domingo, 4 de abril de 2021

A veces mi alma


 



A veces mi alma nómada
trae arena del desierto
y la esconde en mis ojos.
A veces lloro barro.
Si yo fuera alfarero
haría una vasija con mis lágrimas
para guardar la esencia
de mis horas contigo.

A veces mi alma marinera
encalla en las salinas
y el corazón se entierra vivo
en la costra de sal.
A veces las escamas
de sirenas bellísimas
afiladas por dentro
como uñas de tigresa
se clavan en mi piel
seca y sedienta.
Si fuera un pescador
bebería de las manos
de tus narvales, musa,
pura agua salada.
Canciones
o cantatas.

Zarpa mi caravana
por dunas o por olas,
brisa, simún o céfiro,
pescador o alfarero,
hacia reinos de Oriente.
La ruta de la seda
o la piel que subyace
y acaso late, espera.

Zarpa en rumbo obstinado,
mi nave enarbolada
sin ancla, a la deriva,
títere de los vientos,
ajena a los oasis
y a las islas calladas,
mensajes en botellas
varadas en la arena.
Avanza en armonía
recorriendo los trastes
de guitarras heridas,
acordes silenciosos
mientras la sangre aguante
todo el peso del alma
y las ballenas sigan
cantando a las estrellas.

A veces mi alma errante
viaja hacia el pasado
por paisajes de sábanas
y mañanas perfectas...
La niebla en la bahía
y el sol en un jardín
de filadelfas
mientras Corto Maltés
fumando halos de luna
pasea por Venecia.

Si fuera un ave libre,
musa de luz, esfinge,
anidaría en tu pecho
y desde allí, arropado
por ese olor a beso
soñaría que vuelo
sobre océanos vivos,
tundras, ríos, desiertos,
los valles del Parnaso
floreciendo.

Si fuera un soñador...
Amar. Lo llevo dentro.
Espejismos. Recuerdos.
Desde el nido de Ícaro
sueño... ¡Sueño que vuelo!

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