lunes, 4 de febrero de 2008

LA PALABRA PERCUTE (1998)

Poesía de acero en labios como pétalos.
No está acabado el cielo cuando tú no lo miras,
ojos, luz o alabastro hendido de vida,
cuando tu despertar no deja estelas de nube
como un avión de rumbo incandescente
donde los sueños viajan por la atmósfera.

Abierto el cauce celeste
las lágrimas son de tierra.
Nada escapa al embate de las luces o estrellas,
reflejo de su pálida distancia.
Si el alma fuera astro sería azul y oscura
y en la luna vacía habría un grito.

Una sangre violeta brota de manos como sauces.
La mejillas de azúcar tienen miedo.
Escuché los relojes con azufre en los huesos,
con cristales de azufre como avispas
en el pozo vacío de mis huesos.

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