viernes, 9 de diciembre de 2022

El viaje interior. Iniciación (para Roman)

 

Allá donde confluyen los torrentes del alma,
donde el silencio engendra el canto de los pájaros,
donde la muerte es sólo manantial de memorias
y la paz es un bosque de bambúes y hayas,
donde los sueños duermen al abrigo del viento
hay un templo interior.

Para llegar, viajero de la psique, príncipe vagabundo,
hay que caminar despacio a través de desiertos y montañas
sin senderos ni atajos,
días sin sol y noches sin luna,
la ruta de la seda
siete veces
ida y vuelta;
hay que remar siempre a favor de corriente,
como un nenúfar que se desprende de la orilla, siempre hacia el mar
y, una vez en las olas, 
romper remos, izar velas,
nadar con la marea;
hay que volar con las alas desenterradas y abiertas,
en una espiral áurea
o donde el tifón o el siroco
arrastren a los pétalos del sakura
o a las hojas sangrantes de los arces;
hay que arder en la hoguera
de la pasión y el éxtasis,
del amor sin barreras o la fe
porque al final del viaje
tu ofrenda ante el espejo
en el centro de ese templo
que en ti anida
serán esas cenizas
y una leve sonrisa
murmurando
"He llegado".

lunes, 21 de noviembre de 2022

Las orquídeas

 

El tiempo siembra silencioso
sentimientos-semilla entre los surcos
de tus costillas en tu pecho fértil, 
orquídeas blancas.
Sus raíces aéreas
se nutren de tu sangre cristalina,
de tu pulso de nácar.
No conocen el viento,
tan solo latidos.
Latidos. Latidos.
No conocen la lluvia ni el rocío,
solo tu voz que llega como un eco
de palabras de luna.
No conocen la tenebrosa noche
porque en tu corazón
es alba sn ocasos.
No conocen luceros, ni planetas ni estrellas,
sólo acaso luciérnagas fugaces
que proyecta hacia dentro
jugando con el mar
tu mirada de gata.
Por eso cuando abran
invisibles las flores
serán mariposas
paradas en vuelo.
Blancas y limpias
como la estela aún viva
de una lágrima.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Psiquectomía

 

Ave de vuelo azul, luz en las alas,
el cielo no recela de tu cálida
estela disecando mi mirada.
Alzo las manos aunque estén atadas
para tocarte, divina, porque amar
es sentir cerca lo que está tan lejos.
Si estuvieras aquí en esta galaxia,
tus labios a la orilla del vacío
a punto de besar la vida misma,
te abriría los puertos de mi alma
solo por renacer, por ser soñado.
Me atraviesas el pecho miserable
con las balas perdidas de tu ausencia.
Me das muerte, mi amor, dándome vida.
Has visto el mar como quien ve la muerte
y yo no estaba allí llorando olas.
Yo estoy siempre en la orilla, espero siempre
a que se abra la noche a las estrellas.
Luna, mi dama, soledad, doncella,
dame la mano si te duele el vientre
en el que engendras monstruos soñadores.
La belleza hace nido en la belleza
y tu seno es el seno de las flores
que con o sin palabras o silencios
siembran mi iris de asombro y de corolas.
Vuelve a bailar. La música no cesa.
Danza de otoño, invierno, primavera...
Toda noción de tiempo o de la nada
deriva en melodías espirales,
ciclos de vida, laberintos ciegos,
regreso a la raíz de lo que amamos.
Yo amo la tierra.
Amo los océanos.
Amo lo inmaterial
y todo está en tu cuerpo
como si el alma fuera
reencarnada en tu piel
con esa sutileza
de la corteza de los abedules.
Y por eso te amo,
porque eres tú, eres todo
y tu dolor me duele
y, paradoja-esperanza,
me consuela.

lunes, 24 de octubre de 2022

Samurai

 

Desarmadas las últimas corazas
la piel de los violines queda expuesta
al abrazo implacable del rosal.
Una vida de sangre no es bastante
para colmar las fuentes del otoño.
En la casa del té todo es nostalgia.
No es por honor el filo de la espada.
Es simplemente por cortar el aire
que lleva tus palabras en sus garzas
sin tocar el silencio. Siempre al alba
entre la niebla hay una alondra blanca:
la campana en el templo.

jueves, 13 de octubre de 2022

Tránsito (elegía por César Nombela)

 

