nosotros
una luz intensísima
o una profunda sombra.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Muerte de un verano

 

Más allá de la niebla
está el cielo vacío,
todo de luna rota,
sin estrellas.
Más allá de la ausencia
está el olvido.

Ya no me queda alma,
ni un rincón en el alma
para esperar que claves más profundo
tu dolor en el mío.
Ya no me queda piel,
ni cicatriz siquiera.
Es todo herida.

Si en realidad te fuiste
con mis manos vacías
te haré una hermosa lápida
con pétalos de mármol y pizarra
que acaricien así tu sueño eterno
bajo esos leves párpados
que cubríamos de besos
y de hojas del otoño.
Pero si vives
aun sin corazón ni fe ni miedo,
incinérame vivo.
Esparce mis cenizas
en ese jardín limpio
donde soñé tus flores,
en esa playa cálida
donde el Mar y la Tierra
se hacen el amor
eternamente.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Desterrado


Por no cerrar los ojos y soñarte
me arrancaré los párpados dormidos. 

Se los daré a los peces. 

Por no pensar que odias mis palabras
escupiré la lengua en una sima
hambrienta de silencio.

Por no sufrir el vacío insoportable
de mis labios resecos sin tu sexo
me enterraré en ceniza.

Por no escuchar tu nombre en las estrellas
acallaré la música celeste
con la muerte en el tímpano del alba. 

Por no vivir sin ti daré mi cuerpo
al agua fría en la laguna Estigia
para que mi alma inerte se disuelva. 

Por no dejar de amar tu piel amarga
tiraré los domingos por la borda
y echaré el ancla en medio de la nada.

viernes, 18 de septiembre de 2020

¿Brillas?

 

Siempre. Una esfinge
perfecta. Una isla. Nunca.
Una sirena herida. Playa.
Échale sal en los ojos
para que no llore.
Jamás.

Lágrimas. Desde el vacío
más profundo. Silencio.
Cayendo en el corazón
del paraíso. Yo amo.
Yo disparé el arpón.
Perla, te amo. Hiero
el pecho perfecto.
Arsenal de deseo
en mi conciencia. Caricias. 
Bombas de racimo.
Sangre hirviendo. Sed.
Humo.

Principio. Fin. Secuencia.
Ascenso hacia la muerte
sin descansar apenas
cada séptimo día. Amar
tu reflejo en mi iris
cuando mi mirada penetra
en lo más profundo de ti
es amarte a ti misma
desde fuera de tu ego.
Amar es el sabor.
El color de la vida
que huye de tu pecho
cada minuto. Sesenta latidos.
Latido. Silencio. Latido.

Silencio.

Shhhhh!

¿En qué escala se mide
ese temblor arcano
que siente un labio
ardiendo
al rozar otro labio?
¿En qué escala, Majestad,
mide el rey león
su afilada autoestima
entre las alimañas?
¿En qué escala, Alquimista,
mide su pequeñez
un elefante?

¡Silencio!

Entre miles de estrellas
brillas más. Supernovas,
luceros, cometas pasajeros,
planetas errantes, lunas
de sangre y hielo
contaminan tu magnética luz,
mi Norte, mi perla celeste.
Pero tú brillas más.
Cuando cierro los ojos
solo tú reinas, nítida,
con tu fulgor intacto
en pleno firmamento.

¿A cuantos años luz
estás de mi mirada?

jueves, 10 de septiembre de 2020

La Soledad

 

La soledad es un árbol
en medio del desierto.
Un árbol para el que dos árboles
serían un bosque
mágico
en medio del desierto.

La soledad es paz.
Paz que no se comparte.
Paz que queda clavada
al inicio de un grito
que nunca se profiere,
al borde de una lágrima
que no llega a llorarse,
al filo de un suspiro
que corta todo aliento.
La soledad es una paz
terrible
que contiene toda la violencia.

La soledad es esclava del deseo.
Ese deseo abierto que domina el vacío,
deseo de llenarse,
deseo de empujar al planeta
lejos de su órbita,
deseo de soltar las mariposas
del estómago
a que llenen el cosmos con su vuelo,
deseo de tenerte entre mis brazos
como si fueras la única distancia
entre la vida y la muerte,
deseo de entrar en tu cuerpo,
de eyacular el alma en tu seno
como si la creación toda
dependiera del momento
en que se funde tu luz
con mi oscuridad,
mi oscuridad
con tu luz.

martes, 8 de septiembre de 2020

Sin golondrinas

 

No me dejes morir solo
en un rincón de la esperanza.
No dejes que crezcan perlas
bajo el verdín de mis párpados,
que los líquenes colonicen
mis labios de caliza,
que cicatrice la herida
del anzuelo en mis branquias.

