Blanca. Junto a tu mar.
No es la luna. No es alma
moldeada del cielo
ni aliento de alborada
ni firmamento azul.
Es blanca como el nácar
en manos de las niñas,
blanco como las alas
tranquilas de las olas
volando por el agua.
Es luz, aurora íntima,
irisación soñada
prendida en el ojal
de tu memoria. Recordada...
Blanca como la flor,
nítida, inmaculada
como la flor no abierta,
la azucena aún cerrada
que en el pecho despierta.
Blanca es la oscuridad
en tu mirada.
Negra. Sobre tus gestos.
No es la noche. No es miedo
robado a lo profundo
ni beso de veneno
ni perla de azabache.
Es negra y es silencio
en las playas de música,
negra como los senos
bañados por el sol,
bebidos por el viento...
Es la penumbra plena
desvelando secretos,
rezumando horizontes
en tu piel. Descubriéndonos.
Negra como tus ojos,
fuego, calor eterno.
Como tus ojos vivos,
paraísos abiertos
al labio recibido
Negra es la luz ausente,
tu tacto no sentido.
lunes, 4 de febrero de 2008
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