Despierta el mar antes de la tormenta
ajeno a los millones de anclas como espinas
que olvidados ulceran sus fondos coralinos.
Despierta el mar como si no dolieran
en su memoria ártica los glaciares perdidos
y rompe cada ola como una enorme lágrima
en la arena desnuda de nuestras soledades.
Despierta el mar en mí cuando me abrazas
para arrastrarme luego en sus mareas
hacia el profundo abismo de tu ausencia.
Duerme la tierra cansada, delirio cristalino
en brazos de la muerte que impaciente
devora con sus alas la nobleza
que atesora tu pecho enorme, silencioso.
Duerme. Si Dios supiera
o quisiera saber
que existe el hombre en esplendor tan amplio
no cerraría ya jamás tus párpados,
abriría tu torso de alabastro
para borrar la muerte de tus ojos
y esparciría tu mirada viva
por todos los rincones del océano.

lunes, 10 de octubre de 2022

La rosa de los vientos

 

Desde que se fue el sol
ya no me quemo más
la piel del alma.
Las lágrimas son lágrimas.
No tengo que esconderlas.
El silencio es mi música
y vivir en las sombras
es como ese letargo
del bosque en sus inviernos.

Desde que cerró el teatro
mi vida, esa comedia
que acaba con la muerte
se representa aún (es increíble)
frente a butacas vacías
donde mis sentimientos
llenan palcos de ausencia.
En el anfiteatro del deseo
el terciopelo es musgo
y el techo bombardeado
por estrellas fugaces
dibuja los perfiles de su ruina
en la noche vacía.

Mil voces de delfines
huídos de las fuentes
anuncian por las calles
espectáculos de magia.
Pero yo llevo la segunda piel
de un gato negro
que ha perdido la cuenta de sus vidas.
Desde que dibujé un vacío
insondable a los vértigos
en el sólido puente
que me llevaba al Sur
por la Ruta de la Seda
he perdido ya el Norte.
He encontrado mi rumbo
ciegamente escondido
en el agujero negro
que hay en el centro
de la rosa de los vientos.

Nadie lo sabe. Nadie.
Más allá del dolor
y de toda nostalgia
hay un viaje íntimo
a un huracán callado
donde la vida no se representa.
¡Qué bellos los recuerdos
de tantas travesías
vistos desde este vértice!
Hay un agujero negro
en el centro absoluto
de la rosa de los vientos.

viernes, 1 de julio de 2022

Soledades

 

Solamente estrellas derramadas.
Ojos cerrados a la luz prohibida.
Lejanas las voces ya no son palabras.
Eros a la sombra de un ciprés talado.
Desnuda la piel ante los cuchillos.
Anochecer último.
Desesperación.

Siete letras vacías.
Olvidé hasta mi nombre.
Límite de la noche que me envuelve.
Efímera existencia de la llama.
Deseo que no paren los violines.
Arder y consumirse en cada anhelo.
Desapareceré cuando amanezca.

Siempre amar desde el límite.
Olas que rompen en la roca viva.
Libertad en un vuelo de delfines.
Espiral como el vértigo.
Descenso al firmamento.
Ascenso a lo profundo.
Dolor acaso siempre.

domingo, 29 de mayo de 2022

Oejeblik (elegía en la distancia por Martin Skau)

 



El momento es azul. El horizonte
es un muro infinito. En tus ojos,
amigo, no cabían las noches.
Ahora ya están cerrados. Tiempo.
Tiempo. Tiempo. Tiempo. 

El espíritu (cantan las sirenas)
desemboca en la playa, síntesis
de tu cuerpo de finísima arena
y la brisa del Norte que es tu alma.

El momento es la vida. La muerte
es finita. Un abrir y cerrar
de los párpados de Indra,
un insecto atrapado
en la hermosa, letal,
telaraña de lo eterno.

Navega, marinero sin barca ni destino,
allá donde el mar tiene 70.000 pies
de profundidad bajo el reflejo del sol
(Pacífico o Caribe, fiordo o ensenada...
¿Qué más da en la distancia?),
navega sin descanso hacia el Avalon mítico
sobre las propias ruinas de tu Atlántida.
No permitas que muerdan
tiburones de olvido
tus nobles bibliotecas,
que las medusas rapten
del fondo de tus ojos
tu sonrisa de niño,
que las sirenas mudas
no pronuncien tu nombre
en todas sus cantatas
(porque en el fondo del océano
hay catedrales íntimas
de corales inmensas
que interpretan desnuda
la Pasión según San Juan).

Es en esos jardines
a la orilla de la vida
en los manantiales de la laguna Estigia
donde tu corazón ahogado y enterrado
como un bulbo de blanquísimas azucenas
germina, bebe el agua de mayo y aún florece
junto al de Kierkegaard,
junto al de Regina.

