lunes, 4 de agosto de 2014

PÁJAROS EN EL PECHO (meditación improvisada)

Hay que abrir la ventana.
En la mente huele a veces a cerrado.
¡Qué bien! Entra aire fresco, escándalo de grillos, luz de luna.
Dan ganas de defenestrar los ideales.
Los sentimientos no... ¡Qué vértigo! Eso nunca.

Para abrir la ventana de la mente
hay que cerrar los ojos
y respirar despacio. Inspirar mucho aire
porque por dentro estamos muy vacíos.
Las ideas son pájaros. Necesitan mucho aire
para volar. ¡Respira!

Hay que cerrar los ojos.
Sólo entonces veremos lo que hay dentro:
los secretos, los miedos.
Las ideas son pájaros con alas de colores.
Los sentimientos no... ¡Qué mareo! Son urracas y cuervos.
Cuervos con alas blancas y con picos sedientos.

Hay que cerrar los ojos.
No se ve el corazón.
Pero si respiras muy hondo,
si inspiras tanto aire que los pájaros se pierden en tu pecho,
no escuchas ya aleteo de vencejos, oirás
tras los grillos, un latido
o su eco.

¡Shhh! ¡Silencio!
Mente abierta, ojos cerrados.
Respira muy despacio.
El corazón latiendo.
Cada latido puede ser el último que escuches...
O el primero.

(Pobre infeliz, el Buda o el Mesías,
el que defenestró sus sentimientos,
respiró los halcones del nirvana,
el corazón se le llenó de grillos,
desparramó su alma por el suelo
para salvar acaso las ajenas.)

¡Shhh! ¡Silencio! Hazme caso.
Sigue la escondida senda de los sabios.
Abre tu mente, libera todas esas aves.
Que vuelen los secretos, los miedos,
alto y lejos.
Los sentimientos no... ¡Déjalos dentro!
Que caiga al vacío el pesado paso del tiempo
con gran estrépito.

Respira ahora.
Silencio.
Bebe agua de la fuente. Miel, cerveza.

Cógete de la mano de Epicuro.
Puedes abrir los ojos.
Ven a dar un paseo
junto al mar,
por la tierra,
bajo el cielo.