domingo, 27 de junio de 2021

El cementerio de los elefantes

 

Entre el marfil y el musgo
florece una amapola
solitaria
que llegó tarde a la primavera. 

Única gota de sangre
en el cementerio de los elefantes.

Hay rumores de fuentes nazaríes,
sonrisas de niño
y millones de lunas
enterradas
en el cementerio de los elefantes.

Azul el cielo, azules
los recuerdos desnudos
como cráneos besados
por el sol afilado del manantial del Nilo
en el cementerio de los elefantes.

Hay un áspid en una calavera
y rumores lejanos de fusiles,
y en las cajas torácicas inmensas
espíritus de enormes corazones
vestidos con el silencio de las aguas,
solemnes
en el cementerio de los elefantes.

Si me buscas estaré acaso allí, agonizante en el dulce barro.
Solo un ibis conoce el camino
leyendo en las estrellas con su vuelo.
Síguele con el alma.
Olvida cada paso.
Estaré celebrando la memoria,
escuchando el abismo de los pájaros,
remando lento en la laguna Estigia,
hasta quedar varado en una orilla
del cementerio de los elefantes.

No hay sepulcros
ni crisantemos
ni panteones
ni lágrimas.
Solo marfil bañado por la luna
y ruiseñores mudos
en el cementerio de los elefantes.

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