Enterradas en flores,
pétalos que arrancaste
a quienes te han amado,
no son ya tus cenizas
porque han sido del Mar,
del Cielo y de la Tierra.
Esa puerta cerrada que es tu vida
tras la que me contestas en silencio
con el recuerdo de tu inteligencia,
espíritu de luz, alma de sombra,
me postra en sus umbrales.
No son ya tus cenizas.
Son las de un mundo ardiendo que abandonas
donde llorarte es, simplemente,
la más armoniosa de las sonrisas.

domingo, 22 de mayo de 2022

COVID

 

Cuando el cuerpo se agota,
la atmósfera viscosa, coagulada,
se derrama de golpe en la garganta,
la piel del corazón se resquebraja
ante el súbito beso de la avispa.
Velero, surca el pecho. Llama al viento
de mayo que respiro. Angustiado
temiendo que es mi último respiro,
la última vez que miro
a la Luna a los ojos,
mi dolor se proyecta en el Mar de las Crisis.
Agujas en el agua, ondas,
silencio roto por el vuelo turbio
de los tiburones de la noche.
No tengo miedo, lobo del crepúsculo.
Clavado en la piedra quedó el grito,
el aullido que despertó a las grajas
que, en revuelo caótico, dibujan
la callada armonía de la muerte.
No estoy aquí. Estoy sordo
al ruido de la vida. Como la roca
viva, como la roca vibra
con el trueno. No tiembla. Sólo vibra.
Ni estoy aquí ni callo.
No se extinguen los ecos
de mi caja torácica
por los valles quemados o floridos
de mis paisajes íntimos.
Sobreviviré acaso.
¡Sobreviviré, ocaso,
a otra noche rendida!

miércoles, 11 de mayo de 2022

Ocaso vertical


 

Sed de luz.
Miro al cielo
con los ojos cerrados.
Todas las estrellas
son agua de sal.
Las dulces estelas de las perseidas
desaparecen
antes incluso de soñarlas.

Sed de luz y belleza.
Miro al ocaso...
¡Calla! ¡Cállate, tiempo!
El sol yacente proyecta un rayo blanco
como si su espíritu vertical
huyese de las sombras.
Los pájaros, antílopes del aire,
dibujan una danza sin retorno
mientras el Sur se borra de mi brújula.

Sed de luz, belleza y magia.
Una catarata de crepúsculo
señala el punto del amplio horizonte
donde el sol sepultó sus mediodías.
Un geiser fluorescente, esas señales vivas
que indican tu no-ausencia
cuando ni estás presente
ni te espero.

domingo, 8 de mayo de 2022

Inevitable

 

Da igual que nazcan lágrimas
de tu retina sucia,
que el alma esté rasgada
por cuchillas de angustia.
De nada vale el duelo
enraizado en las sienes,
los tambores de rabia,
el eco del olvido
repitiendo las noches
frías como cadáveres.

Un día los vencejos
barren del cielo toda nube gris,
Perséfone se suelta la melena,
los corazones muertos son pasto de lombrices,
el aire se satura de pólenes y pétalos,
la luna se desnuda desde su cara oculta,
las olas mansas toman el pulso a los amantes,
el agua cristalina de la nieve que muere
se mancha de alas, frágiles mariposas en vuelo
y de la aurora nacen doce pavos reales.

Duele la primavera
desde este invierno íntimo.
Duele la soledad:
una flor más que abre.
Acaso la más blanca.
Duele, pero sonrío.


viernes, 6 de mayo de 2022

Mi libertad

 

Desata el mar todo lo que no vuela,
sangre, latidos, viajes al olvido,
veleros enfermos de soledad.
Desata el mar también lo que ya es libre
por naturaleza
como el canto del pinzón,
como la música.
Desata las cometas en los días de brisa.
Desata los cometas en las noches de calma.

Puedo vivir con nudos en los ríos
que fluyen por las ramblas de mi espíritu.
Puedo avanzar con los sueños atados
al mástil del olvido que me ahoga.
Al fin de la tormenta
toda lágrima o lodo o grito vierte al sumidero:
los silencios de invierno entre cantos de cigarra
o ese vidrio cayendo a punto de quebrarse,
la larga espera del trueno
tras la luz de un relámpago que ha roto
cerca del alma y lejos de la piel.

Mi libertad tiene las alas rasgadas.
Mi deseo de amar se hizo pecado
y el amor redentor remordimiento.
Poseo este vacío que me ocupa
bajo la cruda corteza de la lástima.
Y sobre ella, tendido,
como si la belleza no doliese,
había un cielo cuando abrí los ojos
durante nueve meses y un segundo
desbordado de estrellas gigantescas
sin gravedad, sin miedo a volar nunca.
Había una sonrisa encadenada
a otra sonrisa, así hasta el infinito...
Mi libertad tenía alas de águila
y alma de delfín.

Mi libertad tiene las alas calladas.
Ni siquiera un silbido. Ni un quejido
disparan los cañones de sus plumas.
Ni cuando el viento corta mi memoria
y extiende sus pedazos en la arena.
Mi libertad es un silencio vivo,
una estatua de mármol que se lee
en los espacios que quedan en blanco
entre palabra y palabra. Punto
y aparte.

