lunes, 30 de noviembre de 2009

FALLAS Valencia, 1996

Amanecía frío. Aún sin hogueras.
El fuego o la pasión bajo las pieles nuevas.
La juventud ha vuelto a la memoria.
Su soledad me hiere.

Ella abre sus sonrisas, esa flor de cuchillos.
El fuego, enredado en el abrazo de sus llamas,
la quema de las almas, ha comenzado apenas.
Su soledad no abarca mis reflejos.

Herido huía y encontré sus cielos.
Ella, víctima de mi huída, cierra sus ojos sin luna.
Sus ojos están vivos o dormidos,
son paraíso de alas para volarnos lejos de la hoguera,
hacia la llama interna que duele tras los labios.

Furioso a mis pies por ser ajeno
el mar abierto nunca estuvo más lejos.
Nunca estuve tan cerca de mi ausencia.

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