Duele.
Duele el silencio
clavado en la garganta.

No dejes que se calle
el arpa de mis venas.
Dame tus latidos
para vestirlo de música.

No me dejes agonizar
en tu mirada perdida,
esa mirada triste
que busca estrellas en pleno día.

No me dejes desnudo de tu piel.

No me dejes llorar ni un solo océano.

No me dejes vacío. 

No me dejes.

lunes, 7 de septiembre de 2020

Adumbonado

 Se ciernen las fauces

de la noche oscura,

vientre de ballena,

reverso del coral.


¿Eres capaz de amar

más allá del espejo?

¿Eres capaz de amar

con los ojos cerrados?

¿Eres capaz de odiar

con los puños abiertos?


Cuando el mar desemboca en el vacío,

¿dónde queda la playa?

Tengo la llave del firmamento.

¿Dónde has colocado

la estrella polar?

Latir contra el muro de tu silencio

es borrar el pulso de mi esperanza.


Una ballena muerta en el cénit.

Jonás en el acimut. Perdió ese tren.

¿Dónde has colocado la estrella polar?

Tengo la llave del paraíso,

un paraíso del que mi alma no puede salir

y mi cuerpo de barro

no puede entrar

porque probó la flor

del árbol de la vida,

porque conoció el éxtasis

y lo convirtió en plata

para las manos mágicas

de quien pinta la noche

con este silencio

que estrangula

mis sueños.


Penetra la muerte

en mis capilares

como si al caer

lejos de tus alas

el propio vacío 

cogiera en brazos

mi frío cuerpo. 


¿Es que no has oído, 

delfín que no aflora, 

pétalo de ave, 

mi grito de auxilio? 


Se cierne la noche. 

Soy afortunado 

de encontrar una perla

que encierra toda luz...

Soy un ciego afortunado. 


En cualquier caso, libertad, 

aprendí de niño... 

Lo que nunca vi ni espero ver

es un elefante volar. 


sábado, 5 de septiembre de 2020

En tu caja de sensaciones

 

Desnudando cada rincón vacío de tu piel
el tiempo huele a ti, la luz
se queda ahogada en los espejos.
Ella tiene los ojos verdes como estrellas derramadas.
Los cierra y me sueña.
Los abre y me hace soñar.

En tu habitación me creció el alma
hasta llenarlo todo. Si fuera un árbol
echaría raíces en tu almohada vacía
esperando a que vuelvas
para cubrir tus labios de hojarasca.
Ella afila sus uñas
en la bóveda celeste
mientras yo amo despacio
parpadeando
las constelaciones sangrantes.

Todo eres tú
aunque no estés,
aunque tu cama sea
un silencio infinito,
una puñalada de soledad
en el lienzo bellísimo
de la memoria de esas noches de éxtasis
en que conté todos y cada uno
de tus latidos.
Ella se enrosca a mis pies
como si le pesara la luz de la luna.

Amanece. No abriré los ojos.
Escucharé la ausencia de las olas
entre coros de pájaros.
¿Me llama el bosque o sueño?
Abrazo la mañana como quien abraza un río:
dejándola fluir.
Por tu ventana entra un tsunami de luz.
No abriré los ojos por no ahogarme.
Ella, como una esfinge,
vigila cada instante sonoro,
cada ráfaga de deseo huído.
¡Tantas cosas no ocurren
en este mismo instante...!
Aquí estamos los dos
en tu caja de sensaciones
asomados a la ventana,
ajenos a la mosquitera,
la mirada perdida
en sueños o paisajes
que se muestran desnudos
con la nitidez del humo.
Aquí estamos, estatuas de amor puro,
esperando a que vuelvas.

lunes, 31 de agosto de 2020

Leones marinos

 

Tras la escalera
soñando con leones
espero que la tarde
traiga tu aroma,
que tu sonrisa
llene este vacío.

Latir no es suficiente
para estar vivo.
Despertar
no es amanecer.
Llevo el mar dentro.
Me ahogo
cuando no escuchas
mis gritos mudos de socorro,
cuando las lágrimas
no te dejan ver
las mareas de caricias
que inundan tus playas.

Hoy no sale mi esquife
hacia altamar.
Me quedo en tierra,
farero solitario
buscando las estrellas
que San Lorenzo o Perseo
dejaron olvidadas.