Desata, azul, mi nido en la garganta,
mi escondite de sierpes milenarias.
Puedo morir con mi hálito de fuego
víctima del dragón que hay en mi pecho
dormido acaso.
Mi libertad tiene las alas quemadas
como el atardecer.
Mi libertad o su esqueje mutilado
se siembra en suelo fértil.
En tu pecho, en tus ojos, en tus manos...
Mi libertad se abona con caricias.
Labio, ¿dónde alunizas?
Mi libertad aún no ha florecido.


domingo, 1 de mayo de 2022

Desierto interior

 

Como un dolor de luz siento la noche,
murciélago colgado de mis párpados,
un paisaje de pájaros ahogados
en pozos de silencio, mis pupilas.
Sin ti el amanecer no trae caricias.
La piel olvida el tacto que se ausenta
como el azul celeste olvida al alba
el mágico fulgor de las estrellas.
Cúbreme, soledad, con tu rocío...
¡Que las hormigas trepen por mi vientre!
¡Que diez mil mariposas me alboroten
el alma hasta que hiervan sus glaciares!
¡Qué aniden las avispas en mis labios
para besar el suelo que no pisan
tus pies de orquídea en su fugaz huída!
La vida se hace líquida en mis manos.
Se escapan los minutos que me restan
entre el triste esqueleto de mis dedos.
Dos lunas más y el manantial se agota.
Subirá la marea hasta las fuentes
y dejará salitre en mis entrañas.
Serán dunas mis sueños contra el viento.
Será un páramo el pecho que te anhela.
Será mi sangre un cráter apagado.
Esperaré a la orilla de tus cauces
secos, desertizados y sedientos,
con el pulso menguante y la voz hueca
a que llueva el amor que desterramos.

viernes, 29 de abril de 2022

Resaca en mar y tierra

 

El mar te espera amante,
una caricia de su azul profundo
le ha robado tu piel a las mareas.
Es tu estela profunda en mi memoria
clamando cicatrices de ternura
lo que torna mis sueños en naufragios.
Se alejan las estrellas mar adentro
como palabras nunca pronunciadas
en el vacío de su propio eco.
Se quedan en la playa
las ballenas varadas del deseo
esperando esas olas que en las noches
me inundan el mirar de soledades.

La tierra me devora amante,
un beso lento, un grito en las entrañas.
La humedad que me abraza,
el sol que se impacienta,
devienen en mi cuerpo primavera.
Es la huella indeleble de los besos
cerrándote los labios con cal viva
lo que esconde cenizas de esperanza.
Se alejan tus raíces tierra adentro
como suspiros huecos que se inhalan
hasta lo más oscuro de mi pecho.
Quedan en la hojarasca en putrescencia,
en superficie abierta, a la intemperie,
las lombrices de los resentimientos,
la belleza doliente, esplendorosa,
de quien pudo haber sido,
humus para otros bosques que anhelamos.

domingo, 17 de abril de 2022

Solos

 

Libertad,
¿quién me ama?
¿Quién vive
en los umbrales fríos de la muerte?
Nadie.
Solo el sol.

Gacela de piel de labio
siempre deseando huir.
¿Quién te espera en el mar?
El silencio del agua,
el eco sordo de tu corazón.
Solas las lunas.

Reina negra, inmortal,
rompiéndome las alas
con manos de cristal,
dominando la nada.
¿Quién habita en tus lágrimas
eternamente fugaces?
Estrellas solitarias.

Jardín soñado,
¡vuelve
a mis noches de pétalos!
¿Quién sino el sabio ibis
pintaría de blanco
tus azucenas huecas?
La soledad
solamente.

lunes, 4 de abril de 2022

Hogar

 

Sol. Astro. Luz. Hogar,
brazos abiertos,
ventanas como labios
para airear
el alma de la tarde
crepuscular. Callada.

Sólo con sonreír
evocando la aurora
harías que un cueva
pareciese un palacio.
Esa mirada tuya
amansa mis mastines
hambrientos y cansados
de vagar por las nubes.

¿Hay en el corazón
al final del pasillo
aún un rincón oscuro
donde la Luz se muere?
Pintaría de blanco
las ruinas de Venecia
solo por ver de nuevo
el ángel de la dicha
asomado a tus gestos.


