viernes, 30 de noviembre de 2018

Tus umbrales


El umbral del paraíso
está en tus labios prohibidos.
Es tu voluntad cerrarlos
pero es mi deseo abrirlos.

Es el umbral de la entrega
total de tu cuerpo al mío.
Cruzarlo sería fuego.
No cruzarlo fuego frío.

Como desemboca el cielo
en amaneceres vivos
o las nubes en el sol
o los mares en los ríos
o en las playas esas olas
que las rocas no han herido,
así imagino tus besos,
en el tiempo suspendidos.

Quisiera ser como el agua
que acaricia tus sentidos.
Quisiera ser como el viento
en tus cabellos perdido.
Quisiera ser esa luz
en tus ojos, ese brillo...

Pero soy solo deseo,
monje, perro peregrino
que postrado en ese umbral
va contando tus latidos.
Estaré a tu puerta, ondina, 
aunque me tiña de olvido,
días, noches, madrugadas
mendigando tu cariño.







jueves, 29 de noviembre de 2018

Acantilado


¿Es un crimen soñar,
abrir las alas sobre un mar abierto
al espejo interior de la memoria?

¿Es pecado el deseo en carne viva
cuando la piel no oculta sentimientos?
¿Es tu ausencia el veneno de mis noches
y tu presencia el luminoso antídoto?

Suspendido sobre el acantilado
siento a mis pies romper
ola a ola la espuma de mis días.

La ansiedad de la espera anuncia tensa
el gozo del encuentro o la esperanza
de robarle tal vez al infinito
un círculo que encierre nuestras almas.

Allí donde tu sangre es rubí y plata,
donde tu corazón se despereza,
he perdido la cola de un cometa
enredada en tu pelo de odalisca.

Y al besar en tu frente la ternura
que irradia al respirar la noche misma,
al sentir el abrazo de tu alma
atravesar mi amor de parte a parte,
me fundo con tu ser en una estrella
que rompe el firmamento... Y lo ilumina.

¿Es un crimen soñar
que el tiempo es nuestro,
que un abrazo caben muchas vidas?

Voy a volar desde el acantilado.
Daré el salto a un vacío de caricias
para acaso en tu mar, delfín sin sombra,
estrellarme en tus labios como olas.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Desnudez o deseo


Piel, libertad, noches siempre desnudas,
deseo en flor de lirios ¿o delirios?
Ahora bella hojarasca
barrida por las brisas del otoño. 

Mis labios en tus sienes,
en tus ojos cerrados, temblorosos,
labios como cuchillos de seda
cortando sin palabras las voces del silencio,
precipitando mi alma líquida
en pura catarata sobre tu cuerpo.
Decidme, derviches giróvagos,
¿es la palabra nunca pronunciada,
los mil nombres de Dios
o simplemente amor?

Tú sabes que al cerrar los ojos veo
en mi cielo interior que es infinito
tu desnudez en sábanas de luz.
Tú, Isis, Sofía o simplemente diosa
observándome tímida en las aguas,
un ojo de Medusa abriendo lágrimas.

Me susurra la esfinge, paradoja...
Me siento ahora tan fuerte yo, mortal,
ante ti, diosa-pájaro tan frágil.

Escúchame, sirena liberada...
Olvida las distancias:
esta noche mientras la luna vive
deja dormir tu piel entre mis brazos.

Hay tesoros ocultos
que dudan ser abiertos.
¿No hay ternura en tus labios?
¿Tienen miedo?

martes, 27 de noviembre de 2018

Sirena varada junto al templo



Sirena de luz, inconsciente,
varada en mi playa.
¿Te trajeron las mareas
envuelta en las algas,
abrazos de amantes
arrancados del fondo del océano?
¿Te trajo la tormenta
hasta mi pecho ciego
desde un naufragio amargo
que encontraste jugando con las olas?
Si llevas la semilla
de un amor consumido
o el germen de pureza
de otro amor que se enciende…
No importa. Nada importa
si en tus ojos de niña
la palabra es sincera,
si el silencio que fluye
cuando rozo tus manos
es más grande que el cielo
y las tormentas muertas.

