martes, 7 de abril de 2020

Corona de espinas


Rabia.
Dolor.
Mentira.
Mentira.
Mentira.

Condenadme al arpón,
sucios pescadores de almas
si veis un monstruo oculto
en mis ojos de ballena.
No moriré del arponazo
en mi costado abierto.
Moriré de la rabia
que la oscuridad de vuestra ceguera
hace crecer en mi interior.

Culpable
de ese crimen
de amar las madrugadas
abrazado a su cuerpo.

Condenadme a la hoguera
porque es pornografía
en vuestras mentes vanas
lo que para este monstruo
que me habita en silencio
es el sagrado templo de Afrodita.

Me declaro culpable
de amar a las estrellas
sobre todas las cosas.

Me declaro culpable
de ser hijo del bosque
y de la Madre Tierra.

Prended la hoguera ya,
almas puras manchadas de ceniza,
pero dejadme gritar
con el último aliento
que todos somos Uno
y en esa única alma
a través del espejo
todos vuestros deseos
y todos vuestros miedos
son como esta pavesa
que juega con en viento
mientras arde mi cuerpo
y el espíritu, el monstruo que me habita,
crece dentro.

Es mentira,
¿verdad?
¿Me acusas?
Te delatas.

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