No hay viento que no cese
pero sí hay templos vivos
o lugares de nácar
donde reina la calma,
donde vivir un beso
es abrazar un pájaro

sin temor a que vuele.

lunes, 28 de marzo de 2022

Calavera

 

Descalzo el sol. Narcisos florecidos
en las órbitas huecas. Sonrisa o mueca,
ya descarnecido el gesto mudo, altivo.
La absurda calavera. Apagada
la luna y las estrellas dormidas en sus párpados
ausentes de plomo y de ceniza,
lo que queda tras el amor o el fuego.
No reflejo la sangre ni la luz.
Mi pecho es transparente a la mirada
del mar o al vuelo afilado del murciélago.
No siento más que el cielo derrumbándose
y la noche bebiéndose el silencio.
Muerte, ven a decirme que me amas.
Quiero al menos sentir una caricia.
Más allá de la paz hay una sombra
llamada olvido. Nada me deslumbra
como tus ojos llenos de marisma
o su recuerdo vivo en largas noches,
noches profundas que devoran todo,
que esperan tristes pájaros de sueño.
Te espero o no te espero. No he nacido.
No siento el opio ni el dolor de amarte.
Siento este sol descalzo y poderoso
borrándome el mañana de la frente.
Ahora te deseo y me fecundo.
Se me llena de hierba la garganta.
Me sobra atmósfera para exhalar tu nombre.
¿Por qué camino vine hasta tu seno?
Oigo llover ahí fuera
o dentro de mí acaso.
Oigo llenarse el pozo de las almas.
Perdido estoy.
Latiendo me delato.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Sáhara

 

No es rabia ni dolor lo que me asola.
Son agujas de sal en las entrañas,
cieno en el corazón, ruido en los ojos.

Me hundo en el mar helado como venus
naciendo marcha atrás hacia el abismo,
diosa del desamor, tragada por la espuma.

La calima ha borrado mis deseos,
velas que el viento arranca de sus mástiles,
anclas abandonados en la arena.
He profanado el templo de la fe
con llagas en el alma, el aura sucia.
Por sus vidrieras corren sigilosos
torrentes de mis lágrimas que empañan
la esencia de los besos abisales
que como peces o dragones mágicos
nacieron de tu lengua de coral
hace siglos de inviernos y memorias.

He nacido tan solo para amar.
Vine a esta noche oscura nada más
que para acariciar a las estrellas
con escarcha en la punta de mis dedos.

No es odio ni rencor lo que me asola.
Es la ausencia de amor en un espacio
en el que el ego impera y a las flores
no les queda un estambre de esperanza.

martes, 8 de marzo de 2022

Kiev

 

Pétalo que arrastra el agua.
Luna que se apaga.
Silencio que los tímpanos
ya no escuchan.
¡Tantos cristales rotos
y amores aún más frágiles
sucumben a estas ráfagas!
¡Tantas almas absorben
las bombas de vacío!
¡Bajo tantos escombros
está la dignidad,
vidas a cambio de la libertad
soñada para usarlas!
Trenes llenos de tristeza
llegan a una estación
que es siempre invierno.
Dame un arma, mi amor,
para enterrarla lejos,
donde los niños ignoren
el color de la sangre,
donde hierba, no barro,
tapice los caminos,
caminos para andar,
no para huir, caer
muerto o herido
en cunetas de gloria
ni de olvido.

Árbol que busca el sol
entre cenizas.
Sol que nunca amanece.
Hambre y sed de belleza
entre la pura ruina.
¡Tantas hienas royendo las entrañas!
¡Tantas sirias y ucranias en las venas!
¡Tanto miedo asfixiando la esperanza!
Mi inmenso amor es solo un grito sordo,
un mota de polvo diminuta
que se hunde en un mar de vidas líquidas
tan profundo y tan denso que la rabia
flota en la superficie
y nuestras lágrimas
son dulcemente aéreas.
Dame un arma que apunte a la conciencia
de quien virtió la sangre de la Tierra,
de quien profanó el templo más sagrado,
los ojos color cielo de las niñas,
sepultando en tremores de metralla
el canto de los pájaros.

viernes, 18 de febrero de 2022

En los ojos

 

Eros descalzo, avispa
huída de la niebla,
suave como una lanza
cruzando el cielo limpio,
trayectoria imparable.
Gacelas en los ojos,
satélites fulgentes,
corazón que gravita,
que no conoce olvido,
dinamita que espera
el próximo latido.

Venus desentrañada
del enigma del mar,
horizonte a la espera
del nacimiento último.
Surgirá de las aguas
una isla de música
solo un día después
del fin de nuestro mundo.
Sus ojos de topacio
dejarán fluir el sol
de una alborada íntima.

Andrómeda entregada
a las fauces del tiempo.
Se detienen las olas
a esperar la embestida
del monstruo del deseo,
se fragua la tormenta
de amar a cielo abierto
como el que ofrenda un grito.
Mis ojos de esmeralda
se hundirán en el fondo
donde duermen las anclas.

