lunes, 19 de noviembre de 2007

ECO Nº7

Huyamos como naves
bebidos por el viento.

Huyamos de la tierra, color de la tristeza,
hijos del mar ahogados en su seno.

Huyamos como pulsos,
olas o corazones,
ritmos de vida, impulsos de eternidad constante.

Huyamos cabalgando en besos de memoria,
ágiles horizontes, pechos sin tatuajes, tacto de pluma cálida.

Huyamos de las islas enterradas,
de los falsos otoños despertando las horas,
horas de odio en libertad,
horas o violetas de agonías amadas,
horas desoladoras.

Huyamos de nuestros propios latidos
en busca de colores de pasión desmedida.

Huyamos de las horas últimas,
hacia atrás por el tiempo
hasta sentir nuestro primer aliento
cerrando toda herida.

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