sábado, 8 de junio de 2019

San Francisco


Se agotan las mareas en el alma
como si el mar azul se reencarnase
en la profundidad de nuestras noches. 

Se pierden las estrellas en la niebla
ahogadas en la noche o tu retina,
cediendo a lo vacío y a lo oscuro.

Se cierra el muro enorme que separa
distancias que un abrazo no comprende,
Cierra el espacio y abre las heridas.

Se expulsa de la piel el paraíso,
no hay tacto que la música no sienta
ni pasión que florezca en el silencio.

Se desnudan las playas de su bruma
y el viento calla como si supiera
que es el último aliento de la tarde.

Se duerme el puente sobre la bahía
como un milagro aéreo que iguala
lo profundo del mar y lo celeste.

Y yo espero que caiga la ceniza
de aquel minuto amargo que quemamos
y vuelvan las estrellas a mis venas
desde esta lejanía que me envuelve
y hace la eternidad irrespirable.


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