domingo, 10 de enero de 2021

La nevada

 

Despierta el alba sin haber dormido.
Un cuervo blanco
impermeable a la noche
anuncia mi paisaje.
Hace ya tantas lunas
que no entro al templo vivo
de mi divina amante
que no me duele el frío.
Pero sí siento mío el aliento del bosque,
el crujido de huesos de los pinos
caídos en batalla silenciosa
bajo el peso implacable de la nieve.
Pluma. Plomo.
¿Si cruzara despacio
ahora este mar blanquísimo
aliviaría a mi alma las heridas
de andar descalza  y ciega
por el filo de tu amor
mientras mi cuerpo arde
en las hogueras del recuerdo?
Dime en qué nido habitan
los mirlos de las horas de tu ausencia.
Espero que esa rama
haya cedido al rigor de la tormenta.

Estás lejos. ¿No sientes
que mis ojos
han escrito tu nombre en el cielo
y ahora lo está llorando
lentamente?

La nieve es el olvido del paisaje.


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