Mi templo estará abierto
siempre, siempre, sirena.
Latiendo en sus umbrales
mi corazón de tierra
arrancado del bosque de mis venas.
Las velas encendidas
y el incienso, memorias que se queman.
El viento en los jardines
borrando sin piedad las primaveras.
Te esperaré soñando
y te esperaré, vengas… O no vengas.

¡Ay, sirena de luz
que proyecta mis sombras!
En tu vientre un adiós
y en mi alma de estrellas
la puerta siempre abierta…
En mis ojos las lágrimas
vanas que aún alimentan
este mar de distancias nunca ajenas
que te arroja en mis brazos
rompiendo las promesas.

lunes, 26 de noviembre de 2018

El día que llovieron mariposas

El día que llovieron mariposas
las aves navegaban, lejanas, al ocaso
entre nubes-nido color de amapola
como filas de sueños diminutos.

Un pequeño ciclón despertó al alba.
Jugaban con el los abanicos
antes de regalarle su oro al cielo
desnudando al jardín sus nobles ramas.

Luego las garzas dibujaron olas
en la tranquila fuente de tus ojos
entre alisedas, fresnos y serbales,
manantial de sonrisas como lunas.

Y al salir las pléyades, sirena,
duermes desnuda en tu jardín de sueños...
Me embriagan tus esencias aun lejanas,
la suavidad celeste de tu cuerpo.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Cristales rotos


Cálida. Suave. Limpia.
Orquídea de invierno.
Pétalo aterciopelado.
Labio de seda húmeda.

Vengo desde la lluvia
pisando hojas de otoño
y torrentes de luna.

Vengo desde el silencio
(me dan miedo las sombras)
hasta tu espacio nuevo
donde reina una luz que tranquiliza
y en mi retina-espejo se hace lago.
Nadan en luz los cisnes de mis sueños.

Es la fragilidad de los instantes mágicos,
rendidos al poder de la belleza
lo que les hace únicos.

Tan solo el estallido de los cristales rotos
nos recuerda que, acaso, ha caído una estrella
y que el mundo podría hacerse añicos
justo cuando empezábamos a amarnos.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Lágrima-milagro



Líquida
agua salada
como una perla,
lágrima bellísima
que surge silenciosa
del manantial de magia
de tus ojos despiertos.

Lágrima que tú lloras
y no te pertenece,
que escapa de mi alma
como un fantasma herido
que, agotado el dolor,
me acaricia muy suave la memoria.

Estrellas, mares, cielos, corazones,
contemplad el milagro:
es mi alma es la que llora por sus ojos,
es un hilo que une su frágil corazón
a mis latidos sordos o a su eco,
es el aire tan denso que respiro
que arrastra por mis manos sus caricias.

He besado sus ojos de sirena
ahora tan alejados de mi playa,
bebí esas perlas limpias y sagradas
con la sed de un amante peregrino.

Y en ese instante, miles de centauros
cabalgaron a muerte por mi pecho
y se encendió una hoguera tan profunda
en mi alma, en mi mente y en mi cuerpo
que ardieron las fugaces mariposas
y quedaron prendidas en el cielo.

Ese cielo, sirena, que esta noche refleja
mi soledad, tu ausencia y la del mar,
la lluvia, la distancia y el anhelo.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Resaca de cometas

Desnuda ante una luna
herida por las nieblas del otoño
una princesa azteca, toda plata,
abrazó noches eternas y prohibidas
bajo un viejo árbol de agua.

Allí dejé mi esencia abandonada...
Mis labios en tus párpados regalándote un sueño
tan profundo como una caracola.
Los cometas quemaron nuestras pieles.
Te asomaste al eclipse de las almas
y respiraste el vértigo infinito.

La ciudad es rumor, escaleras y esquinas,
millones de miradas desconocidas
deslizándose como serpientes de asombro
por nuestras raíces centenarias.

