lunes, 7 de diciembre de 2020

No deseo vivir sin tu deseo

 

El mar pierde su límite
en los ojos de un gato.
Más allá de esa mirada
hay solo una línea tenue
entre el nirvana y la muerte.

¿Qué hay más trágico,
noche interminable,
que escupir el amor como un veneno
porque el ángel del alma que has amado
ha negado ya el alba a medianoche?

Se me antoja morir como una huída
del dolor que la vida no vivida
inflige en las heridas por abrir.

Se me antoja vivir en la memoria
de mentiras que forjan una historia
que merece la gloria de vivir.

Si en tus ojos de gata no hay presente,
preso de tu presencia está el futuro
y el ayer en un mar que se resiente
libre en la ausencia de horizonte puro.

Si en mis ojos de pájaro no hay flores
porque tu luz se apaga en la distancia
robándole al silencio los colores,
déjame al menos el jardín, la estancia
en que tu alma fluye en abundancia
de aromas, piel, texturas y sabores.

Si he de sangrar, morir, ser olvidado,
si es tu designio odiarte en mi reflejo,
que el olvido me encuentre en la memoria,
mas no de lo que fui:
de lo que he amado.

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