jueves, 10 de enero de 2008

CARTA A BOREAS

En el pozo había una ninfa de ensueño
mordiendo las flores que yo le enviaba.

De raíces arrancó el piano la danza,
los pies por encima de la vana palabra,
expresión de lo hueco.
Profundidad,
deseo ahogar los murmullos,
borrarlos con pinceladas de Viento Norte,
cerrarlos en el seno de la música.

En el pozo hay una mano de niña
despidiendose de la oscuridad de la caja del piano.

Los dedos se deslizan,
aves enloquecidas,
entre la hiedra viva.
Sus raíces penetran en mis párpados.

Todo lo que se hunde es cristal y saliva.
Todo lo que aún flota ya lo conoce el viento.
¿Dónde nos llevas, aliento de la Tierra Madre?
¿Somos vilanos de duda o polen de viva esperanza?

¿En qué labios está el verdadero paraíso?

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