miércoles, 9 de febrero de 2022

La hora azul

Luna, capitana de una nave celeste, 

de un arca de Noé en que los astros

se salvan del diluvio de mis lágrimas.

Miro al cielo evitando todo espejo. 

Huyo de mi conciencia a las alturas. 

Siento la luz muy cerca de mi piel,

ráfagas o centellas en los labios

trazando estelas desde el corazón

a través de mi tiempo o la memoria.

Te has ido y llenas todo. Paradoja. 

Tus velas de goleta en mi horizonte, 

tus violines antiguos en la almohada. 

No hay espacio que no grite tu nombre

ni belleza sin ti que esté acabada. 

Cuando calla una musa el arte calla. 

En la hora azul el río, como siempre

corre eterno hacia el mar que lo recibe. 

Mi mirada te busca en la otra orilla

a través de las aguas y los fangos. 

Aún pesan en el aire las palabras: 

"No me escribas, poeta, no me escribas". 

Hoy puedo caminar contracorriente

hacia la fría nieve en las montañas

o a favor de corriente a donde muere, 

dulce abrazo de sal, el río herido. 

Pero quiero volar, cruzar el cauce, 

sobrevolar el delta de tu pubis

como un flamenco libre, acaso un fénix 

y así dejar caer suave una pluma

que escriba sobre el éter mis pasiones. 





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