viernes, 29 de abril de 2022

Resaca en mar y tierra

 

El mar te espera amante,
una caricia de su azul profundo
le ha robado tu piel a las mareas.
Es tu estela profunda en mi memoria
clamando cicatrices de ternura
lo que torna mis sueños en naufragios.
Se alejan las estrellas mar adentro
como palabras nunca pronunciadas
en el vacío de su propio eco.
Se quedan en la playa
las ballenas varadas del deseo
esperando esas olas que en las noches
me inundan el mirar de soledades.

La tierra me devora amante,
un beso lento, un grito en las entrañas.
La humedad que me abraza,
el sol que se impacienta,
devienen en mi cuerpo primavera.
Es la huella indeleble de los besos
cerrándote los labios con cal viva
lo que esconde cenizas de esperanza.
Se alejan tus raíces tierra adentro
como suspiros huecos que se inhalan
hasta lo más oscuro de mi pecho.
Quedan en la hojarasca en putrescencia,
en superficie abierta, a la intemperie,
las lombrices de los resentimientos,
la belleza doliente, esplendorosa,
de quien pudo haber sido,
humus para otros bosques que anhelamos.

domingo, 17 de abril de 2022

Solos

 

Libertad,
¿quién me ama?
¿Quién vive
en los umbrales fríos de la muerte?
Nadie.
Solo el sol.

Gacela de piel de labio
siempre deseando huir.
¿Quién te espera en el mar?
El silencio del agua,
el eco sordo de tu corazón.
Solas las lunas.

Reina negra, inmortal,
rompiéndome las alas
con manos de cristal,
dominando la nada.
¿Quién habita en tus lágrimas
eternamente fugaces?
Estrellas solitarias.

Jardín soñado,
¡vuelve
a mis noches de pétalos!
¿Quién sino el sabio ibis
pintaría de blanco
tus azucenas huecas?
La soledad
solamente.

lunes, 4 de abril de 2022

Hogar

 

Sol. Astro. Luz. Hogar,
brazos abiertos,
ventanas como labios
para airear
el alma de la tarde
crepuscular. Callada.

Sólo con sonreír
evocando la aurora
harías que un cueva
pareciese un palacio.
Esa mirada tuya
amansa mis mastines
hambrientos y cansados
de vagar por las nubes.

¿Hay en el corazón
al final del pasillo
aún un rincón oscuro
donde la Luz se muere?
Pintaría de blanco
las ruinas de Venecia
solo por ver de nuevo
el ángel de la dicha
asomado a tus gestos.


No hay viento que no cese
pero sí hay templos vivos
o lugares de nácar
donde reina la calma,
donde vivir un beso
es abrazar un pájaro

sin temor a que vuele.