lunes, 31 de mayo de 2021

Aurora boreal

 

Todas las noches que duermo solo,
casi todas las noches
sueño con la aurora boreal.
Fosforecen los cielos
con la energía que sobró de la creación
como un relámpago íntimo,
quieto y silencioso...
En mi pecho de niño galopa una gacela.

Todas las noches que duermo solo,
casi todas las noches
siento una fiebre luminosa
en la médula de mis huesos.
Sueño que la aurora boreal
empapa mi cuerpo yerto
como si fueran caricias de lluvia.
Participo del alma del mundo,
un misterio al que sólo las ballenas
saben cantarle.

Todas las noches que duermo solo,
casi todas las noches
duermo en un rinconcito
dejando libre siempre
tu lado de la cama,
un altar a tu ausencia.
Y cuando se despeja ante mis ojos cerrados
el cielo ártico, limpísimo,
tomó tu mano ausente
y comparto con tu cuerpo de nereida
el asombro infinito
de las luces del Norte,
milagro palpitante de los polos magnéticos
entre tu piel de seda
y mis escalofríos.
Tengo una fiebre dulce
en un lugar oculto
de mi espíritu amante
o solitario:
la aurora boreal.

¿Qué si no, hija del mar,
si no tengo tus ojos
en la noche sin luna
desluce a las estrellas?

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