viernes, 18 de febrero de 2022

En los ojos

 

Eros descalzo, avispa
huída de la niebla,
suave como una lanza
cruzando el cielo limpio,
trayectoria imparable.
Gacelas en los ojos,
satélites fulgentes,
corazón que gravita,
que no conoce olvido,
dinamita que espera
el próximo latido.

Venus desentrañada
del enigma del mar,
horizonte a la espera
del nacimiento último.
Surgirá de las aguas
una isla de música
solo un día después
del fin de nuestro mundo.
Sus ojos de topacio
dejarán fluir el sol
de una alborada íntima.

Andrómeda entregada
a las fauces del tiempo.
Se detienen las olas
a esperar la embestida
del monstruo del deseo,
se fragua la tormenta
de amar a cielo abierto
como el que ofrenda un grito.
Mis ojos de esmeralda
se hundirán en el fondo
donde duermen las anclas.

Adonis en su sangre
olvidado en cunetas
de carreteras largas
por donde nadie pasa.
No hay camino, poeta.
Tampoco hay caminante
ni destino ni estelas
donde encauzar las lágrimas.
Ojos de aguamarina,
no llores. Nunca llores
agua dulce o salada.

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