El tiempo va robando las demás dimensiones...
Nos arranca el espacio que nos une
a lo largo y lo ancho del cariño
y debemos partir. Salir del paraíso,
dejar atrás el árbol bello y amargo que nos llama
hacia páramos de dulce soledad.

No te abandones nunca a la nostalgia...
Hay un vacío en tí maravilloso
y cabe en él un mar de sentimientos.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Siete lunas


Abrazar una estrella silenciosa
hasta quedar dormida en mis latidos
o hasta que nuestros labios enraícen
en la esfera del bosque de los sueños...

Un abrazo que dure siete lunas
sin despertar, bailando en la tormenta,
al abrigo del viento y de la helada,
a la espera de orquídeas abiertas.

Un abrazo de luz que nace dentro,
en la íntima espiral del alma viva,
que no conoce ni desea sombras,
prisma que torna noche en arco iris.

Un abrazo como la vía láctea,
de mares que se funden con el cielo
o de estrellas de mar que se entrelazan
desnudando y vistiendo las mareas.

Un abrazo de noche de arrecife
que devuelve la luna a los corales...
Un abrazo robado al paraíso
desde que el árbol de la vida es nuestro.



martes, 20 de noviembre de 2018

Árbol-alma


Hoy, luna de agua, las nubes
parecen huir libres de la noche,
pasando ante la luna sin tocarla
mientras los corazones ya se funden
en un latido suave, incandescente.

Abrir, amor, como quien abre un sueño,
un tesoro escondido bajo tierra
y misteriosamente iluminado.
Abrir el alma como se abre el cielo,
de horizonte a horizonte, limpio y puro.

Vida es luz y es el árbol en otoño
que regala sus hojas a los vientos
cuando ya no le cabe más belleza.
Abanico amarillo. Llama. Cáliz.
Vida es acariciar tu piel de nácar.

Te imagino a la orilla de un estanque
regalando a los cisnes la blancura,
golondrinas y miel en la mirada,
lanzando tus deseos cristalinos
al espejo de luna que te espera.

En un labio no cabe tanto anhelo
ni en una piel tantos escalofríos
ni los ángeles caben en tus ojos
cuando surgen las lágrimas desnudas... 
Van fluyendo gozosas sin retorno.

Noble árbol, tus raíces en mi vientre
y tu savia en mis venas orgullosas,
catedrales tus ramas silenciosas...
Desnudas al otoño tus secretos
porque sabes que el viento te los cuida.

Si gritara tu nombre a las mareas
la pleamar me ensordecería. 
El eco de tu amor como reflejo
saltando de ola en ola me acaricia
incluso en la distancia
enorme
que nos une.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Mudanza



Piensa un deseo, estrella.
Ser espacio, despacio,
o tiempo, lento…
Ser vacío infinito
o plenitud cerrada en su crisálida.
Ser libertad vestida de horizonte
o el ala de las aves que desnudas escapan.
Ser frío en nuestra piel de luna nueva,
esa que está prohibida a flor de alma,
o calor en océanos ajenos
a pleno sol llorando madrugadas.

No podemos, amor, rozar el labio.
No podemos vivir, soñar apenas
las noches que nos roba la distancia.
Entre mi mano y tu piel
hay siete mares sin agua
y siete lunas de fuego
clavadas en mi mirada.
Te he buscado y no te encuentro.
Grito tu nombre y te callas.
Luego regresas, sonrisa
de madreperlas y nácar,
me acaricias sin tus miedos
y me rindo a la esperanza.

Nace la luz del negro de tus ojos,
baña los manantiales de mi vida,
desnuda sombra a sombra mis temores,
deja la noche limpia, sin heridas.

Cada noche me acuesto con tu ausencia
mientras un mar lejano me susurra
nombres de caracolas y naufragios,
secretos del manglar de nuestras vidas.

