miércoles, 6 de octubre de 2021

Crisantemo

 


Irradia el crisantemo
su corola solar.
En mi mente-espejo
la escalera conduce al corazón
del laberinto.
El otoño ha llegado
como un volcán de plumas.
Imponente, silencioso.
Al hombre-árbol ahora
se le escapan las hojas de los dedos.
En sus nervios estaba escrita
su propia esquela como poema.
"Quiero vivir —decía—
incluso tras la noche.
Quiero amarte como ama
el mar a las arenas
y que mi sexo extienda
mi raíz en tu seno
con una savia sabia,
con una única voz,
palabra que lo es todo."


Al morir las estrellas
despiertan los jardines
y junto a las secuoyas
siempre verdes,
enormes como sueños, 
florece el crisantemo
equivocado de equinoccio.
"Quiero vivir aquí."
Palacio. Paraíso.
Paisaje. Paradoja.

Discurre un torrente
por el cauce del alma.
Golondrina contra el viento,
mi corazón-salmón
remonta en vano esfuerzo
cascadas de ceniza
sin saber que la muerte y la vida,
que la luz y la sombra
son una misma esencia inseparable,
que tu tiempo y el mío
son planos que intersectan
en un todo contínuo,
que tu cuerpo y el mío
son los límites táctiles
de una realidad única.
"Quiero vivir en ti".

Belleza, dame tregua
en este cosmos frenético,
este cambio perpétuo...
Déjame contemplarte.

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