jueves, 28 de noviembre de 2019

Infinita


Infinito el latido
del atlántico inmenso
en la víspera de nunca
estuvimos tan lejos
como si el mundo fuera
un corazón que rota
sobre un eje callado
para dibujar noches
y días de añoranza.

Hoy viniste a volar
cometas en el alma
aprovechando el viento
que surge del vacío
cuando mis manos trémulas
no encuentran tus caderas. 

Viniste a navegar
por la piel de mi cuello
aprovechado el último
navío de mi puerto
que zarpa hacia lo azul
a lomos de delfines.

Te esperaba en el frío
como espera un relámpago
la respuesta del trueno
cuando se apaga y teme
ahogarse en el silencio.

Te esperaba en vigilia
de millones de noches
y sueños encerrados
en cáscaras de nueces
con un solo deseo:
germinar en tu aliento.

Te esperaba desnudo,
o vistiendo caricias
que no habían llegado
a materializarse
con tus manos ausentes.

Te esperaba sin miedo
a olor de despedida,
sin rencor por la herida
que tu soledad ciega
dejó en la estela pura
de la luz del deseo.

Infinito ese beso
último que se aleja,
se extiende en la memoria
con las alas del tiempo.

Te esperaré soñando
con o sin horizonte,
dibujando en los templos
de mi mágica acrópolis
un eterno retorno.

martes, 26 de noviembre de 2019

Desequilibrio

¿Qué siente la noche
en su seno cerrado
en su más profunda oscuridad,
en plena ausencia de estrellas,
cuando muere el sol
para siempre?

¿Siente la noche vértigo
al devenir eterna,
ante la absoluta certeza
de que no vendrá el alba?

¿Siente la noche dolor
ante la negación del cometa,
ante la ausencia de tierra
y mar que devorar?

¿Cómo cierra la noche sus heridas
cuando ha borrado todo el firmamento,
si ni siquiera la lluvia la acompaña
en su búsqueda estéril de la luna?

¿Es la noche el destino
de tu huida vacía,
desbandada, estampida
de tu alma ciega
y sus cien mil reflejos fantasma,
perseguidos por un tenue
rayo de luna,
acosados por la sombra
de un amor que traspasa?

¿Son tus ojos la noche
que no quiere mirarme
porque soy más oscuro
que sus propias entrañas?
¿Es la noche tus ojos
que se cierran al dardo
de mi triste mirada
cuando te ve marchar
sin mi vida en los labios?

Puedo estar más vacío
si das la vuelta a mi piel
y me drenas las lágrimas.
Puedo estar más callado
si le robas el tiempo a todos los relojes,
lo lanzas al centro de una esfera
y cambias de hemisferio.
Podría estar más triste
si me cantas un réquiem
con la voz de los siglos,
y entierras mis deseos
junto a todos tus sueños
en la fosa común
de las conspiraciones.

¿Es la noche consciente
de que mañana puede
llegar a no escucharse
el canto de las aves?

Sálvame, gata negra,
abre tus ojos vivos.
Amanece.

Te esperaré en la lluvia,
ebrio de melancolía,
ahogado en la ternura
que ayer no pude darte.

Te esperaré en la lágrima
que anega mis jardines íntimos
incubando palabras
para recordarte
lo que siempre olvidamos.

Te esperaré en el centro
de mi punto divino
esquivando la mierda
que arrojan tus eclipses...
Cuando tu luz preciosa
se apague en el presagio
de los humos del cáncer
te cogeré la mano,
lameré tus estigmas,
te perdonaré todos los suspiros
que me has robado.

¿Sabe la noche
todo lo que oculta?

jueves, 21 de noviembre de 2019

La cordura


Huella en el barro.
Barro que fue arena,
arena que el viento
no pudo llevarse
porque el tiempo
la encerró en sus relojes de cristal.

Agua estancada.
Estancada en el cauce,
cauce que fue mi río
antes de que tu mar
desapareciera y todo fluir
perdiera su destino.

Luz, cielo de sangre.
Sangre, ocaso o alba,
alba de un nuevo día
que anuncia ya su muerte
porque incluso los astros
buscan ciegos el vacío.

Aire robado al cielo,
cielo que respiramos...
Respiramos la ausencia
del tacto de los labios
o, peor, su rechazo
cuando el alma anochece.

