domingo, 31 de mayo de 2020

Ojo de gata


Caminar hacia el sol
a medianoche
es romperle los sueños a la luna. 

La estrella polar no tiene amantes
salvo fugaces, tristes meteoros
que acaso son las miradas
cristalizadas en luz
de marineros errantes
en busca de su Norte.

Caminar desde el cénit al ocaso
desgarrándote el alma en los eclipses
es olvidar que el sol es una estrella
que va quemando uno por uno
los misterios eternos del Zodiaco.

Cierro los párpados en Géminis.
Abro un cielo interior.
La cúpula es de pura piel de noche.
Todas las estrellas
brillan con alma de crisoberilo,
ojos de gato
de un color hialino
entre gris, verde y éter
que el demiurgo no vio en el arco iris,
brillo de lago o mar,
gema en su roca madre
frente el abismo...
No siento vértigo ante el cielo abierto.

A la orilla de algún arroyo
en lo más íntimo
la Corona del Árbol de la Vida
abre las siete puertas
y te invita a que entres en mi Reino,
niña gitana. 

Allí un jardín de aromas
o de orquídeas blancas
desplegará las velas de tus sueños
para que navegues solo acariciada
por el canto desnudo de los pájaros.

lunes, 25 de mayo de 2020

Flor-escorpión


Pétalo a pétalo la flor blanca y desnuda cede a la furia de la tormenta. De marea en marea el mar deja varadas soledades de días náufragos que acudieron locos de deseo a nuestro jardín a llenar sus sedientas pupilas de belleza. Ola a ola me ahogo en tu recuerdo como esos troncos pálidos que el mar pulió en la arena. Luna a luna las noches se hacen simplemente eternas. Sueño a sueño la playa se llena de cadáveres de olvido mientras una estrella de mar nunca se ahoga. 

Ya no amanece. Me robaste el alba. Era tu amor el barco que cruzaba mi alma a la otra orilla. La estela que dejaba florecía... Un camino de paz sobre las aguas jalonado de templos donde adorar tu piel, de fuentes milagrosas donde beber tu sexo. Ya no amanece. Te llevaste el alba.

Mano a mano cruzamos los umbrales del mundo, la cuarta dimensión tras los espejos. Nota a nota una voz y una guitarra, nada más o, si acaso, el vuelo silencioso de cientos de pelícanos o su memoria en el cielo. Paso a paso me amaste o te creía, bella en pijama o verde raso o blanco a la luz de las velas, o vestida de rojo y cuero negro oliendo a tabaco, menta y canela. Puedo oler la belleza. Aún puedo olerla. Luz a luz la bahía a nuestros pies y yo sintiendo miedo de que tu nombre se perdiera en esa inmensidad ante los atónitos ojos de los ciervos.

Flor, ¿de verdad piensas que no es este tu rincón del jardín? ¿No ves que el jardinero tiene alma de cristal y un corazón de porcelana fina? ¿De verdad crees que las orquídeas tienen espinas? ¿Crees que él vive solo para el aroma dulce de las filadelfas? ¿No ha de amar la primavera por que tú seas su síntesis y esencia? Antes de que escupas al viento tus últimos once pétalos, dile a este jardinero que te entregó sus manos temblorosas, te regaló un cometa y te abonó con lágrimas, que el veneno que corre por sus vasos leñosos será rápido. Y cuando muera ciérrale sus ojos de otoño. Devuélvele al menos entonces las estrellas.

viernes, 22 de mayo de 2020

Ya es tarde


Horas llevo esperando
a que tu aliento queme mi nombre
y esconda sus cenizas en tu pecho.

Días llevo esperando
a que me abras la puerta del jardín
donde guardas las rosas y el estiércol.

Semanas esperando
a que tus labios borren
las letras del silencio.

Meses llevo esperando
a que se abra la flor
que escondes en tu cuerpo.

Años llevo esperando
a que arranques del fondo del océano
lo que nunca te dicen los espejos.

Siglos llevo esperando
a que rompan tus olas en mi playa
con su espuma de furia y sus reflejos.

