sábado, 19 de diciembre de 2020

Lluvia

 

Cuando sobre mis manos
abiertas y cansadas
se cierne la tormenta
solo puedo esperar
a que descampe,
a que cualquier herida
se torne cicatriz
y que amanezca
un paisaje de escarcha
ante mis ojos mudos.

De nuevo amé la noche
en que un otoño largo
cubrió de hojas mis sueños
y ese viento tan húmedo
que no seca las lágrimas
hizo volar las páginas
dejando las palabras
que nunca escribí en ellas.

En los acantilados
ajenos a las olas
rompen contra la luz
del solitario faro
las alas desplegadas
de miles de pelícanos.
Yo amo en silencio.
Callo
los gritos que quisiera
estrellar contra el cielo
cada vez que recuerdo
tus ojos de topacio.

Luego veo perderse
tu figura en el cielo
como si las estrellas
muertas de sed viviesen
de la luz de mi ocaso,
veo pasar la vida
entreteniéndose
en los pliegues del alma,
como el viento en las dunas,
como el agua de lluvia
en el ciego cristal
de mi memoria.


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