Adonis en su sangre
olvidado en cunetas
de carreteras largas
por donde nadie pasa.
No hay camino, poeta.
Tampoco hay caminante
ni destino ni estelas
donde encauzar las lágrimas.
Ojos de aguamarina,
no llores. Nunca llores
agua dulce o salada.

jueves, 10 de febrero de 2022

Calima

 


Amanecido a un día de ceniza
un pájaro en silencio
rompe la armonía fractal
de los árboles del invierno.
La simetría vertical de la ansiedad,
los labios secos, las pupilas
indiferentes. La náusea.
Los cielos son calima,
el horizonte es ruido,
plomo precipitándose
desde las azoteas.
¿Y el corazón, luciérnaga apagada?
Desempolva tus besos.
¡Canta, pájaro, canta!

miércoles, 9 de febrero de 2022

La hora azul

Luna, capitana de una nave celeste, 

de un arca de Noé en que los astros

se salvan del diluvio de mis lágrimas.

Miro al cielo evitando todo espejo. 

Huyo de mi conciencia a las alturas. 

Siento la luz muy cerca de mi piel,

ráfagas o centellas en los labios

trazando estelas desde el corazón

a través de mi tiempo o la memoria.

Te has ido y llenas todo. Paradoja. 

Tus velas de goleta en mi horizonte, 

tus violines antiguos en la almohada. 

No hay espacio que no grite tu nombre

ni belleza sin ti que esté acabada. 

Cuando calla una musa el arte calla. 

En la hora azul el río, como siempre

corre eterno hacia el mar que lo recibe. 

Mi mirada te busca en la otra orilla

a través de las aguas y los fangos. 

Aún pesan en el aire las palabras: 

"No me escribas, poeta, no me escribas". 

Hoy puedo caminar contracorriente

hacia la fría nieve en las montañas

o a favor de corriente a donde muere, 

dulce abrazo de sal, el río herido. 

Pero quiero volar, cruzar el cauce, 

sobrevolar el delta de tu pubis

como un flamenco libre, acaso un fénix 

y así dejar caer suave una pluma

que escriba sobre el éter mis pasiones. 





lunes, 7 de febrero de 2022

Agonía del antihéroe

 

Calma, guerrero herido.
El mar no cesa. La sal
va deshaciendo
los cuerpos en la orilla,
sus sudarios de algas,
el silencio no deja escuchar
el fragor de la batalla.

El templo está cerrado
pero a su noble puerta
donde queman incienso las cigarras
el rumor de las olas es un bálsamo
que cicatriza agujas en el alma.

Tu mirada cansada en los espejos...
No sé decir si gritas o si callas,
si amaste o si dejaste
tus pasiones ahogadas en la playa.
Te llevaron las brisas.
Te trajo la resaca.
Te acaricia la noche
con sus manos de larva,
te besa su saliva de luna coagulada,
te perfuma las sienes
con su aliento de escarcha.

Solo sabes perder.
¡Desnúdate ya, héroe!
Envaina ahora esa espada teñida de derrota,
despójate del corazón-coraza,
de la lágrima última
que han de beber los cuervos.
Concédele a la muerte una esperanza.
Sube a la barca lenta que te acerca
a un tiempo sin relojes ni esperas,
a una isla-universo
en medio de la nada.

sábado, 5 de febrero de 2022

Ese dolor (Dies Irae)

 

Cuando una hiena solitaria
entra por el reverso del espejo
aprovechando un minuto de descuido
y te arranca las entrañas
con una sonrisa empática,
piensa si tu alma no se ha suicidado
saltando al vacío del corazón
desde las vanas cumbres de la mente.


Ese dolor interno, ese desgarro
que deja el amor cuando lo arrancan
del vientre o del pecho
aunque sea un pedazo,
esa hemorragia interna
que dibuja en los ojos apagados
una mirada perdida en horizontes
invisibles en la inmensa sombra,
que anega catedrales de esperanza,
solares catastróficos
en los que construir recuerdos
o fantasmas...
Ese espacio vacío entre tus sueños.
Ese llorar sin lágrimas.

viernes, 4 de febrero de 2022

"Disponibilidad"

 

El tiempo se me agota,
amapola blanca del olvido.
Queda solo una gota en la clepsidra
y el mar me está prohibido.
La soledad me lame las heridas
que el filo ardiente y vivo del deseo
dibuja en mi piel fría.

Al otro lado de mi mirada
florecen los almendros
como anhelos lejanos.
La luna se ha apagado
o acaso se ha vestido
de sombra, piel de hiedra.

Venus, perra del Sol,
guíame hasta su lecho de azucenas...
¡Si pudiéramos soñar juntos esta noche!

La soledad anida
en mi memoria.

