lunes, 2 de septiembre de 2013

Narcosis (Monólogo)

Dulce memoria dormida,
alma mecida en opio
conservada en formol
como una víscera.

Doctor Victor Frankenstein:
¿Si le implantamos esta memoria al monstruo
se dormirá? ¿O seguirá soñando despierto?

No leas estas líneas
No las leas.
He dicho que no las leas
¿Por qué sigues leyendo?
Está bién... No hay nada
que no debas saber
porque estás viva.

Respiras.

Es como amar a un pez desde fuera de la pecera,
al otro lado del cristal. Besugo. Es de imbéciles.
Es como amar a un pingüino desde un oasis.
Es como masturbarse por aburrimiento.
¡Eso sí debería ser pecado!

Es como amarse a uno mismo desde fuera.
Dolería menos odiarse desde dentro.
¿Odio? No me odio
en este estado de narcosis. Opio.

Trío de ases. Me planto.
Besugo: toda la baraja eran ases
menos dos cartas.

Amarte. Alaluna. Misión imposible.
Aterrizado, enterrado.
Tú amerizada, mareada
al otro lado del cristal de la pecera
leyéndome distraida con ojos de astronauta.
No leas estas líneas.
¿Houston?

Dulce dulce dulce corazón anestesiado,
víscera ahogada en opio.
Nunca olvides latir, Mnemósine,
despacio, muy despacio.

Te dije que no leyeras.
Pero aún estás aquí.
Sonríe.
La pecera amplifica la sonrisa
y el opio la enternece.
Es ridículo
pero entrañable
como la vida misma.

No hay comentarios: