lunes, 27 de diciembre de 2021

Muerte en Venecia



Sellada la luz,

cerrados esos ojos
soñadores, limpísimos,
roto el cielo y las alas,
los párpados y el llanto.

Sellada la luz
que iluminó mis pasos
fuera de la locura.
Góndolas de dolor
en canales de lágrima.
No hay olvido que borre
la belleza de amarnos
de los lienzos del alma.

Sellada la mirada
que recorre el dolor
sin apagarse
como un pájaro dulce
que sangra mientras canta.

Sellada toda luz
por lo que queda oculto,
por el barro que anega
un corazón varado,
por lo oscuro que habita
en las fauces del miedo.

Refleja en la laguna
tu pesar, mariposa,
sin dejar que el invierno
escarche en gris tu vuelo.
Un día con el céfiro
vendrán las golondrinas
con sus colas de horquilla
trenzadas de recuerdos
a dibujar estelas al crepúsculo.

Me he olvidado un abrazo
prendido en tu solapa.
Déjale que florezca
esculpido en tu cuerpo
o se marchite.
Déjale ser. Vivir
su inmaterial belleza,
árbol que surge esbelto
a enraizar el cielo
estrella a estrella
como la araña de oro
de un enorme astrolabio.

Sellados los labios
que no dicen "te quiero"
porque el silencio grita
como el mar en la noche,
como lenguas de fuego azul
en el hogar del pecho
donde un corazón-fénix
surge de sus cenizas.


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