viernes, 23 de julio de 2021

Rumbo

 


¡Al Sur!
¿Para qué, marineros,
la brújula, el octante,
la rosa de los vientos?
Al Sur. Antares vibra.
Señala un rumbo utópico,
el que sueñan cuando despiertan
los ángeles hiperbóreos.
Vibra la aurora
sobre el trópico de capricornio.
Derretidos los polos
surgen del alma del hielo
los peces voladores.

Se cruzan en tu pecho
los galeones de Manila
con las caravanas de la ruta de la seda.
No sé si es oro u olas,
plata o dunas,
sal, inicienso o especias
lo que en labios de musas, libertad,
o en parpadeos de sirenas mudas,
prisioneras,
embarca mi cuerpo latente
con su equipaje de cicatrices
en esta travesía.
¡Desplegad velas
o decidle a las aves
que nos arrastren sin tocar la eclíptica,
sin borrar de las pieles
ni una sola línea
del horizonte.

¡Al Sur, moiras ociosas!
Enarbolad los astros.
¡Que se pierda ya el Norte
en la Gran Noche!

lunes, 19 de julio de 2021

Lucían las estrellas...

 


Se eleva
en el cielo de todas las miradas
el molinillo de viento
que anoche fue
diente de león.

Se hunde.
Toca fondo
en un lago de agua amarga
el pétalo de vida
que floreció perfecto
en busca de corales
entre albores de otoño.

Cuando rompe el silencio
el timbal de una lágrima
la ausencia de lo amado
multiplica sus ecos
en miles de alfileres.

Descalzan los violines
una nota de mieles
sobre la piel abierta.
Apunta el astrolabio
el fiel de su alidada
a una estrella que espera
tras iluminar todo.
Almirante en mi cámara
secreta
custodio los recuerdos
de quien navegó el éxtasis:
una piedra de luna
y una esquirla del árbol milenario
bajo el que el alma, arrogante,
lloró su triste noche.

Se ha abierto el cielo, estrella,
devorando los pecios
en mis ojos.
Desde las sombras
de mi corazón crepuscular
no atisbo más caminos
que la senda del alba
radiante
ante mis labios.

miércoles, 7 de julio de 2021

En mis ojos

 

Cuando cae en el mar
una estrella fugaz
se apaga el mundo
en mis ojos.

Toda la luz,
la vida, sus colores,
se extingue
en mis ojos
abiertos,
atónitos
ante la oscuridad
que emana
de lo infinitamente
profundo.

Cuando estalla
el tiempo
dentro del corazón
se callan los latidos
para siempre,
se estancan los silencios
en el alma arrancada
y el dolor que contiene
este dique de sombra
que son mis manos siempre
sin las tuyas,
mi tronco ya vencido,
sin raíces,
se escapa
de mis ojos
como lágrima.

Toda el agua
que la luna escondía
bajo su piel de niña
fluye en mis lagrimales,
cauce del firmamento.
Los deseos,
cadáveres inertes
en la fría corriente.

"Si me olvido
recuérdamelo"
—dijiste, sabiendo
que ibas a olvidarlo
una y mil veces.
Nada muere
nunca
porque todo nace
o se dibuja
en instantes eternos
que en el ansia infinita
de la espera
se olvidan.

Me voy, ángel de fuego,
ya no temas.
No temas.
Me voy del paraíso.
¡Que no pudra el amor
las delicadas flores
del árbol de la Ciencia
con suspiros o besos
de jardineros ciegos
o de amantes soñadas!
Al cruzar el umbral,
roto el marfil
en el pecho de Adán
(acaso Adonai)
de un zarpazo o palabra
caigo
a este abismo turquesa
donde la Madre Tierra
me recibe
en su seno.

Y amo,
siempre amo
toda el agua
en sus ojos,
todo el bosque
herido por millones de tormentas
en mis ojos.

No volveré, ilusión.
No volveré a soñar.
Viviré un sueño
mas mortal, no divino:
animal más que humano.
Me refugio en el templo
sediento de mi ofrenda
que es el alma,
no la vida.
Mi ofrenda,
Madre Tierra,
ya expulsado del Edén
donde amé más allá
de mi cuerpo de barro,
es el alma.

Un alma que se torna
gema o luz pura.
Aguamarina
en mis ojos.