miércoles, 7 de julio de 2021

En mis ojos

 

Cuando cae en el mar
una estrella fugaz
se apaga el mundo
en mis ojos.

Toda la luz,
la vida, sus colores,
se extingue
en mis ojos
abiertos,
atónitos
ante la oscuridad
que emana
de lo infinitamente
profundo.

Cuando estalla
el tiempo
dentro del corazón
se callan los latidos
para siempre,
se estancan los silencios
en el alma arrancada
y el dolor que contiene
este dique de sombra
que son mis manos siempre
sin las tuyas,
mi tronco ya vencido,
sin raíces,
se escapa
de mis ojos
como lágrima.

Toda el agua
que la luna escondía
bajo su piel de niña
fluye en mis lagrimales,
cauce del firmamento.
Los deseos,
cadáveres inertes
en la fría corriente.

"Si me olvido
recuérdamelo"
—dijiste, sabiendo
que ibas a olvidarlo
una y mil veces.
Nada muere
nunca
porque todo nace
o se dibuja
en instantes eternos
que en el ansia infinita
de la espera
se olvidan.

Me voy, ángel de fuego,
ya no temas.
No temas.
Me voy del paraíso.
¡Que no pudra el amor
las delicadas flores
del árbol de la Ciencia
con suspiros o besos
de jardineros ciegos
o de amantes soñadas!
Al cruzar el umbral,
roto el marfil
en el pecho de Adán
(acaso Adonai)
de un zarpazo o palabra
caigo
a este abismo turquesa
donde la Madre Tierra
me recibe
en su seno.

Y amo,
siempre amo
toda el agua
en sus ojos,
todo el bosque
herido por millones de tormentas
en mis ojos.

No volveré, ilusión.
No volveré a soñar.
Viviré un sueño
mas mortal, no divino:
animal más que humano.
Me refugio en el templo
sediento de mi ofrenda
que es el alma,
no la vida.
Mi ofrenda,
Madre Tierra,
ya expulsado del Edén
donde amé más allá
de mi cuerpo de barro,
es el alma.

Un alma que se torna
gema o luz pura.
Aguamarina
en mis ojos.

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