Piensa una estrella.
Pasa. ¿Dónde vives?
¿Cuál es tu hogar, lucero peregrino?
¿Del que partes acaso
o donde llegas?
Tal vez ni uno ni el otro.
Tal vez tu hogar sea el propio camino,
esta puerta sin puerta,
esta flor de latidos,
esta montaña altísima
donde tú yo y las nubes
un día
subiremos…

jueves, 15 de noviembre de 2018

Tras la tormenta


Sueño soñarte.
Huir por tus veredas
entre amapolas.

Las golondrinas
de mis ojos sedientos
bebiendo de tus lágrimas
gozo y memoria.

Todo está escrito
y todo por vivir...
!Qué paradoja!

Tras el tifón,
amanecer de perla
en las pagodas.

Viajo contigo,
alondra de mis noches,
en tus silencios
y en tus palabras-pétalo,
caricia en mi alma frágil
que se hunde en este anhelo
y desemboca en ti
luna tras luna.

Jardín dormido.
Tú eres la noche fresca.
Yo soy la enredadera.

Siento cercano
el rumor de las olas,
la divina presencia de tus manos
dando la vuelta a mi reloj de arena,
acariciando el tiempo y el espacio,
dibujando en mi mente caracolas.

¿Puede un ahogado
amar tanto las olas?
-le pregunté a una luna
que gritaba tu nombre.
Y tú me lo recuerdas,
abres flores de azahar
en mi memoria.

Sueño y sueño tenerte.
Tu corazón, granada,
abierto entre mis labios.
Tu piel en mis silencios.
Tu mirada en el lago
de mis ojos de pájaro.

Calmada la tormenta...
¡Qué bien se duerme ahora,
cuando el mar te susurra,
sirena, entre canciones,
las buenas noches!

martes, 13 de noviembre de 2018

Fugaz (haikus-instante)

Con mi alma en vilo
te espero, meteoro.
Ojos abiertos.

Para esperarte
sabor a miel y a nueces,
mítico Oriente.

Cierro los ojos...
¡Si pudiera en tus labios
la miel robarte!

Expectación.
Quedan unos segundos
para el eclipse.

¡No he visto nunca
un eclipse de mar
llegando tarde!

Llegas, sonrisa...
Irradias libertad,
cuarto creciente.

¡Mira, un cometa!
Apenas lo he notado.
Era tan suave...

¿Me das las gracias?
¡La playa a las mareas
no se las da!

Se apagó. Marchas...
Todo queda en silencio
sin tus palabras.





lunes, 12 de noviembre de 2018

Posibilidades


No es imposible, no,
ese salto al vacío
con las alas abiertas.

No es imposible
la huida de un amor a otro más puro
que surge desde el pecho encadenado
al cielo que en tus ojos se refleja.
Es posible ser libre, siempre libre,
libélula,
labio de luz ligero que aletea
sin que mi labio pueda
cerrarlo entre las sombras que proyecta.

No es imposible entrar
en tu corazón cálido.
Basta un latido en pura sincronía
para ir desenvolviendo las caricias...
¡Que escapen los silencios encerrados!

No es imposible, no,
vivir amaneceres en tus brazos de seda
sin haberlos vivido en otra vida.

No duele ser amado, flor de lágrima,
duele amar el reflejo que te llora.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Luna Nueva



Pasó una nube.
Aun lejos de mi espacio
la he sentido rozarme.

Pasó callada por el firmamento.
Abrió una herida enorme.
Dejó toda esta lluvia, esta riada.

Cerraron como valvas
las últimas caricias
en la noche más larga.

¿De verdad estoy tan lejos?
Dormir está prohibido
en sábanas amargas.

Soldado desconocido.
¿Por qué caigo yo herido
lejos de tu batalla?

Amanece despacio
sobre las cicatrices.
En el pecho no quedan proyectiles.

Y como en tantas guerras
la libertad merece
la sangre derramada.

Amanece nublado
pero la luna nueva
nace, aguarda...

Una luna que crece,
que rompe las barreras,
que despliega las alas.

Te imagino volando
por encima de toda esta hojarasca,
libre como una ola.