"Amadrugada"


 

Desenreda la luz... Amor,
sombra y prisión. Las paredes
de mi celda tienen nombre
de terribles pasiones o de bellos dolores:
deseo, soledad, adicción, ansiedad.
Herida, flor sangrante. Corazón,
mina latente enterrada en el pecho
que la maniobra de una caricia
detonaría. Inevitable.
Como una lámpara imposible
cuelga del techo de mi frágil alma
una esperanza de cristal
de mil trescientas siete toneladas.
Encerrado cierro los ojos. Pienso
lamer tu cuerpo como un terrón de azúcar
hasta encontrar el anzuelo.
Creo beber de fuentes
en tus caderas firmes
que más allá del Cielo
desembocan en ríos
que corren por los cauces helados
de mi cuello y mis dedos.
Aún deseo tenerte cuando la noche es larga,
deseo que la aurora me traiga tu lengua desatada
fluyendo sin palabras,
deseo con un hilo de voz incandescente
gemir silencios vivos,
despertar las cenizas de las estrellas que pasaron en vela nuestros sueños,
pasear por el aire los suspiros
que le arrancan al olvido
nuestras alas al volar.
Creo gritar el nombre de las diosas
al vaciar mi cuerpo o su carcasa.
Creo en la vida como en un mar de espejos
robados a la cara visible de la luna
donde siempre amaneces cegadora...
Cuanta más oscuridad me ahoga,
más te añoro y te espero,
libertad sin huída,
amadrugada.

jueves, 27 de enero de 2022

Corazón dormido

 

Es la mirada ausente
la que irradia destellos milagrosos.
Los ojos buscan luz
en un vacío que nunca ha existido
porque en realidad se hallaba
colmado de sombras.
De un espejo a otro
entre sábanas dulces y encaje de caricias
cabalgan por el valle de las almas perdidas
las cebras redentoras del olvido.
En su escondite expuesto,
un corazón de león dormido
renuncia al acecho
para que su dolor, agujas de luz pura,
se hunda en el remolino de la noche.
Apenas en el silencio cristalino
y nocturno del valle de las almas perdidas
se escucha ese rumor quebrado
del arroyo en sequía
y los latidos sordos
del corazón durmiente
entre los cocodrilos del deseo.
Una mano yerta en la orilla
acariciando amable las serpientes del alba,
la otra, puño cerrado,
estrangulando el aire y sus rencores.
Abre la mano, ¡ábrela, león triste!
Deja escapar
el canto de los pájaros.

Amanece otra vez...
Musa, tu amor o su ceniza
es suave y generoso
como un cálido pétalo de flor de almendro
en la mejilla del niño-invierno.
Perdona que me aleje
hacia mi laberinto.
Me llevo de equipaje
tus besos de astrolabio.
No necesito brújula
ni reloj. Sólo tiempo.
Tiempo solo.
¡El mar está tan lejos
de mis heladas cumbres!

martes, 18 de enero de 2022

Fiebre

 


Cierra la aurora.
Doblan las campanas
a través del silencio
de las noches largas
como si el diablo tañera
escalofríos.
Ahora no es tiempo
de abrir ventanas
en los ojos vidriosos
para que entren al salón del alma
la mariposas tristes.
No es tiempo de rencor
arrinconado
en la esquina última del corazón
donde no entra la luz,
donde anidan los pozos del misterio.
No es tiempo de esperar las golondrinas,
si acaso de añorar
su vuelo limpio
por los inmaculados
cielos del invierno.
Es tiempo de arroparse
en mantas de soledad
redentora. Añorar, sonreír
por las quimeras, sueños
que entre el delirio fluyen
lenta y nítidamente.
Respira lento, amor.
Reina una luna fría,
poderosa.
El invierno respeta
la pluma de los cisnes.

lunes, 17 de enero de 2022

Agonía

 


Para renacer primero hay que morir.
Inútil el deseo febril de renacer
en la larga agonía. ¿Florece el rosal
en pleno invierno? ¿Canta la oropéndola
en la fría nieve? La noche
es más oscura antes del alba.
Y más fría. Cerrar los ojos
para ver el cielo. "¡No volverá!"
–pensamos, con el lagrimal
cuajado de esperanzas.
Solo deseo
que cuando amanezca,
envuelto el astro rey en esa magia,
belleza en equilibrio, sensual ofrenda,
ya esté muerto de raíz, mi tronco
convertido en galeones que ya se hundieron,
muy lejos del mar
mis ramas semienterradas
entre el musgo y las canas de líquen del paisaje,
pecios de mi cuerpo que abonen quizás 
la semilla divina
que del fruto de tu amor
surgió como un anhelo
de primavera.

jueves, 13 de enero de 2022

Sale el sol

 