Hoy nadas sola como un ave acuática,
dejando en mi horizonte
estelas luminosas
y un sabor en mis labios,
delicioso amargor,
como si me nacieran algas en la lengua.

Contigo, sirena de plata y ébano,
mi corazón puede sangrar
a salvo de los tiburones.

domingo, 30 de agosto de 2020

Ochocientos cuarenta y un kilómetros

 

Dale al mar tiempo
y espera.
¿Recuerdas cuando las anduriñas
volaban en la playa contra el viento?
Soñar contra la brisa y la marea
esos días con alma de naufragio
en que el mar es plata y el cielo plomo
es darle tiempo al mar,
es dejar la mirada vagar en las arenas con pasos de chorlito,
es dejar que la sal se disuelva en tus venas.

Vieja ciudad o puerto o estuario
donde es igual morir que no haber nacido,
donde hasta la muerte es dulce,
donde las flores viven en las calles,
donde la lluvia es parte del paisaje,
donde el alma del mundo
se exhibe esplendorosa
en blanco y negro.

No hay carretera que lleve hasta el amor.
No hay peaje.
El corazón es un motor extraño
que se acelera siempre cuesta arriba.
Dame la mano. El camino es largo.
Da igual el destino
si el mar espera.
Quiero empezar de nuevo.
Quiero vivir otra vez todo.
Quiero que la luna vuelva a creciente,
que baje la marea
para pintar en la arena tu nombre
más grande que la noche.

Dale al mar esta noche
y espera,
espera al alba.
Verás que el cielo se desnuda,
que todo el mar se muestra
desde el acantilado
bajo las alas ingrávidas de las gaviotas.
Verás el faro
desafiando la horizontalidad del paisaje.
Verás mis ojos reflejar tus ojos desbordados
por toda esa belleza.

Dale al mar tiempo.
Al viejo se le agota
bebiendo sorbo a sorbo de su vaso.
La urgencia de su cuerpo derramado
junto al tuyo, sirena,
es como la visión de una ballena
varada en la roca madre,
decuartizada de deseo
a la puerta del jardín de las delicias.

Cuando te abrazo, ninfa de mar y bosque,
arde la luna.
Es como si el otoño
profanase la primavera.

A veces pienso
que en parte tu belleza
es el silencio...
Ese silencio que deja el océano
suspendido entre ola y ola.

jueves, 27 de agosto de 2020

Lágrimas ajenas


Paseando ciego por el crepúsculo
entre los aleteos de los mirlos casi dormidos
rompí un pedazo de vidrio roto.

Tú adornas de lágrimas la distancia
que nos separa ilimitable
como si se cubriera de rocío
todo el desierto.

Esta noche no son para mí esas lágrimas...
Son para quien duele ante el dolor,
para quien se resigna ante la muerte o, peor, ante la propia vida
mientras mis dedos resbalan
por las dunas de tu piel
suave y cerrada.
Si bebo una sola de esas perlas salinas
profano
un llanto que es ajeno,
que no me pertenece.

Así perdimos noches cálidas de invierno
a la sombra del roble de Dodona.
Así se apagaron las antorchas
que suben a la acrópolis
desde la torre de los vientos.

Tú te crees maldita como ese aire
que dejas de respirar cuando sueñas.
“Voy a dejarlo todo" -dices,
cuando no tienes nada que abandonar
salvo tus propias alas,
libertad...
¡Solo porque no vuelan
las sirenas!
No vuelan, nunca vuelan.
Algunas veces aman.

Mi piel sobre tu piel
viva
ignorada.

Jardines en mis sueños.
Flores nunca cortadas.
Te diría que te amo
si las olas te dejaran
escucharme.

¿Vuelan o nadan
sirenas
a la luz de la luna?
Algunas veces aman.

Nunca esta noche
de luna creciente.

Apenas a un viejo poeta
que no abre nunca cuellos,
que les hace cosquillas
con labios de impaciencia.

Quizás a un marinero...
Pero esas lágrimas
hundidas en el mar,
tampoco son mías
por mucho que desee
ahogarme en ellas.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Cabo Home

 

Vives. Amo.
Las nubes pasan.
Vuelan. 

El mar a tus pies
es más grande que mi corazón
pero es más pequeño que tu alma.

Si fuera libre
me arrancaría el musgo de las sienes,
lo estrellaría en el acantilado
y bebería el jugo de tus frutos prohibidos. 