Si yo pudiera, Andrómeda,
vencer esa batalla,
nunca habría belleza encadenada.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Silencio o tortura



Al bajar de las nubes desde un cielo sin pájaros, salvo una graja negra que mis ojos amantes entonces ignoraron como augurio, henchido vena a vena de la paz infinita de tu pecho en el mío, he regresado al ensordecedor eco de la distancia que separa horizontes como si doliese el paisaje, y luego esas palabras casi sin vida, ese cambio de rumbo del viento de tus sueños, siempre impredecible, tu cárcel de gardenias marchitando que alimentas a fuerza de sonrisas, esa voluntad muda de ruptura, de veleta en los mástiles de mi navío errante, que me puede dejar a la deriva en el agua salada, hundirme en el instante a cuchilladas en el oscuro abismo o entregarme tu alma como una brisa tibia que acaso me devuelva al abrigado puerto donde encontré el tesoro que nos une incluso a través de este silencio denso, doloroso, esta ausencia que duele porque nadie la explica, porque abre a la incertidumbre espacios inmensos, a las dudas amargas que estrangulan el sueño y abre horas y horas de vela sin sosiego, de fantasmas, de anillos escondidos por culpa o por vergüenza donde el vuelo del ibis nunca pueda encontrarlos, donde un mar de sargazos anclados en la memoria pueda robarlos y así, acaso, llegó hace siglos al pie de la torre donde vendí mi alma a una diosa de luz de meteoro, a una musa fugaz que va y que viene como las olas mismas que la empujan, a veces con caricias, a veces, marejada, hiriendo brutalmente mis nobles acantilados, porque mi corazón es roca madre, donde todas las gemas cristalizan, donde cantan amables las sirenas, es como un cementerio de ballenas donde se ocultan astros vagabundos, cometas extraviados y piratas cobardes cuyo tesoro está siempre enterrado, siempre esperando una señal del tiempo a que tus labios zarpen de otras islas, de la mazmorra de un amor-naufragio y arriben a esta costa donde el deseo es siempre piel de madreperla.

Al bajar de las nubes, como Ícaro inconsciente, ignorante del sol que ciega tus heridas y que acaso te ama con orgullo y ternura, me estrellé como luna incandescente en tu amargo silencio de alfileres.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Miradores



Se me acaban los últimos latidos
al contemplar el cielo cristalino
besando el horizonte sin tocarlo
al ritmo de las pinos en la brisa.

Me llevaste del alma hasta tu templo
y los musgos calaron en mis sienes
hasta engendrar la lágrima perfecta…
Más salada que el mar lejano, ausente.

Mis manos huecas quieren escaparse
por los riscos agrestes de tu cuerpo.
Mis dedos arrancar de las guitarras
de tu piel una música de agua.

Tus brazos se entrelazan en mi torso,
se funden con las ramas de los fresnos.
Mis ojos reflejados en tus ojos
no son sino la estela de un cometa.

Ha quedado mi espíritu prendido
al tuyo contemplando el infinito,
Buscando el labio trémulo y prohibido
en la luz viva de los miradores.

Luego llega la noche y te arrebata
de mis cansados brazos y mis sueños…
Te entrega a tus amantes verdaderos,
te arrastra donde el viento no te abraza.

Y en la noche amas, ríes, lloras, callas,
desapareces horas y horas largas
como un delfín que absorto en lo profundo
no sale a respirar aire ni estrellas

Yo te espero muy quieto, en esta roca
que hasta en tu ausencia es parte de tu alma.
En mis ojos la calma de la espera.
En mi pecho un ciclón de ira y rabia.

Te quiero como el viento a la montaña.
Si alguien te hiciese daño, mariposa,
yo robaría al aire sus colores
para pintarte así unas nuevas alas.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Andrómeda liberada

Bailando frente al mar
al son del viento,
esperando al dragón, ese delfín arcano
que arranca del océano las nubes,
soñando un cielo tímido, nocturno,
herido de otras mil constelaciones,
Andrómeda abre los ojos
y entorna el corazón.
Amanece en el cosmos.

