jueves, 1 de julio de 2010

EL MAR EN SILENCIO

Desde los Campos de Asfódelos
os oigo gemir, rostros cerrados.
Oigo vuestros murmullos de salamandra,
vuestro viscoso tacto, caricias de cieno.

Desde los ataúdes me sonreís
con el musgo en los labios.
Vuestras vísceras frías se clavan en mis párpados.
Colmáis mi amanecer de vuestro hálito gris.

Desde el muro vacío
se perfila la muerte
como ausencia de enredadera.
La despedida azul se agota
como ola de lágrima en una playa distante.
Una mano tendida desde el abismo
abierta,
llamando.

Espina o flor oculta,
interior de la sombra.

Desde el mar en silencio
una paloma emerge
solitaria
con las alas clavadas en la noche.

MANOS DE OTOÑO

Mármol, mis manos son muros.
Laberintos sin esperanza mis dedos.

Se repite, eco, la caricia.
Una piel de tacto me recorre. Memoria,
túnel de miedo una boca que grita.

Deseo, somos la plenitud naciente
del color de los ojos que no conocen luces.
La ausencia. Luna de olvido,
lo recién llegado no habla de ese pasado que mi labio aborrece.

Hiedra o ayer sombrío. Árbol de otoño.
Gota de lluvia o lágrima de nadie.
Álamo en el vientre de mi valle,
¿qué muerte amarilla se aproxima?
Mis manos son inmortales muros de agonía.