Pasos sin rumbo.
Ecos.
Como un ritmo primitivo
los corazones vivos,
pecios semihundidos en lo más profundo de la distancia,
arrojan sus latidos
a las fauces vacías del tiempo.
Nos han crecido
cipreses en las sienes
amándonos con la mirada
a través de los muros del miedo.
Ese reloj del pecho
que respira inconsciente
para bombear sangre de ángel
a las arterias de tus alas...
¡Qué no calle en la noche
ahora que los silencios
son sólo ajados lienzos
donde pintar ciudades!
Sale el sol y yo amo
según la Tierra avanza
hacia el Levante
dibujando horizontes.
Sale el sol y yo amo
con nubes en los ojos
a quien cierra las puertas
de mi alma
o cuida mis jardines:
a la niña, a la Diosa,
a la musa, a la estrella,
a la luna, a la amante.
Pasos sin rumbo.
Perlas en el cielo.
Lágrimas.
Solamente
lágrimas.

miércoles, 12 de enero de 2022

Sombra

 

Rogó anoche el poeta a las estrellas
con gacelas de luz en la mirada
que no se ahogue su imagen en la nada
hasta que el llanto las apague a ellas.

Silenció con un gesto las querellas
que mantienen las llagas con la espada,
la piel del corazón que desgarrada
grita o late en estrofas aún tan bellas.

Si no fuera el dolor la recompensa
que le otorga la luna al ciego amante
no sería la noche tan inmensa.

Poeta, no hay un cielo tan brillante
ni un lucero de rabia tan intensa
para empujar tu sombra hacia adelante.

martes, 11 de enero de 2022

Tiamat

 

Dale a la sombra un nombre
misterioso.
Se hará agua.
Fluirá entre las estrellas.
Al vacío del cosmos
le llamaré "tu ausencia".
Recorrerá los cielos
de las noches abiertas
una serpiente lenta,
un dragón milenario
sin arcángel que venza
sus húmedos embates
de nostalgia.
Vuelta tras vuelta
en la cúpula celeste
desde el dolmen de mi cuerpo
mi piel se torna piedra,
mis resignadas canas
una a una
desafían al viento de la tarde
en vano. Y el océano
a los pies de mi vértigo
cada vez más oscuro
me llama
con el silencio que reina
entre ola y ola,
con la canción lejana y triste
de las sirenas.
Dale al éter latidos de memoria.
Se hará agua.

lunes, 10 de enero de 2022

Marduk

 

Grabada en la piel
cada luna.
Ahogado en los ojos
cada invierno.
El firmamento fluye:
el Cielo vence al Tiempo
y los cipreses
afilan sus espadas.
Movimiento perpetuo.
El Fuego llama al Viento
que traerá primavera
a mi lecho de piedra
solitaria.
Noche tras noche tras noche
tengo más sed que agua.

domingo, 9 de enero de 2022

Nubes

 

Se escribe sin palabras
el tiempo no vivido
como lentas volutas
de humo en la oscuridad
cuando la llama viva
se ha apagado
y los rescoldos fríos
anuncian la ceniza.

Miro al cielo y me limpio
las pupilas cansadas
en las aguas celestes.
Va pasando la vida
como pasan las nubes.
Ayer tormenta. Hoy niebla.
Mañana cielo azul
si mis párpados latentes
se abren para mirarlo,
si soy capaz de alzar
esta mirada ahogada
a través de las losas
de mármol silencioso
que sepultan los últimos
inviernos de mi vida.

Mis lágrimas dibujan
estelas en el sol
esperando un eclipse
de luna en pleno día.

Pasan las nubes grises
a través de esta esfera
de cristal deslumbrante.
Espero que la nieve
borre lo más oscuro
de mis noches perpetuas.

sábado, 8 de enero de 2022

Lamento

 

Viento de olvido,
ancla en la garganta,
un silencio de búho
en los valles del alma.
Cuerda de violín tensa
en plicas de añoranza
como un nervio en los puentes
tendidos sobre el agua
de un tiempo que no vibra:
El tiempo de las máscaras.
Dimensiones ocultas
en noches sin palabras,
en un profundo aljibe
sin ayer ni mañana
donde van a morir
los cauces de las lágrimas.
Si pudiera llorar,
alba casi estrellada
con sauces en los ojos,
el bosque en la mirada...
Si mis suspiros-pájaro
en un vuelo de escarcha
pudieran destemplar
el filo de esta espada
que en mis horas sin luna
me desgaja las ramas...
Si tuviera la fuerza
para sangrar la savia,
que fluye en mis arterias
de amor envenenadas...
Si el corazón supiera
desenredar su magia
de abrazos de quimera
y de sedas de araña...
Echaría raíces
en tu paisaje en calma,
en el umbral del templo
donde la luz descansa
y en los días de otoño,
siempre de madrugada,
entrarían mis hojas
bebidas por las ráfagas
de un aire limpio y puro
a tu estancia sagrada.

Pero no puedo, Ártemis.
Traigo la lengua atada.
Traigo las manos sucias
a tus puertas cerradas.
Navegando tormentas,
marinero sin barca,
necesito tu faro.
Lo sé... ¡Cuando se apaga!