Triunfante musa, diosa o heroína,
dominando la bestia que la ama,
viajando hacia el Poniente,
hace llover sus pétalos fragantes
sobre el otoño frío de las almas amigas
para llenar de vida, de enigmas de pirámide,
el vacío insodable que la muerte socava.

Su piel-perla es besada por estrellas fugaces.
Su corazón enorme, galaxia deseada
a unos dos mil quinientos treinta y siete
millones de años luz del mío
pero a la vez tan cerca, prendido en un anillo.
Sí, Saturno, despierta de tu órbita de sueño:
¡La luna tiene anillo!

¿Estoy encadenado? ¿Estoy consciente?
¿Soy héroe o soy monstruo?
¿Océano o desierto?
¿Ancla, navío o puerto?
Solo sé que hoy el cielo
desnuda sus estrellas
y yo observo y espero
bailando con los dedos
que el pájaro de fuego que me habita,
Andrómeda divina,
se consuma en tu seno.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Del mar al bosque (la hora de Andrómeda)


Ya te imagino atada con las crines del viento
a esa roca de musgo donde rompen las olas,
con tu piel de sirena salpicada de espuma
y vestida tan solo con anillos de plata.

Te veo entre mis noches de agujas de deseo
expuesta a las estrellas y a las lluvias de pétalos.
Veo a las hojas sésiles y ardientes del otoño
acariciar tus senos con su aliento desnudo.

Veo tus ojos vivos, golondrinas de azogue,
sellando el horizonte con su mirada libre,
despertando en silencio el vuelo de las aves
mientras el alba besa tu vientre con su oro.

Imagino tu cuerpo-escalofrío en pleamar, soñándose, entregado a tormentas planetarias,
amado por mil peces diminutos o estrellas de mar cálidas
que buscan tu regazo gimiendo entre la bruma.

Te escucho palpitar en el bosque sagrado
al son de los tambores de los druidas
junto a la fuente mágica donde nacen las aguas
que saciarán mi sed de sangre de amapola.

Te siento tan profunda que no hay vértigo
que pueda prevenir esta caída. Orión sabe
que el monstruo de mis labios ya despierta.
Las pléyades lo saben, caracola de néctar...

Ya lo veo, el instante que anuncian las luciérnagas,
Esa hora de libar en tu sexo-corola,
de detener el viento entre azahares,
de detener el tiempo entre ola y ola.

Veo, siento, imagino, al corazón mi musa encadenada...
O abrazada más bien, amante entrelazada
en las raíces del árbol del saber y la vida
regalando su libertad un firmamento en vilo...

No hay Perseo que rompa tus cadenas,
Andrómeda de mar y de rocío.
Las últimas perseidas lo abatieron.
Libérate tú misma volando hacia el ocaso
o deja que una luna-ballena te acaricie...
No es un monstruo abisal nuestro destino.

Aquí te espero, musa... Plantado, erguido
en mi jardín secreto. Cada latido un éxtasis robado,
un sorbo de ese cáliz de tu húmeda esperanza...
En mis ojos de roble, mil lágrimas de savia milenaria. 

Y sin embargo río (carcajadas) y estas cosquillas dan sentido a todo:
tus manitas de ardilla trepando por mis ramas.

jueves, 1 de noviembre de 2018

El ciclo del agua


Ala de viento, cauce de mis lágrimas,
ala de mariposa emocionada.
No dejes que el tifón de agua salada,
huracán de mi amor descomunal
que todo arrasa, erosione tu alma-poesía,
tu corazón de musa, seda mágica. 

Que no tema tu piel por la riada
de este desfiladero de caricias.
Ni herida por el rayo ni abatida
caerías en la noche sin palabras...
El ibis, mientras viva el firmamento,
para frenar, ternura, tu caída
te tendera sus silenciosas alas.

No temas la tormenta en vuelo libre.
Nunca se anega el cauce que se ama.
El sol llama a las nubes a tus lágrimas.
La luna brilla limpia en tu mirada.
Y la vida florece, desbordada:
es el ciclo del agua.

No tengas miedo a ahogarte: estás tan alta...