Si fuera libre volaría,
oh, diosas de la Luna,
volaría hasta llenar el cielo entero
con mis hambrientas alas.
Si fuera libre de verdad
borraría el pecado original
con mi desnudez pura,
y mil ángeles de fuego
sumisos como perros
escribirían tu nombre en las estrellas
hasta que lo borrase
el reflejo en el cielo de las olas.
Si yo fuera libre
le rogaría al aire que respiras
que me acariciase. 

Si yo fuera libre
cruzaría el desierto de tus labios
navegando.

sábado, 15 de agosto de 2020

Cuarto menguante para una estrella

 

Buceas mar adentro.
En esa huída
mi corazón se ahoga.

No soy el primer ave
que se enreda las alas
en la belleza estática
de los corales frágiles.

¿Has dormido, lucero?
¿O bailaste al alba
en las playas lejanas?

¿Besaste marineros
con la mirada esquiva?
¡Ah, la piel de tus senos
bajo la seda líquida
se erizó recordándote
que eres piel de deseo!

¿Por qué no te quedaste
por siempre en tu paisaje
frente al faro que roba
al sol poniente ráfagas de luz
y las rompe furioso entre las olas?

En tierra. Bajo tierra.
Tan distante, sirena,
no necesito mares para ahogarme
cuando mis propias manos me estrangulan
al no poder ceñirse a tus caderas.

Tu silencio es libertad.
Tu voz ausente grita.
Háblame sin máscaras.
Dame mis alas.
Amputa si es preciso.
Drena toda la sangre
si el amor es veneno.
Corta, limpia mi herida.
No hay bisturí más diestro
que una palabra sincera.
Mientras suturas, estrella fugaz,
mírame a los ojos
dentro, bien dentro.
Zambúllete aunque no haya
ni una gota de mar en ellos,
sumérgete
en los rumores vivos del bosque.

Quiero volar
como un ave-delfín.
Dame mis alas, digo...
Y tú, de repente, 

me traes el mar crepuscular

vestido todo en plata...
Sus mágicos rumores.

Mírame a los ojos.
Detén el tiempo.
Que tu mar y mi cielo
se confundan, se abracen.
Puro éter.

viernes, 14 de agosto de 2020

Finis Terrae


Si sueño que olvido despertar

no me molestes. 

Si al alba no he llegado
amanéceme a besos,
ronronea
sin perturbar mis sueños.
¡Que no se rompa el mar!
¡Que no se rompa el cielo
cuando lo estoy soñando
cogido de tu mano de golondrina!

Todos los caminos
que pasan por tu corazón
llevan al fin del mundo.
Todos los caminos
conducen al paraíso
pero ninguno llega
al árbol de la vida
y no hay camino de vuelta.
De hecho no sé, peregrina,
si voy de ida o de vuelta
mientras florece el mar
o vuelan los albatros
nocturnos en el bosque
que cierra la vereda.
Lo importante es latir
en cada paso.

Lo que importa es que el labio
sobre todas las olas
rompiendo en los cantiles
esté esperando siempre
la humedad de otro labio.

Lo importante es andar
cuando volar no puedes.
Andar, niña de luz,
maestra de mareas...
Andar con los sentidos
el camino.
Caminar, no llegar.
El final no ha llegado.
El final es la muerte,
el camino que súbito
se precipita en el acantilado
ese abismo vestido de belleza,
el vacío desnudo.

Si sueño que he llegado
a las puertas de tu edén
ábremelas despacio,
bésame como el mar besa a las rocas
pero no me despiertes
que quiero ser soñado
destilando belleza
en tu viaje.


domingo, 9 de agosto de 2020

Blanco

 

Piel de cuarzo, arena de corales,
reflejo de la luna en mar de espejos,
pétalo de azucena, pecho de golondrina,
semen de nieve pura,
éxtasis, primavera virgen,
soma, leche que nutre
el alma del firmamento primigenio,
la esencia que salpica
como linterna mágica invertida
la eterna vía láctea.
Luz pura, síntesis del iris,
el color de la paz inmaculada,
del espíritu íntimo de la madreperla. 

Casas de alma encalada,
pueblo mediterráneo,
mármol vivo en los senos de Afrodita,
caracola desnuda de su nácar,
calavera lavada por el sol,
cisne, jazmín, gaviota,
flor de almendro. 

Si yo fuera mar, ángel de deseo,
quisiera besar tus pies
ola tras ola. 

Si yo fuera un artista japonés
escribiría mis versos de amor callado
sobre el inmenso silencio
de papel de arroz
de tu mirada.