Y tú, arcilla rota,
presa del tigre
o del último tornado,
solo dices callada
con el alma hecha trizas afiladas:
"Ya es tarde".

Si te tiendo mi mano cansada


El silencio elocuente
es un grito de angustia
que no pide socorro
porque ni siquiera desea
ser oído.

Si te tiendo mi mano cansada
no es para alcanzarte,
para estrangular
la distancia que nos une,
no es para robarte
un pedazo del alma.

Si te tiendo mi mano cansada
es para que te agarres
si caes en una noche sin estrellas,
es para que acaricies mis nostalgias cuando mis ojos pierdan
la noción de la luz.

El silencio es cruel para quien ama
un universo lleno de tu música.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Eco de soledad



¿Oyes la soledad?
No son los grillos
ni la luna afilada,
guadaña de las horas
más oscuras.
Es la voz de la ausencia
de quienes ya se han ido.

En el denso silencio de la noche
Tagore susurra a los tigres
cantos de marinero
y las sirenas mudas,
disfrazadas de olas o desnudas
en lugar de corazón
tienen una enorme caracola
hueca, vacía,
cuya espiral es pura
proporción áurea.

Escucha, oscuridad:
estoy enamorado
casi trágicamente
de las huellas que dejan
sus besos en la arena.

Si ella me acariciara
con palabras de seda
me quedaría inerte
a la deriva en la hierba
hasta que floreciesen mis entrañas.

lunes, 18 de mayo de 2020

Cuenta atrás


Se me agotan las lunas.
Menguante, luna vacía,
creciente, luna vieja... 
Todo este amor, marfil,
llevo a morir cansado
al cementerio de los elefantes.

Tenía sed de mar
Me ahogué en tus lágrimas
creyendo que eran mías. 

Luna, marfil o nácar en tu orilla.
Era para ti, sirena muda,
que no me sueñas...
Duermes con los ojos abiertos
para no soñarme.
Despiertas con los ojos cerrados
para no verme...
Aunque acaso
deseas más tu huída
que mi ausencia.

Se me agotan las noches...
¡Si pudiera
antes de desangrarme
con el sexto sentido
palpar tu quintaesencia,
ver en el cuarto menguante
abriendo el tercer ojo
aunque fuera un segundo
tu primera sonrisa!

Mi último suspiro.

domingo, 17 de mayo de 2020

Ni extinguido


Ni extinguida mi estrella
deja de amar la noche.

Ni apagada la luna,
menguante su mirada
deja de acariciar
tu mar profundo
derramando destellos,
puñaladas, luz tenue
en la piel de las olas.

Ni desahuciado el cuerpo
del amante que espera
deseará el olvido
ni olvidará en deseo.

Ni robados sus pétalos
por sesenta huracanes
perderá la amapola
su alma viva de sangre.

Ni roto en la distancia
ni perdido en el tiempo
cederá nuestro abrazo
a la pulsión del miedo. 

Ni el sello de la muerte
ni la flecha del vértigo
robarán a tus labios
la sombra de mi beso.

Quema el alma y tu ausencia
late de nuevo.
Ni extinguido el dolor
se apaga el fuego.

jueves, 14 de mayo de 2020

Extinción


Amor,
me siento débil
como una luz
que se apaga.

Creo
que estoy dejando
de existir.

domingo, 10 de mayo de 2020

Sus tres lunas


Pintaste del color
de sus ojos felinos
la corona del sol,
el cuerpo de la diosa
blanca que dio a la nieve
su divina hermosura.

Igual que la luz abre
al aire el arco iris,
igual que los neveros
sangran su linfa pura
en millones de arroyos,
así vistió tu cuerpo
la gentil Primavera...
Con alas de libélula
y reflejos de luna.

Yo te observo en mi noche
con mis ojos de hiedra
entre musgos y arces
cuidando, sin mover
el párpado ni el labio,
que la quietud del agua
del estanque silencie
los gritos de las carpas.

Pero me duele el pecho
como si él chocaran
miles de golondrinas.
Me duele la distancia
que hay entre mi desierto
y tu jardín de orquídeas.
Me duele amar tu piel
a través del vacío
que cruzan los cometas.
Me duele acariciarte
tan lejos de mis manos... 
Tu cuerpo de amapola
suave como el pelaje
del pincel con que hiciste
el trazo minucioso
que el alma te ha dictado.

