sábado, 10 de agosto de 2019

La tormenta. (Lassen, California)


Hay caminos que llevan
donde mueren las nubes,
montañas invisibles
o miradas vacías
como un vuelo de águila.

Los truenos en la niebla,
carcajadas del Cielo.
Se ríe de mí, Andrómeda,
tan insignificante,
tan lleno de deseo...

El bosque se desnuda
para robarme el alma,
arrancármela entera
con caricias de helecho
y buscar tu sonrisa
prendida en mis recuerdos
y vestirla de brisa y de rocío.

Abraza el liquen los troncos
con anillos de sueño
contando acaso milenios
ajeno a la efímera tormenta,
ajeno a mi nostalgia y a mi tiempo,
como la barba verde de un sabio
que contempla la eternidad
que atesora su corazón-bosque.

Rompe el cielo. Cataratas.
Relámpagos. Meteoros de hielo.
Todo queda cubierto de granizo,
una falsa nevada, torpe y violenta.
Las hojas forman cálices
para atrapar el milagro
y la montaña brama
en silencio
tu dulce nombre.

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