Bajo el inmenso cielo voy buscando
formas desordenadas y vacías
que presten luz a mis pupilas frías
o que hagan despertar tu pecho blando.
Por la tierra infinita caminando
sin rumbo, puro azar, noches y días.
Aunque una vez soñé que tu vendrías
ahora me encuentro solo, meditando.
Y pienso que el lucero que allá brilla
en el cielo sangrante de Poniente
amanece despacio en la otra orilla
del vasto mar de dudas de mi mente.
Y cielo, tierra y mar, la estrella espera
como yo. Allá escondida eternamente.
lunes, 19 de mayo de 2008
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