¿Recuerdas cuando fuimos
a ver salir la luna
al cerro de los locos?

¿Te acuerdas que mis labios
temblaban como estrellas
al pronunciar tu nombre?

Recuerdo cuando estábamos
completamente locos,
corazones desnudos
a merced de las mareas. 

Mañana amanecerá sin sol
y besando la lluvia
te diré una y mil veces:
¡Qué triste la cordura!

martes, 19 de noviembre de 2019

La última hoja

Cuando el mar se convierte en un desierto
me ahogo en olas de arena,
me dejo jirones de alma prendidos
en los mástiles rotos
semienterrados
de tu ausencia en el naufragio de mis horas.

Desapareces.
No dejas ni un silencio
ni un grito
colgado en el vacío
y yo sigo esperando
condenado a no muerte,
a vivir con la vida ya enterrada
escuchando el eco sordo
que mis lágrimas
proyectan en el oscuro lago
de tus noches de soledad dormida.

Solo te pido eso.
Unas breves palabras.
Solo di "no me esperes"
y deja que me arrastre
el viento del otoño
con las demás hojas muertas.

No me dejes aquí
como esa última hoja,
pegado a la rama
más baja del olvido.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Luz, Vida



El corazón, la víscera encendida,
el alma, filamento incandescente,
eléctrica, vibrante, aun dolorida...
¡Qué luz en los abismos de la mente!

Luz de estrella fugaz que detenida
pinta un instante eterno de repente,
firmamento en mi piel que abierta, herida,
siente tu firmamento azul, latente...

Te siento con la piel de la escondida
desnudez de mis ojos... Y mi frente
recibe tu mirada como vida
que engredra vida y vive eternamente.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Paraíso


Paraíso,
ábreme la puerta
que ya cierro los ojos.

Desnúdame en tu lecho
de musgos y de lianas
mientras mi alma se ahoga
en gotas de rocío.

Te regalo un año de mi vida.
Es muy ligero.
Está lleno de soledad
y de una extraña belleza que levita.
Está lleno de éxtasis, 
sonrisas y murmullos, 
del canto de los pájaros
y el aroma a café de las mañanas. 

No borré los domingos. 

A veces me pregunto,
cometa de dragones,
si el sol y la luna se aman.
Se buscan el uno al otro en el cielo,
se persiguen...
Hasta que un día... ¡Oh, Dioses!
¡El eclipse!

Cada noche sin ti
es un pétalo muerto 
en la enorme rosa negra 
que florece en un círculo de nieve
pintado acaso con tus labios
en mi cálido pecho. 

Ábreme el paraíso, 
que me pierdo. 

lunes, 11 de noviembre de 2019

Nacida del agua


Destilas paz,
halo de la luna.
Treinta otoños de agua
te enseñaron
a acariciar el sol en su agonía.

Sangra la tarde.
Nace la reina
de todos los delfines.
Mi espíritu hoy despierta
en sus jardines.
En mis ojos abiertos
florece un templo.

Adoro su cintura
como rama de sauce,
su sonrisa divina,
sus enigmas felinos
que encierran los misterios
antiguos y los nuevos.
En mis ojos cerrados
no hay más que sueños.

Me siento como un árbol,
acaso un tejo
en su bosque sagrado...
El más pequeño.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Canción de otoño (haikus)


Bailan las hojas
en el viento de otoño.
Quiero ir con ellas.

En mi memoria
todas son abanicos.
Quiero ir con ella.


Un mar lejano.
Nuestro nombre en las olas.
Quiero ir con ellas.

Siento vacía
mi mano sin su mano.
Quiero ir con ella.


Ven, Alfonsina.
Traeme tus soledades
Quiero ir con ellas.

Tengo una lágrima
y quiero una sonrisa.
Quiero ir con ella.


Árbol desnudo...
¡Qué altas suben sus ramas!
Quiero ir con ellas.

Lluvia otoñal.
La gata en mi ventana.
Quiero ir con ella.


El tiempo pasa.
Unas horas tras otras.
Quiero ir con ellas.

Dadme un segundo
y romped los relojes...
Quiero ir con ella.


Las nubes vuelan
hasta mis horizontes. 
Quiero ir con ellas. 

Sus labios son
el cielo despejado. 
Quiero ir con ella.