jueves, 19 de marzo de 2020

Lejos del mar


Cada noche que pasa sin tu aliento,
sin abrazar tu cuerpo de pantera,
sin tu respiración ni tus latidos
es un paso que doy en el vacío
hacia el acantilado profundísimo donde rompe la vida ola tras ola.

No creo en la salvación, 
en Dios ni en Jesucristo ni en Mahoma
ni en la reencarnación, ni en la nada
pero, si muero ahora, en mi agonía
se abrirá una sonrisa
porque estaré soñando
que me haces el amor
en el jardín sagrado
y si aún no muero
quizás vuelva a vivir
el mismo sueño.

Cada noche que pasa sin tu labio
dibujando corales en mi pecho,
cada segundo que tu mar no anega
mi luz de luna en círculo de dólmenes,
aunque sé que no fuiste nunca mía
sino de los delfines que te amaron,
me ahogo en soledad,
se cierra el pecho
y mis brazos vacíos acarician
felinos que hoy acaso no han nacido.

No creo en mí.
No creo
prácticamente en nada
salvo en elfos y magos y dragones,
pero si he de morir
tan lejos de tu seno
y de tus dulces ojos
dile a la Madre Tierra
(en Ella creo)
cuando se trague entero 
mi dolorido cuerpo
que no hay en mí amargura:
que te amo.

No hay comentarios: