martes, 8 de septiembre de 2020

Sin golondrinas

 

No me dejes morir solo
en un rincón de la esperanza.
No dejes que crezcan perlas
bajo el verdín de mis párpados,
que los líquenes colonicen
mis labios de caliza,
que cicatrice la herida
del anzuelo en mis branquias.

Duele.
Duele el silencio
clavado en la garganta.

No dejes que se calle
el arpa de mis venas.
Dame tus latidos
para vestirlo de música.

No me dejes agonizar
en tu mirada perdida,
esa mirada triste
que busca estrellas en pleno día.

No me dejes desnudo de tu piel.

No me dejes llorar ni un solo océano.

No me dejes vacío. 

No me dejes.

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