jueves, 13 de junio de 2019

Vivir, como las olas



Media luna. Océano.
Flores de rododendro.
Atardecer de púrpura.

En la quietud el beso
del paisaje, refrescante
como una catarata
rompiendo acantilado
hasta la playa.

Las gaviotas.
La madera lavada,
el aroma a eucalipto
y los trozos de nácar.
El camino hacia el faro.
Una estrella de plata.
La cítara apalache
vibrando en la mañana
y la costa infinita
que enraíza su brisa
en mi mirada
como si los cipreses
con sus ramas torcidas,
desnudas, plateadas,
me abrazaran el alma.

He arrastrado mi piel
sin tatuajes, cáliz
para los besos de las olas
hasta esta playa eterna
para que se desgaste
con amor de mareas
como el tronco dormido
de pinos y secuoyas.

Bajo miles de estrellas
al pie de un eucalipto
mi dolor se hizo humo
o cometa-mariposa,
o pájaro o aroma
de rosas de tabaco
o espuma de la vida
renaciendo.

sábado, 8 de junio de 2019

San Francisco


Se agotan las mareas en el alma
como si el mar azul se reencarnase
en la profundidad de nuestras noches. 

Se pierden las estrellas en la niebla
ahogadas en la noche o tu retina,
cediendo a lo vacío y a lo oscuro.

Se cierra el muro enorme que separa
distancias que un abrazo no comprende,
Cierra el espacio y abre las heridas.

Se expulsa de la piel el paraíso,
no hay tacto que la música no sienta
ni pasión que florezca en el silencio.

Se desnudan las playas de su bruma
y el viento calla como si supiera
que es el último aliento de la tarde.

Se duerme el puente sobre la bahía
como un milagro aéreo que iguala
lo profundo del mar y lo celeste.

Y yo espero que caiga la ceniza
de aquel minuto amargo que quemamos
y vuelvan las estrellas a mis venas
desde esta lejanía que me envuelve
y hace la eternidad irrespirable.