La mitad de su vida
en pleno paraíso.
Ilusión, espejismo,
fuente de mis pasiones.
La envidio
y te deseo.

viernes, 8 de mayo de 2020

Un solo horizonte


Hay un solo horizonte
que intersecciona la eclíptica en dos puntos
como cuando desnudas tu mirada y sintetizas
Oriente y Occidente.

Hay solo un sol, sirena,
una espiral radiante
que penetra en tu seno y lo ilumina
como si tu pequeño cuerpo
fuera de topacio. 

Hay una sola luna
pero tiene dos caras,
una mágica, viva
y otra oculta.
En una me reflejo. Voy menguando.
Voy arrastrando el barco de mi tiempo
a las frías orillas de la muerte.
En la otra guardas todos tus silencios. 

Hay una luna, un sol y un horizonte,
pero en el mar hay infinitas olas
y en las cumbres más altas
bajo miles de estrellas
ese deseo coralino y ámbar
de tomarte en mis brazos
y tocar con el alma el firmamento.

lunes, 4 de mayo de 2020

La verdad que callo


Estoy solo y desnudo
en mi naufragio.
Ábreme ya tu puerta si me amas,
y si no
mete el dedo en mis llagas,
rompe el mar en mis ojos
y déjame morir
tras la tormenta.

¿No entiendes, golondrina,
que me pasé la vida cultivando desiertos
y ahora en este vergel o paraíso,
en esta piel o tierra prometida
me cierras las anémonas
y arrancas
los sauces amorosos
con palabras de sombra
en la distancia?

¡Ay, viejo y cansado marino,
harto de circumnavegar
tu bellísimo pecho
donde en noches de luna
cantan once sirenas
y luego callan y no queda ni eco 
de sus propios latidos!

¿Quién te hizo daño amándote
salvo tu propio miedo? 
¡Que toda libertad se torne cárcel!
¡Que todo este dolor se torne olvido!
¡Que toda soledad se torne lágrima...!
Pero nunca me acuses,
nunca,
nunca,
de no decirte la verdad que callo.

Está escrita en mis ojos.
¿He de enseñarte a leer, Maestra?
¿No sabes? ¿Ni tu nombre?
¿No te enseñó la calle, tan callada?
Pues riega tus narcisos
y déjame ya ahogado,
cisne negro
en tus orillas.

domingo, 3 de mayo de 2020

Venus


Cuando la Virgen reina
en el eterno Sur, el león
ya descansa y en el cénit
la Madre de los bosques
con su brillante cola
anuncia la presencia
de un cometa polar,
florecen los jazmines
y su aroma
es desnudez, amor, la quinta esencia...
Ese aroma es la voz de las estrellas.

Ata una rosa al labio, marinera,
que el barco que ha surcado los placeres
de amarte en la penumbra de la vida
no llegue nunca al puerto del olvido.

viernes, 1 de mayo de 2020

Bajo el mar


No hay bajo el mar
rosas rojas, ni aliento
de pájaros dormidos,
ni ojos de gata, ni aire,
ni amapolas.

Bajo el mar hay silencio.
Soledades. Sargazos.
Los umbrales del tiempo
sumergidos, no ahogados.

Estuviste volando,
hilvanando las olas
con el arpón del sueño,
puro hilo de luz blanca
en mi noche imposible. 

Tierra, la tierra viva,
la humedad de la tierra
contra el humo ascendente,
la cal contra la peste.
La arena duele. Arena
al sol, después de amar
las dunas de tu piel. 

El demiurgo lo sabe:
te deseo y los bancos de peces
en el cielo infinito
son cosquillas.
Sonríe. Yo sonrío.
¿Son ríos
o son mares tus ojos
cuando lloran
por los días perdidos?
Sonríe. Ella duerme.
Encontraste una perla. 

Aquí estoy
encerrado
vacío
cada día
más cerca
de la muerte
y tú allá
renaciendo
siete vidas
en jardines
de luz
bajo el mar.