Mármol, mis manos son muros.
Laberintos sin esperanza mis dedos.
Se repite, eco, la caricia.
Una piel de tacto me recorre. Memoria,
túnel de miedo una boca que grita.
Deseo, somos la plenitud naciente
del color de los ojos que no conocen luces.
La ausencia. Luna de olvido,
lo recién llegado no habla de ese pasado que mi labio aborrece.
Hiedra o ayer sombrío. Árbol de otoño.
Gota de lluvia o lágrima de nadie.
Álamo en el vientre de mi valle,
¿qué muerte amarilla se aproxima?
Mis manos son inmortales muros de agonía.
jueves, 1 de julio de 2010
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