miércoles, 27 de febrero de 2008

ECOS Nº8 y 9 (Danzas al borde del abismo).

Abierta, la roca arranca el pulso al viento. Roca o cielo. O un río dormido en su bóveda. Su sueño es tan profundo como azul.

Los timbales lejanos hacen temblar a las niñas, niñas sin alas, niñas gritando en la memoria, brotando de los tímpanos como sangre de música, privando a las almas más altas, piedra, corazón, piedra, de su eterno silencio: la roca.

La roca está herida de distancia. Una niña ha callado. Eco de abismo. Bajo el puente hay un rumor de fiesta, nobles palabras que corren hacia el mar, timbal lejano...

===========================

¡Escuchadme, timbales, lenguas trémulas, manos ahogadas que tañéis el viento! La oscuridad se cierne sobre cada cintura para bailar la danza de la muerte.

Piedra, puente, piedra. Fuente, piedra, puente.

Proteged vuestra sangre de las rocas de cólera. Esconded vuestras almas en sedientos océanos de sombra. Oid el rumor calmo del río de la noche llevándose los cuerpos abandonados a merced del abismo,
a merced del olvido,
a merced del silencio.

Os prevengo, ritmos o corazones, nudillos que golpeáis los cráneos huecos:
El hombre es una máquina de destruir al hombre.

Sístole, diástole, sístole, diástole, sístole, catástrofe.
El hombre tendió un puente para llegar al cielo
y dibujó en sus arcos el último crepúsculo.

2 comentarios:

Monica dijo...

Estas un poco "negro" últimamente. ¿no? Me refiero a que tus últimos poemas o similares son ¿como describirlos? no puedo encontrar el adjetivo: me ha venido lúgrubre pero no, no es exactamente eso. Quizá amargos. Sí, eso, amargos.

VictorJCid dijo...

En realidad hace muchos años que no escribo poemas... Estos describen sentimientos que ahora me resultan muy remotos. Y a la vez muy cercanos. En este, en realidad, hay más tragedia que amargura. Lo he rescatado porque el ritmo es frenético. Contrasta con el espíritu pausado del resto.